Brianna.
Lloro por dentro, me arden mucho los ojos por retener las lágrimas, odio llorar delante de las personas, siento que me nuestro débil, que soy una débil cuando no lo soy.
No entiendo por cuanto tiempo más podré resistir estas ganas de gritar hasta que me duela la garganta.
Tengo a mi bebé, Mikhail es mi hijo, es nuestro.
Por un momento pienso que es todo un sueño, que solo imagino cosas, no porque sea una asesina no puedo soñar, soñar no cuesta nada.
—Señorita Millers, debe firmar el acta de nacimiento.
Todas mis dudas quedan olvidadas cuando escucho a la abogada, es real, no es ningún sueño.
Observo a Dmitry aún lado, no hace intento por cargar a nuestro hijo, pero tampoco lo ignora, Mikhail está cada segundo con sus ojos en él, parece que su pequeña mente quiere identificarlo.
Tomo asiento sentando, beso su cabeza consecutivamente, aún así me ignora por Dmitry que solo lo mira y nada más.
Con dedos temblorosos sostengo el bolígrafo, plasmando mi firma en un parpadeo.
—Señor Petrov —lo llama la abogada.
Pestañea.
Saca de su saco una fina pluma, lo veo apretarla entre sus dedos, aferrándose a algo para no dejar ver que está tan nervioso como yo.
Se acerca a los papeles, firma y posteriormente un sello de la abogada sobre el documento se lo extiende a mi hombre.
Me pongo en pie para observar ese documento que significa tanto.
Mikhail Petrov Millers.
Es tan real que duele respirar.
Dmitry saca un cheque que entrega a la abogada, otro que da a la encargada del orfanato.
—Su comisión por sus servicios —se dirige a la abogada, luego sus ojos se fijan en la señora mayor —. Este es mi donativo de cada mes. Que tengan buen día.
Acto seguido su mano en mi cintura me ínsita a salir de allí, este lugar creo que le trae feos recuerdos, no mira nada, no quiero tocar nada, quieto irse cuanto antes.
En el camino nos intercepta una chica que ya había visto aquí. Lleva un pequeño bulto en sus manos.
—Estás son las cosas de Mikhail —amedrentada no mira ni la uña de Dmitry.
Voy a tomar el bulto cuando Dmitry aparta mi mano.
—Puede repartirlas entre los demás niños —le informa a la chica que solo asiente.
Se estará volviendo loco.
—Gracias señor.
—Bien —solo dice antes de volver a tirar de mí y salir lo antes posible de ese lugar.
—Dmitry, no tenemos pañales, tampoco leche para el bebé, ¿Estás loco?
La parte trasera del auto es abierta para mí.
—Mikhail tendrá sus propias cosas —hace un gesto de fastidio —. Le compraré todo lo que necesite. Ahora sube.
Eso me agrada, está pensando en nuestro hijo y eso es bueno.
— ¿Iré atrás? —es bien extraño esta conversación. Los hombres se mantienen a una distancia prudente.
—Brianna, no hay sillas para bebés en el auto, ni modo que lo dejes solo atrás, no es seguro ir en la parte delantera con él.
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ALÉJATE © [Corrigiendo]
Ficción GeneralÉl es destrucción, Tóxico. Y ella es su única salvación. +21 NO COPIAR. ES DE MI AUTORÍA.