Capítulo 53

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Sergei.

Si mal no recuerdo no es la trigésima millones o como se diga de vez que es en esta situación, un arma apuntando a mi sien, yo con la certeza de que me mataran, lo intentaran o algo similar.

La muerte ha sido mi compañera durante toda mi bendita existencia, no, no es así, la mía ha sido maldita, agraciada por poner mi culo en riesgo y ganarme las cosas, gracias a eso he vivido la vida de prostituto que me gusta.

Tengo una buena casa, muchas propiedades y muchos ceros en el banco.

Sé que moriré, no le temo a la muerte.

Témele a la vida, ella es cruel y despiadada, es letal y sin anestesia, te aplasta, te arrastra, te hace sentir miserable, te moldea para levantarte y forjarte con dolor, pero a la muerte no, ella es tan tranquilidad, solo sientes dolor unos segundos y luego es paz, no existe nada más que eso, un espacio blanco u oscuro, no lo sé bien que les toca a los demás, la he tenido a milímetros y para mi es oscura, sé que iré al infierno, por lo tanto debe ser así.

El problema ahora es que si muero, mi sobrino quedará en manos de estos malditos traidores, chantajearían amigo con su punto más débil.

Aquí entre mi putrefacta consciencia y yo, quiero follarme a Marie de nuevo y eso si que me importa, por lo tanto Sergei debes salir de aquí.

Ganas tiempo en lo que llegan por ti, serviré en bandeja de plata a todos los traidores con los que ha estado operando ese hijo de perra de Vladimir.

A Dmitry le gustará descargar esa rabia desde luego con ese cobarde de mierda.

—Oye, podemos hacer esto fácil para ti y también para mí —trato de negociar con este hijo de mala madre.

No soy tan bueno en esa cosa, me aburre la verdad, prefiero mi vida delictiva, ahí pongo tal cual las cosas sin azarar tanto la vida.

Soy un puto humano al fin y al cabo, estoy preocupado por la seguridad de Mikhail que está ido en su mundo de leche y naranja pateando contra la sillita que cuelga de mi brazo.

—No negociaré nada contigo —habla y su saliva salpica mi costado. Que asqueroso, no lo han enseñado a hablar —. Mueve tu culo y deja al mocoso justo ahí.

Digo que no con la cabeza, piensa que esto será fácil, por favor, soy yo, soy el final de todos los principios, ha estado aquí durante varios años, debe conocerme el muy idiota o tener su cerebro tan podrido de cucarachas que no razona.

— ¿Por qué no me mueves tú? —inquiero.

Estoy calculando mis movimientos, aquí quieren a Mikhail, si lo logran será mi maldita culpa que el enano termine en un infierno tanto Brianna como Dmitry destruidos, este ultimo lo matarán sin duda alguna cuando vaya a buscar a su hijo.

Santa maldita mierda.

—Muy gracioso —se jacta.

Me empuja logrando moverme unos centímetros de mi lugar, los mismos en los que dejo al enano en el piso, pidiéndole disculpas en silencio.

El pequeño cuchillo de mi bolsillo es lo primero que cojo cuando me giro justo a tiempo, apunta a Mikhail, mi puñal se entierra en su ojo.

Grita con fuerza, no lo suficientemente alto para, mi mano tras su nuca, la otra sostiene el lado izquierdo de su cara.

Crack. Más o menos creo que así suena el crujir de su cráneo.

La sangre se aglomera alrededor de la fractura, el ojo no deja de sangrar manchando el piso de pesado color carmesí y mi ropa.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora