Capítulo 10

14.1K 869 243
                                    

Brianna

Lo que me faltaba.

Me largo de new york para que me dejen en paz y en Rusia donde pensé que realizaría mi vida de forma tranquila, resulta y viene al caso que no, que la vida se ha ensañado conmigo y no le da la perra gana de dejarme tranquila.

El onda rojo tras de mí no me deja concentrarme bien en la interestatal, la distracción es tanta que tengo que esquivar rápidamente un auto con el que casi choco por estar de distraída.

Agradezco que tenga cada ventanilla arriba y no escucho las palabrotas rusas que de seguro me está gritando el ruso que casi le choco el culo de su auto.

Hasta el dedo me saca.

Hijo de puta.

En otro momento se lo hubiese metido por el culo y listo, ahí le haría mejor función.

Dejo de lado al ruso malhumorado y me concentro en el onda rojo que estás cada vez más cerca de mí.

Hay varias opciones, entre ellas están; dejo que se acerque y verle el rostro, hacerle creer que me ha atrapado y luego Lyutsifer y yo nos divertiremos con él y la última por la cual más me inclino, es divertirme con adrenalina.

No puedo armar una masacre cuando estoy en medio de la ciudad con miles de autos en una misma carretera, miles de personas mirando mi cara y cámaras que captarán el puto momento en el que le saque los ojos para que así no pueda conducir y seguirme el muy hijo de perra.

Calma, Brianna, calma.

Pensar de ese modo me llena de excitación, una no sexual, sino una que va más allá y que solo una persona que conozco me entenderá, Dmitry Petrov, me entiende, lo sé, lo vi en sus ojos la madrugada de anoche, él es igual o mucho peor que la oscuridad que habita en mí.

A mí me queda un poco de piedad y lo odio, pero Dmitry ya no tiene alma.

Mi cabeza está dando vueltas pensando quién podrá ser que me sigue y solo va a una sola persona, Dmitry Petrov, sin embargo, mi razonamiento no es tonto y mucho menos estúpido, también me hace pensar en que mi pasado vuelve a mi presente o que lo que oculta los que por desgracia son mi familia, me persigue.

Jodida mierda.

Tres malditos dolores de cabeza.

Aprieto el volante en mis manos, la adrenalina corre por mis venas, la vena en mi cuello me late constantemente, mi pulso está acelerado y mi respiración irregular. No me gusta ir ahí, no me gusta porque mi mente cambia, mi cuerpo se vuelve reacio y en todo el día no vuelvo a ser la misma.

Me detengo en un semáforo y justo quedo en la línea de adelante.

Hay cámaras, espectadores, personas cruzando.

Me vale mierda.

Llamo la atención de todos cuando con mi pie, empiezo a acelerar el lujoso Ferrari negro. Él por sí sólo llama la atención, sin embargo, al hacer rugir su hermoso y maravilloso motor, tengo todos los ojos sobre mí.

Odio la atención, sin embargo, ya estoy harta de tener al gusano del onda rojo tras de mí queriendo averiguar cada maldito paso que doy o dónde estoy.

Es un poco estúpido pensar en eso cuando existe la posibilidad de que Petrov es quién me está siguiendo, no obstante, tampoco puedo ser estúpida y dejarme llevar por eso, tengo enemigos, aunque no lo mencione y mi familia de mierda me oculta cosas que sé que son peligrosas.

Desde niña me tocó aprender a defenderme y no digo yo, si nos cambiábamos de casa a cada rato por cosas vagas que recuerdo.

Mis ojos azules están fijos en la señal cuando cambia.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora