Luego de horas en el auto, entre las peleas de los rubios de atrás, Mía cantando a todo pulmón y yo discutiendo con ella. Entendí que a Jack le urgían las ganas de dejarnos a mitad de la nada e irse de allí para volver a entrenar. Y es que era demasiado ruido. Ni siquiera cuando estoy con Ethan y Marc es de ese calibre, y eso que nosotros somos los adolescentes. El paisaje se volvió completamente blanco mientras nos acercábamos al centro de esquí. Nuestro camino era una pequeña pista rodeada de infinitos bosques nevados.
—¡¿Quién de aquí es bueno esquiando?! —preguntó Mía de repente, levantando su mano.
—A mi me gusta bastante. —admitió Jack.
—¿En serio? ¡Genial! ¡Vamos a competir!
—Yo nunca he esquiado. —dijimos al unísono con Ryan. Jack me miró de reojo un segundo. Bajé la cabeza instantáneamente. Genial, ahora parece que somos súper unidos.
—¿Enserio? ¡Pero cómo no! —de suerte Mía habló antes de que se creara un silencio incomodísimo. Esto es malo. Una coincidencia más y Jack estará sospechando. Haré mi mejor esfuerzo por esquivar a Ryan durante este viaje. Luego de esta semana no lo veré más y todo volverá a la normalidad. Sólo una semana.
A medida que avanzábamos comenzó a nevar y el camino se tornó más complicado. Los vidrios se empañaron rápidamente y la vista se nubló lo suficiente como para no poder ver a dos metros delante del auto.
—¿No deberíamos detenernos un poco hasta que deje de nevar? —pregunté preocupada.
—¿Y si paramos y nos quedamos sepultados? —soltó Mía.
—Según maps nos quedan solo veinte minutos para llegar al hostal. —añadió Ryan.
Los tres esperábamos las indicaciones de Jack, que era el que manejaba. El auto se movía irregularmente con la nieve. Empezaba a oscurecer, y mientras pasamos por las curvas, el precipicio de al lado se veía como una tenebrosa mancha oscura. Saltamos todos con un bache en el camino y el motor del auto se apagó. Intercambiamos miradas asustadas.
—Se apagó por seguridad. —afirmó Jack. Pero al encenderlo de nuevo, no pudo avanzar. Sonaban las ruedas moviéndose, y alrededor podíamos ver una nube de contaminación saliendo del motor. Pero el auto no avanzó ningún centímetro—. Mierda.
—¿Nos quedamos atrapados? —preguntó Mía. Enseguida abrió la puerta para bajarse del auto. La tormenta había crecido, y en esos pocos segundos que estuvimos detenidos, la nieve había tapado el vidrio delantero. Abrí la puerta y me asomé, el viento helado congeló mi nariz en segundos—. ¡Estamos atascados en un hoyo! —gritó la rubia desde las ruedas de atrás. Jack se bajó y fue hasta allí. Se devolvió enseguida y le hizo una señal a Ryan.
—Saquémoslo. —dijo, el rubio lo siguió.
—¡Emma tienes que ver esto! —gritó Mía. Me bajé también y corrí donde ellos.
—¿Qué pasa? —pregunté, Jack y Ryan estaban con sus manos a cada lado de la parte trasera del auto.
—Quieren mover el auto sólo con las manos. Que sexy... —suspiró.
—¡Tu anda a encender el motor! —gruñó Ryan. La rubia bufó y se subió al asiento del conductor. Limpié mi rostro reiteradas veces por la nieve, podía ver que el hoyo en que estaba estancada la rueda era bastante profundo. Parecía difícil de mover así nada más.
—¿Está bien que hagas tanta fuerza? —pregunté, con mis ojos en Ryan. Ambos se dieron vuelta a mirarme—. Digo, te dieron de alta apenas ayer...
¡Mierda Emma! ¡¿Por qué dijiste eso?! ¡Ahora si parezco preocupada por él!
—Estoy bien. —respondió luego de reaccionar. Estuve ignorándolo todo el viaje, de seguro no se lo esperaba.

ESTÁS LEYENDO
EMMA
RomanceSEGUNDA PARTE DE JACK CALLEN. * Emma es una joven de dieciocho años que está por empezar una nueva etapa en su vida. Desechar traumas y recuerdos nunca es fácil. Sobretodo cuando aquel boxeador profesional aparece de nuevo en su vida con una propues...