Capítulo 61

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Brianna.

Me importa muy poco gritonear delante de todos, delante de sus hombres, no debe haber sorpresa por eso, ya antes hemos tenido ciertas riñas delante de ellos, solo que ahora es distinto.

Es distinto porque no me dijo nada durante seis meses que ha estado tan extraño, actuando con cautela, pensando más que nunca y durmiendo menos de lo que hace.

— ¿Qué haces levantada? —las aletas de su nariz se dilatan por el enojo.

Trato de calmar a Irina que no deja de moverse, las emociones, las sensaciones las siente absolutamente iguales, se tensa y a la vez se encoge formando un bulto en mi estómago, la presencia de su padre influye, ella y Mikhail tienen ese algo que no descifro con él.

—Ese no es tema —corto buscando profundizar en él —. Lo que importa es que no pienso permitir que salgas de aquí.

Un tic tac en el nervio de su mandíbula cuadrada se acrecienta, esa particular característica de cuando está enojado reaparece, su iris tornándose más oscuros.

—No me vas a impedir nada, eres...—observo cómo le cuesta terminar su oración. Deja caer su fuerza sobre los reposas brazos de la silla de ruedas —. Vuelve a la habitación Brianna.

Me muevo hacia atrás, me permite hacerlo, una distancia considerable para poder evaluarlo mejor.

—No iré a ningún lado —me esfuerzo por controlar un quejido debido a una patada de Irina y las contracciones, resulta un fracaso, no puedo detenerlo, mi rostro un poco desfigurado por lo mismo.

En cuestión de un parpadeo está a mi lado.

—Date cuenta de lo que provocas con tu terquedad —empuja la silla refunfuñando tras de mí —. No puedes levantarte sin ayuda.

Lo único que se escucha en el pasillo, son las risas de Para y Mikhail en el cuarto de juegos.

Trato de distraerme, hablarle con mi voz interna a Irina, necesito que se tranquilice, de lo contrario dolerá más.

La siento apretada en su cuerpecito, cuando sucede su peso se concentra en un solo lado.

Es una bebé grande, mi estómago está lo suficientemente estirado debido a lo mismo.

—No trates de culparme por esto —suelto una vez estoy menos a dolorida —. Ese juego ya no te queda, me has estado evitando cosas desde hace seis meses. Estoy embarazada Dmitry, no discapacitada.

Me ignora, va directo a la mesilla de noche.

— ¿No entiendes que lo hago por el bien de ambas? —veo preparar mi medicamento —. No puedes alterarte y es lo primero que haces. No vuelvas a gritar delante de mis hombres Brianna.

Como si me importa. Lo que ha dicho entra por un oído y sale por el otro.

No protesto una vez me toma entre sus brazos depositando mi peso en la cama.

Lleva las mangas de su camisa blanca hasta los codos y veo la tan conocida jeringa.

—No me importa donde estés o con quien, voy a gritarte cuando se me pegue la gana —mascullo —. No iras Dmitry, vas a Arabia, no conoces nada, mucho menos hablas su idioma, territorio enemigo.

Creo por un segundo que golpeará algo, si lo que deja las manos en el aire, temblando por la fuerza, se las pasa por su cabello que ahora luce largo y tira, chirriando los dientes en el proceso.

—Iré. —determina sentándose a un lado de la cama, descubre mi muslo, empieza a limpiar el área donde llevaré la vacuna que diario debo ponerme —. Tu, ni nadie va a detenerme, iré por mi hermana.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora