Dmitry.
Estamos volando a Rusia desde hace unas horas, no daría clases este lunes sino al día siguiente.
Tomar un vuelo con regreso a mí país no es algo que yo haga, mi avión privado siempre está listo para cuando necesito usarlo y solo debo hacer una llamada. Millers viene conmigo como es de suponer, se mantiene tranquila, frívola más que nunca, relajada, no se apea de encima esa correa con oro mucho menos y aunque ella trate de no mostrarlo, de no dejarme ver su desconfianza hacia mí en cuanto a lo que hay dentro del interior de aquella correa, sé que la siente, por el simple hecho de que ella y yo somos muy parecidos, lo que me lleva a que es tan buena ocultando sus emociones de la personas, como lo soy yo.
-En cuanto lleguemos a la casa, su vida cambiará Millers -mi voz llama su atención. Levanta su cabeza y sus ojos azules se encuentran con los míos, tan llamativos en color e inexpresivo como la oscuridad.
Desabrocha su cinturón y rueda hacia al frente su asiento.
- ¿En qué sentido? Porque si se refiere a mi vida como mafiosa y el trato que tenemos eso lo tengo claro, lo que no tengo claro es lo que usted Pero, lleva diciéndome en doble sentido -me analiza antes de ponerse cómoda en el asiento y cruzar las piernas.
Quiero ver que hay detrás de ese ajustado jeans, un gran trasero, pero quiero deleitarme sin nada de por medio.
- ¿Tengo que recordarlo? -inquiero poniendo los ojos en blanco -. Usted sabe a lo que me refiero.
Se muerde el labio y cruza los brazos bajo sus pechos, estos sobresalen sobre la tela de su blusa manga larga blanca formando una perfecta curvaa. Siento un tirón en mi entrepierna al recordar lo rico y delicioso que se sienten estos en mi boca y bajo mi tacto. Paso saliva y mojo mis labios, de pronto mi boca se siente seca.
-Bueno, eso, ¿No me puede dar un anticipo? -la curiosidad está bailando en sus ojos.
Extiendo mi mano y tomo dos vasos de la licorera y sirvo whiskey para los dos.
-Solo le voy a decir que le haré muchas cosas Millers, demasiadas -musito en voz lenta y ronca.
Extiendo el brazo y ella alza una ceja antes de mirarme a mí y al vaso.
- ¿Quiere emborracharme? ¿Para qué? -me interroga y toma el vaso con expresión divertida antes de darle un trago y provocarme al limpiar los labios con su lengua.
-Seducirla -traga saliva y veo la expectación -, no obstante, nunca tocaría a una mujer sin consentimiento.
Mi respuesta le satisface y alza la copa para brindar.
No hacemos nada más que hablar y beber durante un rayo, no tiene igual de resistencia al alcohol y trabajaré en eso con ella. Hablamos de territorios y de cuantos hombres más o menos tengo a mi disposición. Cientos, miles, pero son muchos.
No pasamos más de ahí, solo nos miramos, sin embargo ni borracha deja sola esa correa. No nos levantamos del asiento hasta quedarnos levemente dormidos, dado que yo casi nunca duermo, siempre estoy alerta, a cualquier cosa, la circunstancias de la vida te hace precavido.
***
Manejo en dirección a la casa en mi auto, Millers viene a mi lado en silencio y ambos mantenemos una distancia prudente del otro, es casi la noche aquí en Rusia, es un largo vuelo desde Estados unidos, continente americano a Rusia, continente europeo.
Bajo del auto para abrir la puerta con mi huella, en mi ausencia mi fortaleza debe estar resguardada más que nunca, es mi lugar sagrado y me tocan las bolas si la tocan.
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ALÉJATE © [Corrigiendo]
General FictionÉl es destrucción, Tóxico. Y ella es su única salvación. +21 NO COPIAR. ES DE MI AUTORÍA.