El reencuentro del trío dinámico

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Bien. No existía una peor situación posible: Yo y Ryan, prácticamente tomados de la mano, de noche en la calle, Jack mirándonos, y mi gran mentira completamente expuesta. ¿Olvide decir que estaba más ebria que jamás en mi corta vida?

Ryan soltó mi mano enseguida. Miré los ojos de Jack enfurecidos, iba a gritarme. Lo haría. Lo podía ver, y no sabía qué decir para impedirlo y escapar de este momento. Después de todo era verdad, le había mentido. Y con la peor persona implicada. Ese rubio lindo de ojitos verdes a mi lado, que me miró casi asustado con la situación, entendió enseguida que no le había contado sobre nuestro encuentro casual. Ni todas las demás veces que nos vimos.

Jack pasó sus ojos de mí a él una y otra vez. Como si no pudiera creerlo. A la quinta vez negó con la cabeza con decepción. Se acercó a nosotros en un silencio abrumador. Mis manos temblaban. Mierda. Mierda. Cuando pensé que llegaría hasta a mí, pasó de largo hasta Ryan. Lo tomó de la camisa enfurecido. Enseguida salté hasta sus manos.

—¡JACK NO POR FAVOR! —pedí asustada, él me ignoró. Sus ojos llenos de odio estaban sólo viéndolo a él. Igual que aquella noche en que me encontró en el piso del restaurante. Ryan no se inmutó. Le devolvió la mirada sin defenderse—. ¡ESTÁ HERIDO, JACK NO!

—Qué haces aquí. —escupió enojado. El rubio no respondió. Tiré de la camisa de Jack en un intento en vano de separarlos.

—¡Fue casualidad Jack! ¡No pienses mal! —cerré mis ojos, poniendo toda mi fuerza de ebria en el intento—. ¡De verdad! ¡Suéltalo por favor! ¡Lo atropellaron hace unos días! —solo podía pensar en que no debía golpearse la cabeza. Y podía imaginarme su puño chocando contra su rostro. De repente Jack retrocedió haciéndome abrir los ojos. Quedé con mis manos en su camisa y un gesto confundido. Por fin esos ojos cafés me estaban viendo a mí. Grandes de la sorpresa, esperando una respuesta.

—¿Él fue el que atropellaron? —preguntó por fin. Su gesto había cambiado por completo. Toda esa rabia se había convertido en decepción. Un sentimiento dedicado solamente para mí. Apenas alcancé a asentir, cuando se soltó de mi agarre y se fue calle abajo.

Miré a Ryan confundida. ¿No lo golpeará? Corrí para alcanzarlo.

—¡JACK! —grité, transformando mi voz en una nube blanca en la noche—. ¡Perdóname por no decirte! Yo... —se giró haciendo chocar mi rostro contra su pecho. Su expresión me dolió en lo más profundo de mi alma. Lo había herido. Compliqué aún más las cosas por no decirle. Fue mi culpa. En ese momento solo tenía unas ganas enormes de llorar, no sabía qué decir para no arruinarlo aún más. Sentí náuseas y él, a pesar de todo, estaba esperando mi explicación. Abrí la boca en un intento de hablar, pero otra cosa salió.

Síp. Le vomité los zapatos a Jack Callen.

Desperté con un dolor de cabeza horrible. Tenía mis manos sobre mi rostro con un hormigueo. Me moví por las sabanas tratando de volver a la realidad. Mis vagos recuerdos de anoche volvieron como espadas a mi mente. Mierda. ¿Dónde...? abrí los ojos apenas y vi las cortinas del hotel oscilar con el viento. ¿En qué momento? lo último que recordaba era que había vomitado en los pies de Jack. Después de eso se vuelve todo difuso. Dios mío qué vergüenza. Escuché las patitas de Maya corriendo por el pasillo. Al segundo apareció en la puerta y se subió a la cama conmigo. Acaricié su cabeza y suspiré.

—Tengo que sacarte a pasear... —hablé, con una voz que dio pena.

—Ya la saqué.

Casi me da un paro al escuchar la voz de Jack. Se acercó a mí y se sentó en lo pies de la cama. No entendía nada. ¿Qué no estaba enojado conmigo? y con razón. Entonces, ¿Por qué?

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