Capítulo 38

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Brianna.

Su mirada se oscurece y no precisamente de deseo, sus ojos contiene algo bestial en ellos, algo tan oscuro y profundo que te hace temer, pero ya yo no le tengo miedo a nada, nadie me intimida, solo me pueden lastimar con esa pequeña personita que me costó tanto dejar en ese hospital.

Soy sorprendida por su gran mano alrededor de mi cuello, mi espalda golpea la pared cuando me empuja contra ella con fuerza. El aire abandona mis pulmones.

—Repite lo que dijiste —arrastra cada palabra, los dientes de su boca chocan entre sí. Está ejerciendo presión en su mandíbula así como en cada musculo.

Nunca lo he visto tan grande como ahora, la vena de su cuello sobresale, sus cejas están tan juntas por la fuerza en su frente y a medida de que lo veo crecer, ejerce un poco más de presión en mi cuello.

—Dije que me acostaré...—se me dificulta pronunciar cada palabra, busco aire como un pez enjaulado —, me acostaré con alguien, pa...para adoptarlo...—trato de tomar bocanadas de aire, es en vano, él parece querer matarme, no sé en qué momento Dmitry se ha vuelto tan violento por un comentario que no debería darle importancia.

—Retrate —exige sin despegar sus ojos azules de los míos, ahora no sin azules, son negros.

Muevo mi cabeza en negación, no lo haré.

—Me estás, me estás asfixiando —ya casi no puedo respirar, mi cara ha de estar roja.

Me sueltan sin previo aviso, caigo contra el mármol tosiendo. Mis pulmones reciente la falta de aire y la ingesta del mismo con urgencia.

—Haré de cuenta que nos escuche ninguna de la mierda que dijiste —ruge más que furioso.

Agarro mi cuello, seguro dejó alguna marca, pero es lo que menos me interesa.

Dmitry está fuera de sí.

—No es ninguna mierda —tapo mi boca cuando toso, he olvidado las heridas de mi cuerpo, el tiempo ha pasado sin darnos cuenta —. Solo digo lo que haré en voz alta, tómatelo como una información, tampoco te estoy pidiendo permiso, no vuelvas a tocarme.

Lanza el saco que descansa en su antebrazo con fuerza sin medida al piso.

—Eres demasiado terca Brianna, pero has sobrepasado tus límites.

Me encojo de hombros como quien no quiere la cosa, como a quién no le importa nada y a ciertamente no me importa nada de lo que tenga él para decirme, ya escuché demasiado tiempo a las personas intentando decirme lo que tengo que hacer, los vecinos, los tres hijos de puta que se hacen llamar mi familia, todas las personas que están a mi alrededor.

Ya soy bastante grandecita, no soporto que me digan lo que tengo que hacer. Pierden su tiempo intentándolo, como quiera no les hago caso.

—Sobrepaso lo que quiera —le doy la espalda dispuesta a seguir a la que hasta ahora es mi habitación, sigue detrás de mí.

Bien, este no me dejará en paz.

—Te acabo de decir los riesgos de tener un bebé en la mafia, expondrás a ese bebé a una vida de mierda, donde podrá ni respirar tranquilo —masculla evidentemente fastidiado —. Eso es algo que no voy a permitirte, como mucho menos que un perro ponga sus sucias manos sobre tu cuerpo.

Ah, ese es el problema.

—Tu problema no es que te preocupa el bebé, sino tu puto ego —escupo cada palabra.

Me quito las botas y la lanzo a donde sea, si le da alguna en la cabeza mucho mejor, así deja de seguir mi culo y tratar de persuadirme de mi objetivo, lo cual no logrará.

ALÉJATE © [Corrigiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora