Capítulo 33

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Dmitry.

Siento como la sangre me bulle con violencia en las venas, caliente, la siento cada vez más y caliente en la medida de que mi furia avanza. El iPhone de cuatrocientos dólares puede romperse en cualquier momento por la presión que estoy ejerciendo.

Una de las varias imágenes en la pantalla de mi móvil coincide con el tatuaje que creí exterminar hace años atrás, pero solo fue eso, creí y nada más.

Me estoy sintiendo pura rabia y furia, estoy decepcionado, los muertos que creí más que podridos en donde los enterré y otros los eché al mar, mientras algunos corrieron con la fantástica suerte de ser quemados, les di el honor de ver mi cara a medida de que sus cuerpos se incendiaron, ahora regresan.

—Petrov —me llama Millers pero no estoy en condición de tolerar a nadie. La escucho quejarse al levantarse del mueble con dificultad, no me molesto en mirarla, estoy muy hundido en mi mierda de pasado —. Parece tomate, ¿Sucede algo?

Giro sobre mi eje para enfrentarla, mi mirada al escrutinio con enojo.

—Es obvio que sucede algo —contesto tosco, no siento arrepentimiento y su mirada no da más que furia en mi dirección —. No te metas en lo que no te importa Millers.

La rabia se acrecienta en cada una de mis facciones.

—Tu mierda no la untes en mi Petrov, yo no soy uno de tus soldados, por mi vete a la misma mierda —toma su chaqueta manchada en sangre, con dificultad se la coloca.

—Corrige tu maldito lenguaje hacia mí, hablo como se me da la gana —refuto con enojo, ¿Quién se cree?

—Mira a quién le hablas Petrov, no te tengo miedo —me da el frente con los ojos inyectados en oscuridad.

Aprieto mi mandíbula con suficiente fuerza, aprietos los puños a mis costados para no descontrolarme y decir más. Nunca le pegaría no con violencia hacia el feminismo, sin embargo, me conozco, sé quién soy.

—Deberías tenérmelo —sugiero. A veces odio que no me tenga miedo —. No eres nadie comparada conmigo.

Sin verlo venir, su puño se impacta en mi cara.

—Por más que lo digas que no soy nadie, sabes que soy mucho más de lo que esperas —estoy conteniéndome, nunca una mujer me pegó. Odio los malditos golpes.

—Largo de mi vista antes de que me arrepienta —hablo con ímpetu, los dientes me castañean por la fuerza ejercida.

—Me voy porque quiero, en todo caso tú deberías largarte de aquí, es el departamento de Marie —toma el arma en su mano no lastimada, parece olvidar el dolor —. Tampoco busques sexo en mí Petrov, no lo tendrás, no al menos de que dejes de ser un estúpido.

—No mandas, tampoco tomas las decisiones —la detengo.

—Pues fácil, puedo romper el maldito contrato. Recuerda que yo también he tocado el infierno.

Se aleja para salir del departamento.

Rompo lo primero que encuentro a mi paso, un bonito jarrón, bien, lo hice añicos.

Sergei aparece sorprendido y expectante.

—No estás en tu casa para destruir —regaña como si soy un niño pequeño.

—No eres mi padre para regañarme, no te metas —escupo.

Sergei se cruza de brazos, está con su cara de me lo dices o lo investigo.

—Supongo que por tu mal genio Millers se fue, ¿no? —inquiere, más bien afirma.

Bufo, quito mi saco caro. La herida en el hombro se ha abierto y derrama sangre, tomo el alcohol y lo echo encima de la camisa donde está la herida. Amo el escozor que produce.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora