Capítulo 63

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Dmitry.

La arena ensucia mis botas, mi ropa las cuales se adhieren a mi cuerpo por el sudor del oriente.

Mis hombres lucen igual de sudados que yo. Toman agua, yo no puedo tratar apenas mi propia saliva, es tanta la adrenalina, esa incertidumbre de lo que pueda suceder ahí dentro me está carcomiendo.

No puedo detenerme un segundo, siento que si lo hago el tiempo se ahogará ahí, que cada manecilla del reloj puede perderse.

El tiempo es valioso, es vital e importante, el tiempo pasa y no se recupera, con él se van muchas cosas, oportunidades, delanteras, ventajas, opciones.

No tengo muchas opciones más que matar, sino mato ahora es probable que la cruz venga a mí.

He escuchado por ahí un refrán que dice; para que la cruz vaya a mi casa, que vaya a la ajena.

Solo que yo corrijo algo, no irán a ningún otro lado que no sea el suelo donde están pisando, sus cuerpos serán desmembrado por mis balas de cianuro, no habrá resistencia que los salve.

Una vez una de ellas impacte en sus patéticos cuerpos, comenzará el líquido a quemar esos órganos.

De preferencia disparar, cabeza o pecho, así queda un hueco y las moscas tendrán para comer.

Detesto a ese insecto, pero ahora haré la excepción.

Cada vez estamos más cerca, pongo mi mente en blanco.

Tengo hacienda, llevo días sin tomar ese fármaco que la controla, cuando estoy ansioso mis acciones son más letales, son mortales.

No tengo control de mi mismo, la violencia se apodera de mí, percibo que cambio, es como si ocultase dentro de mí, muy hondo al Dmitry normal, le llamo normal a darte una muerte rápida.

Joder, que creo una vez que Sergei vaya a ver a Ruslan, no encontrará más que su cadáver con gusanos, me he divertido como he querido, no es suficiente para mí.

Quiero utilizar artilugios que me ayuden a infringir dolor de verdad, que puedan romper, causar daños graves, tocar los huesos de mis opositores, aún ellos estando libres.

Puedo oler la sangre, soy capaz de tomar sangre si es lo único que hay para beber. Puedo poner de pretexto que es una transfusión de sangre y disfrutar de ese líquido espeso que saco de los cuerpos que son hechos mierdas por mí, cuando dilatada las muerte de alguien solo por desangre, cortando lo necesario para que emane a chorros y lentos también.

Por eso estudié ciencias naturales, mi materia favorita, anatomía, aprendí todo lo del cuerpo humano, peligro, no tanto y sumamente peligro.

Por las noches a mis trece, quince años, esa edad en la que ya anda por las calles a la hora que se me diera la gana, empleaba mis conocimientos en algún hijo de puta que por desgracia cometía crímenes que yo observaba.

Al día siguiente los titulares mañaneros, vespertinos y nocturnos no hablaban más que de alguien encontrado en algún alcantarillado, en algún río, sin lengua, sin ojos, sin manos, el bosque solía ser mi aliado.

Acuesto mi cuerpo sobre la arena, trepando sigilosos como esas serpientes del desierto.

Estamos a escasos diez metros de la casa.

Es tal y como llevaron planos, fotos y demás, una gran pared la resguarda de aquellos que puedan intentar penetrar esa fortaleza.

Al parecer no pensaron en mí. Que decepción, soy el puto amo de Rusia, tienen a mi hermana ahí dentro, ¿Pensaron que no vendría a por ella? Joder, que soy un hombre honor, honor y venganza.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora