Capítulo 12

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Brianna

Tenía la vaga esperanza de que quién me haya estado siguiendo hubiera sido Petrov. Todo sería diferente, tendría a quién reclamarle, buscar respuestas y porque no, tener algo para hablar con el rey de hielo.

Sin embargo, al saber que no fue él, lo primero que pensé es que me tocaría enfrentar algo desconocido, aunque en el fondo me hago a una idea.

Es él, me ha encontrado y viene por mí. Viene a cobrarse lo que le hice, pero yo, yo mataré y descuartizaré a quién tenga que hacerlo para sobrevivir. Es cierto que mi vida es una mierda y que no tengo motivo alguno para vivir, no obstante, yo decido y manejo mi presente, así como mi futuro.

Si quiero acabar con mi vida lo haré yo misma, pero sino, la defenderé, no me queda nada mal matar a más de una persona. Hace mucho tiempo que no me mancho las manos de sangre y la ansiedad me carcome.

—¿De qué habla, señorita Miller?

Su ronca voz me saca de mis pensamientos y me lleva a mirarlo.

Es sumamente atractivo y atrayente. Su cuerpo es musculoso de forma correcta, su cara y voz le hace justicia a semejante espécimen, tiene unos labios apetecibles. Dmitry Petrov es el tipo de hombre que lleva a una a pensar muy sucio, demasiado y no soy tan inmune a su efecto, solo que yo no soy ninguna resbalada.

—Tengo enemigos como la mayoría de las personas —respondo simple.

Por más simple que sea la respuesta, yo sé y lo sabe él por la forma en la que me está mirando, que no es nada de simple como suena.

Ignoro más cosas y tal vez no deba hacerlo. Quizás deba buscar respuestas a muchos detalles que mi familia me ha estado ocultando.

Puede ser ese bastardo o puede ser enemigos que haya por los secretos que sé que me oculta el asco que tengo por familia.

Tal vez deba hacer una visita pronto.

—Eso no funciona conmigo, Miller —masculla levantándose.

Miro su culo musculoso cuando camina a dónde están los trastes. Me pregunto, ¿Quién limpia aquí? Todo está malditamente ordenado y me temo que no durará mucho así mientras yo esté bajo este techo, no soy buena para ordenar.

Toma un plato, vuelve. Esta vez se sienta a mi lado y empieza a servir comida de la que hay, que al parecer ha traído él.

— ¿Sabe? —me presta atención. Desliza el plato de comida frente a mí y tomo un bocado —. No me interesa si no va con usted, tampoco es un asunto que le pueda importar.

Continúo masticando.

Por las facciones de su rostro me doy cuenta de que no le ha agradado mi respuesta.

—Esa lengua, Miller —señala mi boca y yo saco mi Lengua para limpiarme los labios. Su mirada va ahí. Él no es inmune a mí —. Cuide de que no se la corten o en caso contrario... Se la muerdan.

La forma en la que dice lo último, es gruesa, ronca, varonil, te hace vibrar.

El asunto va por donde no debe ir.

—Para hacerme eso, un hombre tiene que tener los suficientes cojones, las bolas bien puestas y cuidado que, si se descuida, se las corto.

Mis palabras van con doble sentido.

Él sabe y yo lo sé que ambos nos estamos retando.

—Las tengo más que puestas —contesta y se acerca un poco.

Siento que está invadiendo mi espacio personal, no me gusta, porque no quiero tener que hacer algo en su contra.

Continúo masticando mi comida, no lo miro. No responderé a sus insinuaciones.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora