Sus gestos al hablar. Tiene más hábitos de los que parece. Sus manos se mueven cuando te está contando algo. Al rodar los ojos da la impresión que se tornan de un verde oscuro y luego vuelve al claro. Tiene un lunar bajo el ojo izquierdo, pero la mayoría del tiempo está escondido bajo sus pestañas claras.
Ya olvidé de lo que hablamos.
Su nariz y sus ojos se arrugan al reír. Lleva la cabeza atrás cada vez que algo le parece divertido. Luego vuelve, me mira de nuevo, como si estuviese analizando cada detalle en mi rostro. Pero no me incomoda. Me contó la vez que se hizo el tatuaje de fenix. Fue la primera vez que ganó una pelea oficial. Tenía dieciséis años.
Lo olvidé de nuevo.
—Tus ojos son un misterio. —me dice de repente. Me acomodé en el sillón, al principio estábamos cada uno en una esquina. Pero en algún momento de la conversación quedamos los dos en el centro. Yo con mis piernas abrazadas, él con su metro noventa y seis estirado, sus pies casi llegaban a la chimenea. Ladeé la cabeza. Era la primera vez que me decían eso—. A veces se ven blancos. Y siento como si pudieras ver a través de mí. —Lo dijo tan convencido que me hizo reír—. Lo digo en serio. —insistió con una sonrisa. Pasó su lengua por sus labios y achicó los ojos—. ¿Tienes más pecas que antes?
Rodé los ojos.
—Puede ser...
¿Acaso él también estuvo fijándose en detalles míos mientras hablábamos? otra cosa en la que coincidimos, supongo. La diferencia está en que yo no le digo. No podría. Sacó su celular de su bolsillo y levantó las cejas.
—Se han demorado. —soltó, refiriéndose a Mía y Jack. Ya era bastante tarde. Se nos pasó las hora conversando—. ¿Qué vas a hacer cuando lleguen? —me preguntó. Ladeé la cabeza sin entender—. ¿Te vas a amurrar?
Solté una risita irónica.
—No... lo que molesta no es que Mía y Jack se lleven bien.
—¿Entonces?
Miré hacia el fuego y suspiré.
—Sé que hay cosas que Jack no me cuenta. Sobre todo cuando se trata de boxeo. Y sé que no debería preocuparme, después de todo no me lo dice porque son cosas que yo no entiendo.
—No me parece. —lo miré a los ojos y siguió—. Aún cuando hay cosas que no entendemos de la otra persona, podemos escuchar. Tu lo amas. Harías lo que fuera por tratar de entender. Y si Callen no puede ver algo tan simple, es un idiota. —Escondí mi rostro en la manta peluda en la que estaba envuelta. No quería que viera mi sonrisa. ¿Por qué me hace feliz que diga eso? no tiene sentido. Puso su mano en la manta para tratar de quitármela, pero no lo dejé—. ¿Qué pasa? —preguntó entre risas.
—Nada... —murmuré.
—¿Entonces por qué te escondes?
—¿Pues porque no quiero ser vista? —ironicé.
—¡Pero por qué! —tiró de mi manta de nuevo, pero comencé a patalear como niña pequeña. Mis pies chocaron contra sus piernas y luego su otra pierna. Mierda. Entonces entendí que Mía tenía razón. Era enorme. Me detuve enseguida y bajé la manta por mi cabeza despacio. Lo primero que vi fue su expresión de dolor.
—Perdón... —susurré. Ryan me fulminó con la mirada mientras mordía su labio inferior. Y a pesar de que era por el dolor, me pareció muy sexy. No pude evitar reírme. ¿Enserio fue boxeador profesional y se lamenta así por una patada de una niña es sus partes bajas?—. ¿Estás bien?
Él asintió con la cabeza, apoyándose nuevamente en el sillón. Escuchamos una voz chillona a lo lejos y supimos enseguida de quién se trataba. Jack y Mía aparecieron por la esquina. Venían conversando alegremente y se detuvieron al vernos. Jack me miró a mí y luego Ryan. Yo miré a Jack y luego a Mía. Mía me miró a mí y luego a Ryan. Y Ryan, no tengo idea porque lo tenía a mi lado.
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EMMA
RomanceSEGUNDA PARTE DE JACK CALLEN. * Emma es una joven de dieciocho años que está por empezar una nueva etapa en su vida. Desechar traumas y recuerdos nunca es fácil. Sobretodo cuando aquel boxeador profesional aparece de nuevo en su vida con una propues...