Capítulo 62

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Brianna.

He dormido tanto, no he despertado ni para ir al baño.

Escucho a los lejos a Mikhail enojado.

Es raro que su padre no lo esté calmando, dándole de comer. Es seguro que mi bebito tiene hambre.

Estiro mi cuerpo, los huesos me crujen, la espalda me duele horrores, ya no voy a poder dormir de lado.

—Enano, ya tranquilo, aquí tienes tu comida tragón.

Desde que escucho a Sergei, en vez de Dmitry, enderezo mi cuerpo un poco más rápido de lo permitido. Al enfocar mis ojos, busco por toda la habitación sin hallar rastro alguno del padre de mis hijos.

Toco el lado de la cama que le pertenece. Está tan frío como la nieve que cae ahí fuera.

—Sergei —el aludido está sentando en la mecedora con Mikhail en brazos. Mi hijo solo se encarga de succionar cada gota de leche —. ¿Dónde está Dmitry?

Sigue sin verme, solo se centra en Mikhail.

—Brianna...

Se calla una vez tocan la puerta de mi habitación.

Veo que mi abuelo asoma la cabeza pidiendo permiso y luego entra con una charola llena de alimentos.

Me acabo de despertar, como apenas despierto, esta vez se me ha ido el apetito, el corazón me late desbocado a la espera de una contesta.

—Buen día hija.

Deja la charola al lado donde debió estar Dmitry. En algún lugar de esta estancia debió de estar, no lo veo.

—Abuelo, ¿me puedes decir dónde está Dmitry? A Sergei al parecer los ratones se les comieron la lengua.

Mi abuelo comparte una mirada con Sergei, este último encoge su hombro, eleva a mi pequeño para palmear su espalda con suavidad.

—Verás hija...—tartamudea mi abuelo.

Al verlos a los dos, queriendo evadirme me imagino lo que tanto temí.

—Dmitry no está, eso es, ¿cierto? —inquiero en vano.

Ya sé, puedo leerlos.

—Brianna, debes tranquilizarte, recuerda a la bebé.

Es suficiente. Es lo que necesitaba para estallar.

— ¡Precisamente por mis bebés es que estoy así! —de nuevo tengo el mundo en garganta.

—Hija...

No quiero escuchar a nadie.

—Son todos unos mentirosos —suelto. Cada vez que me altero el vientre se me pone duro —. ¿Por qué no me dijeron la verdad? Ilusa creí que hoy podríamos ver juntos a Irina.

Esas pupilas azules de Dmitry son un engaño, oculta como bien le parece.

Cobarde mentiroso.

No se despidió de sus hijos y hermanas, nos dejó solos, aquí sin su presencia.

—Él estará bien Brianna.

No escucho a Sergei.

—Dámelo y lárguense de aquí —estiro mis brazos para tomar a mi hijo.

Sergei retrocede.

—No puedes quedarte sola con Mikhail Brianna, tienes un embarazo muy complicado, siete meses y medio —recalca.

Estoy tan molesta que no razono a lo que digo.

—No vengan a querer preocuparse por nosotros, cuando pudieron evitar tal cosa.

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