Extra

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Me quedé durante largos minutos viendo la acera desde la ventana. Parecía que podría derretirse con el calor que hacía. De repente pasaban algunas personas por el río. Se detenían a mirar las aguas y luego seguían su camino.

Se escucharon unos pasos arrastrados por las escaleras, y luego su voz me despertó.

—¿Dónde dejo esto jefa?

Volteé a verlo cargando varias cajas entre sus brazos y me levanté de mi silla.

—En la bodega. Todavía nos quedan de esas.

—Okey.

Sin más, las levantó otra vez y se fue por donde vino. Habían muchos de estos días. En que nada pasaba, a veces ningún cliente entraba. De cierta forma eso me hacía feliz, porque significaba que todas las mascotas en Riverlight se encontraban bien. Mientras tanto, me gustaba observar hacia afuera, la tranquilidad de esta bella ciudad. Recuerdo que cuando les conté a Ethan y Marc que quería quedarme aquí y abrir mi clínica veterinaria, enseguida trataron de convencer de que lo hiciera en Sídney. Tienen razón en que allá hay más gente, más perros también. Pero también significa más competencia. A mi me gusta aquí. Mis fieles clientes vienen a comprar la comida para sus mascotas y hacerles un chequeo cada mes. Ya los conocía a todos, me sabía sus nombres y preferencias, y así me quería quedar.

Cuando la campana sonó, me di vuelta enseguida para ver hacia la entrada, antes de la persona que sostenía al perro, vi la sangre caer al piso de baldosas blancas, y grité el nombre de Joshua sin pensar.

No sé qué palabras le dije al dueño que no dejaba de llorar, solía podía pensar en la cirugía que estaba por realizar. En momentos como este, no hay tiempo que perder. Un accidente podía pasar en cualquier momento, por eso, debía estar siempre lista.

—No dejan de impresionarme esos momentos. —inspiró de su cigarro y botó el humo con un suspiro—. Sin importar cuántas veces lo vea.

Me senté a su lado en la banca y asentí.

—Te entiendo.

—Va a estar bien, ¿Cierto? —me miró a los ojos preocupado. Sólo es dos años menor que yo, pero supongo que la experiencia influye mucho en momentos como este.

—Claro que sí.

Me levanté y estiré los brazos en el aire. Dejé mis manos en mis caderas y me volteé hacia él.

—Ya puedes irte Joshua, yo cerraré.

—Jefa. —apagó el cigarro en la banca y se levantó para quedar frente mío. Estiré el cuello para verlo a los ojos, que parecían que querían decirme algo—. Es un día como para ir a tomar unas cervezas ¿No cree?

Estiré los labios al ver sus cejas alzadas y negué con la cabeza.

—Mejor ve a descansar.

Me giré y caminé hasta la puerta, la campana de la entrada tintineó al mismo tiempo él sostuvo mi muñeca. Me detuve allí y me soltó enseguida.

—Jefa... hace tiempo que me rechaza cada vez que la invito a algo. No sé si habrá una razón para eso, o es que ya se dio cuenta de lo que siento.

Cerré los ojos con fuerza y suspiré.

—Joshua...

—Yo, lo he notado. Algo pasó ¿No es así? me dijo una vez que no estaba saliendo con nadie pero, su expresión ha cambiado últimamente, puedo verlo. Si ya hay alguien en su vida, me gustaría saberlo. Así puedo superarla y seguir adelante.

Observé con atención sus ojos cafés temblar y tomé aire.

—Tienes razón. —su cuerpo se tensó enseguida con mis palabras—. No mentía cuando dije que no estaba con nadie. Y tampoco es que algo haya cambiado, pero... —deslicé mis mechones de cabello detrás de mi oreja y recordé su rostro—. Algo que se había detenido hace años, empezó a moverse de nuevo. Por eso yo, no puedo corresponder tus sentimientos. Lo siento.

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