Capítulo 64

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Una hora antes.

Brianna.

A regañadientes Sergei ha accedido para traer a la que se supone es mi familia.

Le prometí a mi abuelo que los vería, tendría el chance de hablar con ellos, soy una mujer de palabra, una que cumple. Aunque eso me costó un tire y directo con Sergei, está reacción, no ha dormido lo puedo notar y es que nadie en su sano juicio dormirá, los niños sí, pero yo no puedo pensar en otra cosa que no sea en Dmitry.

Dmitry.

Mi corazón se siente pesado, llevo una carga que no puedo descifrar, Irina no deja de patear fuerte desde hace unos momentos.

—Ya vienen en camino —informa Sergei.

Estamos en la parte inferior de la casa, he pedido que me bajen, dos semanas desde la última vez que me trajeron aquí.

Sergei juega con cualquier cosa a su alcance, no deja de mirar el reloj y la pantalla de su móvil.

—Dime algo Sergei —exijo igual de desesperada.

Me pone nerviosa verlo igual.

—No puedo decirte nada Brianna, porque yo tampoco sé nada —sus ojos cafés divagan en cualquier rincón de la casa —. Solo puedo pedirte que mantengas la calma por las dos, no quiero alterar a los niños.

Frustrada doy un golpe contra los cojines del sofá cama donde me encuentro.

Soy inútil en estos tiempos, no puedo pararme a hacer nada.

Quiero echarme a llorar.

— ¿Cómo me pides eso? —pregunto enojada —. No sabemos de Dmitry desde la madrugada, la casa parece un campamento militar en las últimas horas, las niñas están extrañadas, curiosas, Mikhail extra a su padre, Irina patea más fuerte que nunca... Dime cómo estar tranquilo.

En esto último se me corta el habla.

Soy tan sensible en los últimos tiempos, tan vulnerable. La preocupación, ese dolor en mi corazón y saber que mi bebé está tan inquieta no me ayuda a lo absoluto poder estar tranquila.

Mis niños, yo, todos sabemos en silencio lo que puede ocurrir.

Si Dmitry no vuelve, no sé qué será de mi vida, de nuestras vidas.

—No sé cómo decirte que lo estés —se sincera dando un trago al vaso de agua —. Estoy que me lleva el demonio de igual de preocupado, sin embargo ustedes son mi responsabilidad, no puedo dejar simplemente que me domine. Prometí cuidarlos, estar al pendiente de ustedes, no voy a fallar a mi palabra, mucho menos a mi hermano.

No me ayuda que diga nada de eso, me siento tan azorada que de nuevo me arden los ojos por las lágrimas retenidas.

—Prométeme que va a volver Sergei —aparta de nueva cuenta su cabeza —. Sergei...

Chasquea los dedos.

—No puedo hacer eso.

Somos interrumpidos por el sonar de los tacones de alguien.

Seco el rabillo de mis ojos, enfoco a mi señorita Amanda con un ajustado Jeans, blusa elegante de vuelos roja, zapatos altos de tacón.

Intenta no caerse, caminar erguida a la vez.

Sus mejillas tenidas de un bonito rosa natural cuando nos ve mirarla.

—Vengo a colocar tu medicina —aclara, tratando de desviar nuestra atención.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora