Capítulo 32

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Dmitry.

Suelto el arma para correr a proteger su cuerpo, sin embargo llego demasiado tarde cuando la bala detona. Por unos segundos nos quedamos mirando fijamente uno al otro.

Sus uñas se clavan en mi piel por la fuerza que ejerce, aprieta con gran tanta fuerza que la siento en mis extremidades.

La bala le ha dado a ella, a perforado alguna parte de su cuerpo, lo veo en sus ojos, la manera en la que aprieta cada extremidad de su rostro es brutal, denotando en su facciones cuanto le está costando contener el grito. Estoy seguro que es la primera vez que un impacto de bala le da a ella. Sé que se siente, es algo astros.

Contiene el aliento.

Intenta no gritar.

Ella es una mujer fuerte.

—Maldita sea —gruño sin saber por dónde sostenerla.

—Quema, arde, duele. Demonios —jadea con dificultad.

—Lamento no poder evitar que le disparan —se excusa Sergei inspeccionando en área. Los pocos hombres nuestros aparecen inmediatamente. Sergei baja la guardia para acercarse.

—No necesito tus disculpas ahora —bramo —. Ve por el auto. Hay que llevarla a la casa cuanto antes —Sergei no se inmuta por mi falta de cortesía, él me conoce. Se levanta rápido para ir por él, le lanzo las llaves y las atrapa en el aire —. Brianna —creo que es la segunda o primera vez que la llamo por su nombre —. Está muy oscuro y no puedo ver donde te hirieron, ¿Dónde está la bala?

Jadea por aire. La veo morderse los labios para contener el ardor y dolor que le está causando la bala.

—Está justo sobre mi hombro izquierdo —contesta con la voz entrecortada —. Sácala de ahí maldita sea, Dmitry.

Me desespera verla de ese modo. Ella es tan fuerte, cuando vez a alguien así de fuerte en una situación como esta, realmente te quedas como yo estoy porque simplemente es algo que virtualmente no puedes describir.

—No muevas el brazo, al tener la bala dentro te puede provocar un desgarre —le informo. No me contesta solo aprieta los ojos y una pesada respiración y es lo único que tengo como contestación.

Es increíble que yo esté aconsejando a alguien de este modo, nadie me dijo nada, nadie lamió y curo mis heridas, nadie me dijo nunca las consecuencias de que una bala esté dentro de ti y más en una musculatura de tu cuerpo, mueves el brazo cuando no sabes nada sin saber lo que dicha acción puede hacer, tampoco si te perfora un nervio y una parte de tu cuerpo se queda inmóvil. A mí solo me toco aprender.

Las cicatrices físicas disminuyen con el tiempo, algunas se borran, pero las internas, ni los años, ni las tormentas que pasas disminuyen alguna vez y muy difícil se borran.

Me levanto con ella en mis brazos, doy pasos derechos, escucho a Sergei parquear el auto, busco las escaleras de concreto para poder bajar con ella bien, no soy estúpido como para arriesgarme y bajar por las de metal, arriesgándome a caer, no, aunque tengo muy buena musculatura y porte físico, no puedo olvidar que llevo a alguien mis brazos. Esas son más rápidas, pero a veces por estar de apresurados es que las cosas nos pasan.

Es justo lo que le está sucediendo a Rossi.

Maldito bastardo infeliz, pensó que tendría mi cabeza y realmente besara mi culo.

Me adentro en el auto con Millers en brazos, Sergei esperaba con la puerta abierta para ambos.

—Hay un edificio a medio kilómetro de aquí, no pueden llevarme a un hospital y la persona que vive ahí es enfermera, ella sacara la bala y la va a suturar, si o si —presto atención a lo que dice.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora