Capítulo 49

8.2K 553 87
                                    

Dmitry.

¿Cómo se atreven a traicionarme? ¿Cómo se atreven a rebelarse en mi contra?

No soy bondadoso, tampoco dulce como la miel, sin embargo soy un jefe justo, hay equidad para todos y me sucede esto.

—Que nadie se mueve de ahí. Estaré en poco tiempo —ordeno antes de colgar.

Tengo el rostro totalmente contraído. No puedes tratarlos normal, al parecer quieren que sea un maldito hijo del demonio todo el tiempo.

Sergei se acerca en cuanto nota mi semblante.

— ¿Qué sucede?

Con la respiración agitada, abro y cierro los puños para tratar de liberar un poco de tensión.

—Necesitamos ir a casi Sergei —dejo mi debo sobre su pecho empujándolo —. Me dirás cómo mierda han entrado a mi casino asesinando a tres de nuestros hombres, la seguridad está bajo tu cargo.

Se ve contrariado, le cuesta procesar lo que le he dicho.

El estrés inmediatamente se aloja en él.

—Sabes que he mantenido mi trabajo intacto —recuerda pasando una y otra vez la mano por su cabello —. Nunca había sucedido algo así.

Dejo de lado su defensa para mirar a la madre de Brianna que escucha mirando alterna a los dos.

—Volverá a la finca, yo me encargaré de esto —la tomo del brazo para que salga del lugar.

— ¿Ahora qué hará con nosotros? —se detiene evaluando.

Esta señora cree que soy como ella.

—Yo no doy la espalda a los problemas y menos a las personas —aparta sus ojos, ha entendido lo que le he querido decir —. No como otros por lo menos.

Muerde perezosa una de sus uñas.

—No debe meterse en eso —la misma patraña.

—Como sea.

Sigo caminando hasta la salida de la cabaña, intenta zafarse de mi agarre.

—Dígame de una vez que sucederá conmigo y mi familia.

Me detengo en seco.

—Todo lo quiere saber y lamentablemente no todo se puede saber —la dejo cuando ya me ha hartado el movimiento constante de sus brazos.

Se cruza de brazos, hay reto en ella.

Me gustan los juegos.

—Escuche Petrov, puedo ser una patada en las bolas cuando me lo propongo.

—Cómo sino me ha quedado claro —levanto la mano para señalar a uno de mis hombres que vienen desde mi casa conmigo, él entiende el mensaje —. Irá a la finca, cuando pase todo tendrá su casa restaurada así como su restauran, dinero en sus cuentas y listo. Ahora lárguese con él. Ya me fió dolor de cabeza.

La dejo en manos de mi hombre, para subir a mi camioneta.

Sergei sube a mi lado, el ambiente está tenso y el aire se puede cortar como un cuchillo.

Arranco a la velocidad alta, soy buen conductor, le decía a mi madre que cuando fuera grande me vería correr un auto como esos hombres que veía en algún comercial cuando anda por ahí en la calle buscando comida.

Suelos, solo son esos, soñaba despierto, porque ya cuando me dormía solo eran pesadillas y si podía dormir. No tenía ese privilegio en ocasiones muy seguidas.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora