Elige pronto

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—Entonces mañana le responderás. —repitió Ethan.

—¿Y qué le dirás?

Miré los ojos se Marc y me tomé la cabeza desesperada.

—No tengo idea. No sé porqué le dije eso.

—Mejor piénsalo bien. Porque al parecer él va en serio contigo.

Intercambiaron miradas entre ellos y asintieron resignados. Tienen razón... debía ser sincera con él. La seriedad con la que me afirmó que le gustaba era abrumadora. Y en todo caso, ¿Por qué le gusto? Ni siquiera he pensando en ello. ¿Y por qué a mí me gusta Ryan? si trato de buscar razones, hay muchas cosas que me agradan de él, pero tantas que lo dificultan. Mi vida podría cambiar completamente, solo por estos sentimientos. ¿Qué tan real es? ¿Cuándo durará? si es sólo algo pasajero, una atracción momentánea, qué hago entonces. No puedo lanzarme al agua sin saber quién me salvará si me ahogo.

Caminaba por la ciudad antes de llegar a mi lugar de encuentro cuando mi mamá me llamó. Le prometí que iría a Riverlight el domingo, pero antes quería un día para salir con mis amigos. No los vería de nuevo en mucho tiempo, y eso rompe mi corazón. Me detuve apenas vi su alta figura a lo lejos. Mis ganas de salir corriendo eran enormes, pero moví mis piernas temblorosas hacia él. Volteó a verme con una sonrisa. Me quedé allí con mi mano en el pecho, sintiendo como los latidos se aceleran a medida que él se acerca.

—Hola. Emmabella.

—Hola...

Balancee mis pies y apreté los puños. Es hora de terminar con eso rápido.

—Rya...

—Estás hermosa. —me interrumpió dejándome con la boca abierta. Apreté los labios de la frustración. Me daba rabia que esas palabras me hicieran tan feliz si vienen de él.

—Déjame hablar, ¿Si? —pedí. Él asintió. Tomé aire y seguí—. Al final, es como tú dijiste. —Sus ojos se posaron sobre mí como una laguna triste y brillante. Sabía perfectamente lo que estaba por decir, pero aún así esperó con paciencia—. Nuestro beso... fue sólo eso. Tú pensaste que yo diría eso, y al final tenías razón. Es eso, nada más. Causamos el daño suficiente a personas que queremos. —Mi voz temblaba. Él asintió, bajó la mirada y luego volvió a mí—. Y nada más va a pasar entre nosotros.

Nos quedamos en silencio. Una brisa corrió del río hasta nosotros. Rascó su nuca y se acercó un paso más a mí.

—Lo entiendo Emma. Estaba esperando algo así de ti, considerando que siempre priorizas a los demás por sobre tu felicidad. Pero aún no me respondes mi pregunta. —se acercó lo suficiente como para dejar nuestras narices a centímetros de tocarse. Miré sus labios al hablar—. Tú, ¿Qué sientes por mí?

Tragué saliva con dificultad.

—Yo... sorpresivamente, te tengo cariño. —Admití, haciendo que él se alejara inconforme—. Te diría que sí, tal vez pudimos haber sido amigos. Pero ahora es imposible. No después de lo que pasó entre nosotros. Además yo me voy, y tú te quedas.

—¿Estás diciendo que no nos veremos más? —introdujo sus manos en sus bolsillos y ladeó la cabeza, haciéndome sentir pequeña. Asentí con el corazón en la garganta—. Ya veo...

Pensé por un segundo que se iría enojado, pero en vez de eso sonrió, desordenó su cabello y me miró con ternura.

—Debo darte las gracias. —soltó.

—¿Qué?

—Por todo. Por perdonarme. Me hiciste sentir que podía salir adelante después de todo. Sentí que el mundo se me vino abajo cuando me dijeron que no podría volver a boxear. Pero encontrarte en Berlín, y ver que me tratabas como un igual, me hizo darme cuenta de muchas cosas. Que quizá, tengo derecho a vivir. —se encogió de hombros y a mí se me hizo un nudo en la garganta. ¿Qué tan mal lo pasó para pensar en eso?—. Debo ser fuerte y seguir adelante, para recuperarme y no volver a hacerle daño a nadie más nunca, como te lo hice a ti.

—Ryan...

—Así que gracias. Espero que seas feliz, Emmabella.

Me dedicó una última sonrisa antes de irse. Miré su espalda alejarse a cada paso y limpié mis ojos rápidamente mientras las lágrimas caían. Así está bien ¿No? Por qué le diría sobre lo que siento si no puedo corresponderle. No puedo estar enamorada de dos personas a la vez, por eso, por eso debía alejarme. Hice lo correcto, entonces por qué. Por qué mi pecho duele de esta forma.

Me quedé con mi cara plantada en la almohada todo el día. Ethan entró, se sentó a mi lado y me ofreció comida. Pero no quería nada. Sólo por hoy déjenme estar así. Mañana me levantaré y seré la de siempre. Pero hoy no puedo. Pensé en todo. Una y otra vez. Desde la primera vez que lo conocí en la clínica luego de su pelea contra Jack. ¡Hola! Tú debes ser la novia de Jack, ¿no? cuando nos encontramos con él en las vacaciones. Jack, Emma, que sorpresa verlos por aquí. Se burló de mí por decirle que dejara de coquetearme. Me encontró llorando por Ethan y me rodeó con su brazo. Logró hacerme reír aún cuando estaba triste. Esa vibra de paz que transmite... ¿Cómo hubo tanta confianza entre nosotros en tan poco tiempo? desde el principio que sentí algo. Pero cuando me encontré con él este año eso incrementó. Esa sensación de tranquilidad. De deseo. Era un mezcla intensa e indebida. Pero me gustó. Me gustó hablar con él y solucionar el pasado. Mi trauma y el suyo. No podía ser de otra forma, Mía tenía razón. Valió la pena entonces. Nuestro encuentro sí fue por algo. Todas esas veces que me quedaba a solas con él no eran casualidad. Algo debíamos solucionar. Ahora está bien ¿No? recordé nuestro beso. Mi cuerpo electrizado por una corriente que jamás había sentido. Mi pecho pegado al suyo y sus manos tocando mi cintura. Mis ojos se humedecieron de nuevo. Su sonrisa una y otra vez apareció en mi cabeza.

La puerta se abrió. Levanté la cabeza con mi cabello hecho un desastre sobre mi rostro. Marc me miró con lástima. Caminó despacio hasta mí y se sentó a mi lado. Dejé mi cabeza caer de nuevo sobre la almohada. Él acarició mi cabello con delicadeza.

—Pareciera que él te botó a ti... —murmuró—. Estabas segura de tu respuesta ¿No es así? —moví mi cabeza de arriba a abajo—. ¿Y entonces? ¿Por qué estás tan triste?

—S-siempre le hago daño a los que quiero... —hablé con mi voz tapada y gangosa—. Incluso a ti...

—Bueno. No es tu culpa que nos gustes a todos ¿No?

—Por qué. —me di vuelta para quedar boca arriba. Marc deslizó mis mechones de cabello para verme el rostro—. Por qué les gusto, no lo entiendo.

—Bueno... creo que todos tendrán razones distintas para eso. —Me sorbeteé los mocos y él sonrió—. Pero creo que todos concordamos en que eres increíblemente amable, dulce y una buena persona. Nunca has tenido malas intenciones, lo sé. Simplemente a veces las cosas no salen como esperamos. —suspiré y él limpió mis mejillas húmedas de las lágrimas—. Emma, no te culpes a ti por todo esto. Tómalo todo como experiencias, ya vendrán los momentos de paz.

Miré sus margaritas y sus pestañas largas y sonreí.

—Tal vez habría sido todo más fácil si me hubiera enamorado de ti.

—Alto ahí bitch. —la voz de Ethan nos sorprendió a los dos. Estaba parado en el umbral de la puerta de brazos cruzados mirándonos. Se acercó a nosotros y deslizó su brazo por el cuello de Marc.

—El perro ya tiene dueño. —afirmó achicando los ojos de manera desafiante. Marc sonrió. Tomó la mano de su novio y se acercó para darle un beso en los labios.

Me tapé los ojos y lloriquee con exageración.

—¡Y tú por qué lloras! —exclamaron al mismo tiempo entre risas.

—¡Son tan lindos! —Restregué mis ojos con mis manos y me levanté—. Tienen razón. —me miraron sorprendidos. Era la primera vez en el día que me levantaba tanto de la cama. "Debo ser fuerte y seguir adelante, para recuperarme y no volver a hacerle daño a nadie más nunca, como te lo hice a ti" las palabras de Ryan, las tomaré prestadas. Puse mi mano en pecho y sonreí—. Las cosas pasan por algo. Si no hubiera vivido todo lo que viví, ustedes no serían mis mejores amigos. Y tampoco habría conocido a esos dos boxeadores... no me arrepiento de nada.

Ambos sonrieron. Marc desordenó mi cabello y Ethan me empujó.

—¡A ti te falta salir! —exclamó Et, con sus manos en sus caderas—. ¡Mañana en la noche los tres saldremos a divertirnos! como los viejos tiempos.

Asentí.

—Me parece perfecto. 

EMMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora