Debe ser una broma...

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Todo lo vivido aquella noche volvió a mí como una película con solo ver su rostro. ¿Qué mierda está haciendo Ryan Nolan en Berlín? ¿Y por qué no está en la cárcel o en rehabilitación? antes de seguir cuestionándome todo eso, noté que tenía un golpe en su cabeza que no dejaba de sangrar. Me saqué mi chaleco y lo presioné contra la herida esperando a la ambulancia, que llegaron minutos después. Allí lo pusieron rápidamente en una camilla y se lo llevaron. Luego llegó la policía, el hombre que manejaba el camión estaba llorando mientras le explicaba lo que pasaba. Un oficial se acercó a mí y me preguntó algo en alemán. Y aunque no entendí nada, supuse que me pidió ser de testigo, así que me fui con él.

Mientras estaba en el auto de de la Polizei le envié un audio a Jack: Jack, atropellaron a una persona frente a mi, y como lo vi todo me llevan de testigo para declarar. Estoy bien. No te preocupes. Te aviso cuando salga.

Luego de explicar en inglés todo lo que vi en la comisaría, pregunté el hospital a donde llevaron a Ryan y me encaminé para allá. No sé qué era lo que esperaba yendo, pero supuse que no me gustaría quedarme así luego de encontrarlo de casualidad, y de esa manera. Dentro de mí también esperaba que estuviese bien. Tenía todo su rostro golpeado, y una gran contusión en su frente. De solo ver la forma en que salió volando a causa de ese camión preocuparía a cualquiera. Jack me estaba llamando. Supuse que recién terminó su entrenamiento, y acaba de escuchar mi audio.

—Jack, hola. —respondí.

—Emma. ¿Dónde estás? —me preguntó con una voz claramente preocupada.

—Estoy en camino al hospital a ver la persona que atropellaron. —Afirmé. ¿Cómo le explico que esa persona es Ryan Nolan? Aquel boxeador al que le ganó, que se convirtió en nuestro amigo días después. Y que padecía trastorno de doble personalidad en secreto. Se suponía que se entregó a la policía por voluntad propia. Lo vimos con nuestros propios ojos en las noticias. ¿Era posible que en un año haya salido y ahora esté viviendo en Alemania? ¿Acaso tiene sentido?

—Envíame tu dirección. Voy para allá.

Llegué al hospital luego de unos diez minutos en taxi. Tuve que dejar amarrada a Maya en la entrada porque no se permiten animales. Acaricié su cabecita y corrí a la recepción a preguntar por él. Tercer piso, me dijo la señorita. Subí las escaleras rápidamente hasta llegar a la sala de espera. La luz de operación estaba encendida al final del pasillo. Me quedé allí esperando, agitando mi pierna en el asiento. ¿Por qué estoy tan nerviosa? ¿No lo había superado ya? minutos después la luz se apagó y salió de allí un médico con bata y cabello blanco.

—¿Ryan Nolan? —preguntó con acento. Habían más personas allí pero nadie se levantó. Recordé entonces que no tiene ningún familiar cercano. Sus padres habían muerto en un accidente cuando era pequeño. Me acerqué al doctor y antes de que dijera algo aclaré: No hablo alemán.

— ¿Familia? —preguntó en inglés.

—Amiga. —respondí. Y es que no supe qué más decir.

—La operación salió bien. Hicimos 8 puntos en su frente. Fue una contusión fuerte, necesitará reposo esta semana, por lo menos. Pero no tuvo repercusiones en el cerebro. Lo demás son golpes menores. Tuvo mucha suerte. —suspiré aliviada con mi mano en el pecho—. Despertará pronto. Por si quiere verlo. Fue trasladado a la 407.

—Muchas gracias doctor. —enseguida subí las escaleras. ¿Lo iré a ver? ya sé que está bien. ¿Qué le diría al verlo? ¿Se acordará de mí? ¿De lo que pasó? mis piernas se movieron solas hasta llegar frente a la puerta. Tomé aire y giré la perilla despacio. En una tenue luz blanca que iluminaba la habitación estaba él con sus ojos aún cerrados sobre la cama. Me acerqué hasta su lado. Tenía su frente vendada, haciendo que sus rizos dorados salieran en todas direcciones. ¿Cómo es posible que nos hayamos encontrado en el mismo cruce? En la misma ciudad, y en otro país. No tiene sentido. Pensé que no lo volvería a ver nunca más. Y aquí estoy frente suyo, esperando arreglar algo que quedó roto en el pasado.

Aún usaba argollas en las tres perforaciones de su oreja izquierda. Y con la bata del hospital se podía ver el tatuaje del fénix en su antebrazo. Por si aún me quedaban sospechas de que tuviera un hermano gemelo, me parecía imposible que tengan los mismos tatuajes.

Abrió sus ojos lentamente. Sus ojitos verde opaco me confirmaron que era él. Sentí algo en el pecho que me costó descifrar. ¿Miedo? ¿Lástima? Apenas me vio, cambió su gesto como si hubiese visto un fantasma. Entonces sí me recuerda. Esbocé un pequeña sonrisa y hablé:

—Hola Ryan... 

EMMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora