Verde opaco

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Trató de acomodarse en la cama pero lo detuve. Se notaba súper incómodo. Hasta asustado con mi presencia. 

—¿Cómo te sientes? —pregunté. Él se tomó la cabeza y asintió. 

—Estoy bien... ¿Qué pasó? 

—Te atropelló un camión. Saliste volando y te golpeaste la cabeza. Te hicieron 8 puntos. Pero el doctor dijo que todo salió bien, por suerte. —Negó con la cabeza y me miró a los ojos. Como si me estuviese penetrando con ese verde opaco. Lo sentí. Lo sentí en mi pecho y quise huir. 

—Yo te vi. —soltó confundido, con la vista perdida en una esquina de la habitación—. Estaba cruzando la calle, y te vi al otro lado. Pensé que estaba loco. Te cortaste el cabello, y estabas aquí en Berlín. Me pareció ridículo. Pero al final si eras tú. —me miró con una expresión tan intensa que me estremeció. Pero no podía descifrar en qué estaba pensando. ¿Está feliz por verme? ¿O triste? de repente soltó una risita y lo miré extrañada—. Apenas te vi me atropellaron. Vaya karma. —sonrió al decirlo, y no pude evitar reírme un poco. (Sólo un poco) aquella sonrisa me recordó al Ryan amable que conocí en una primera instancia. Me hizo pensar que se encuentra bien, y que me alegra que así sea. Nos miramos unos segundos y luego entró una enfermera a la habitación. 

—Ah. Yo me voy. —le dije despacio. Él asintió. 

—Gracias por venir, Emma. —se me hizo un nudo en la garganta al escucharlo. Salí de allí y bajé las escaleras. Jack me estaba llamando. 

Lo encontré a la salida junto con Maya. Me miró preocupado. 

—¿Estás bien? —apenas lo dijo tuve que mirar hacia arriba para aguantarme las lágrimas—. ¿Emma? —se acercó a mí con su voz tranquila y me abrazó antes de que le respondiera. Lo rodeé con mis brazos y lloré como una niña. Jack acarició mi cabello con delicadeza—. Te asustó, ¿No? —Asentí, quedándome un rato más escondida entre sus brazos. En ese momento no pude decirle que el accidente no era la causa de mis lágrimas. 

De camino al hotel le conté un poco cómo pasó. En realidad le dije todo excepto que la persona era Ryan Nolan. No pude, y no sé por qué. Tal vez pensé que Jack está muy ocupado ahora con su entrenamiento y no quería preocuparlo o distraerlo. Tal vez no quería que nos alejemos por esto. Conociéndolo, se iría a otro país solo por tener la seguridad que estoy a salvo. Recordé los ojos de Ryan hoy, y pensé de nuevo que no quería dejarlo así. No podía. 


Al día siguiente saque a pasear a Maya temprano para poder salir sola al hospital. Le dije a Jack que iría a ver unas tiendas en el centro mientras él entrena con Alex. Llegué temprano al hospital, preguntándome en mi cabeza cómo reaccionaría al verme. Por lo de ayer parecía que no esperaba que volviera. ¿Sería muy raro? no sé qué es lo que quiero conseguir de esto, pero es algo parecido a superar traumas del pasado. Y el primer paso es enfrentarlos. 

Toqué la puerta y escuché su voz del otro lado dejándome pasar.  Sonaba mucho mejor que ayer. Estaba sentado mirando hacia la ventana. Al verme, abrió los ojos sorprendido. Pronunció mi nombre casi en susurro. Sus ojos brillaron, y pestañeó varias veces incrédulo. 

—¿Qué haces aquí...? —preguntó en voz baja. Cerré la puerta y me acerqué silenciosa. Una leve nieve se veía caer desde la ventana. Me saqué mi abrigo y me senté en la silla a su lado. 

—Sólo... vine a verte. —respondí acariciando el abrigo sobre mis piernas.

—¿Qué? ¿Te sentiste culpable por mi atropello? —preguntó irónico. 

—¿Acaso debería? no es culpa mía que te sorprendas tanto con mi presencia que te detengas a mitad de la calle. —solté haciéndolo reír. 

—Tienes razón. —me miró unos segundos y luego deslizó los labios formando sus margaritas—. ¿Cómo estás? —sonreí ante su pregunta.

—Bien. Bien... ¿Y tú? ¿Por qué Alemania? 

—Me recomendaron un psicoterapeuta de aquí. —Abrí los ojos con su respuesta. No me esperaba tanta sinceridad. 

—Entonces... sigues en rehabilitación. 

—Me quedan por lo menos 3 años más de sesiones. —miré sus ojos tranquilos y asentí—. Y por si te lo preguntas, acaban de darme la libertad condicional. Hasta el mes pasado estuve en la cárcel. —Me mordí el labio por dentro al oír eso. Ryan estiró sus brazos en la cama y luego los dejó caer—. Debo admitir que pensé que nunca más nos veríamos. Pero si quieres puedes pedir una orden alejamiento, si te preocupa que esté rondando por allí. —Lo fulminé con la mirada enseguida ante su broma. 

—No digas estupideces. No vendría hasta aquí si esas fueran mis intenciones.

—Emma... quiero disculparme. Quiero pedirte perdón como es debido, pero por más que quiera no podría ser sincero al respecto. —levanté la cabeza y lo miré confundida. 

—¿De qué hablas? 

—No lo recuerdo. No recuerdo nada de lo que pasó en el restaurant. Me explicaron todo, sé que te hice daño. Pero por más que trato no logro acordarme. —Sentí mis manos sudar frío. No podía creerlo. ¿Es enserio? ¿No se acuerda de nada? ¿Incluso después de un año? recordé ese día nublado en la playa. Cuando Jack lo molió a golpes por razones que Ryan no entendía. Su puño golpeando la arena cuando nos alejamos esa última vez. Y su rostro lleno de confusión suplicando por respuestas. No había cambiado. Ese lapso de tiempo no se retuvo en la mente de Ryan. Para él nunca pasó, y continúa pagando por ello. 

—Así está bien. —solté. Me miró pasmado—. No tienes que saber. Es mejor que no lo recuerdes. Para mi es lo mismo. —Miré sus ojos verdes y asentí—. Ya pasó Ryan. Olvidémoslo. 

Su vista se volvió vidriosa con mis palabras. Acercó su mano hacia la mía, pero detuvo a mitad del camino. Volteó su cabeza hacia la ventana y murmuró:

—Perdón Emma... gracias.

EMMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora