Cambios

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Fui a la habitación para ponerme mis botas y un abrigo antes de salir. Ya se me había hecho tarde, Ryan estaba sólo y de seguro preocupado por lo de anoche. Me pregunté cómo estará la rubia loca yendo a trabajar en la mañana temprano con esa resaca. ¿Por qué me preocupo por ella? En realidad no me importa. Le gané nuestro duelo de vino barato, así que muajaja. Se lo recordaría la próxima vez que nos encontremos.

Caminé por el pasillo para encontrarme con Jack en la puerta, arreglado y listo para salir. Ladeé mi cabeza confundida.

—¿Vas a algún lado? —pregunté con inocencia. Él sonrió.

—Tienes que ir a visitar el rubio ese ¿No? —Asentí, aún desconcertada. Me dio risa pensar que los dos teníamos a ese "rubix" enemigx. Y que entre ellos sean pareja. Si de casualidad a Jack le llegaba a agradar Mía, me moría. Pero no creo, a él no le gustan las personas chillonas—. Iré contigo.

—¿Qué?

—Que iré contigo. Después de todo ya me tomé el día.

Mis cejas se levantaron de la incertidumbre. No sabía qué pensar al respecto. No iría a golpearlo ¿Cierto?

Acaricié a Maya antes de salir. Jack notó mi cara de preocupación en el ascensor y se acercó para besar mi frente.

—Tranquila. No lo golpearé. —soltó, tranquilizándome—. No ahora por lo menos.

Rodé los ojos. No sé qué cara pondría Ryan al vernos. Sólo espero que no comente nada sobre lo del "casi beso" eso quedaría como nuestro secreto. Y no volverá a pasar.

Jack estuvo en silencio cuando llegamos al departamento. Toqué el timbre y al segundo apareció Ryan en la puerta. Con el cabello húmedo y sólo con unos jeans, mostrando sus dorados abdominales a los dos.

—¡Emma! —exclamó emocionado, luego vio a Jack a mi lado y se cayó.

—Hola... —suspiré nerviosa. Vi como los dos intercambiaban miradas intensas.

—¿Así recibes a mi novia en tu casa? —gruñó Jack señalando su torso con sus ojos. Nolan miró hacia abajo, como si no se hubiera dado cuenta.

—No pensé que vendría... —murmuró en voz baja. Jack asintió desconforme. Empujé su espalda dentro del departamento.

—Bueno, bueno. ¿Cómo te sientes hoy Ryan? —pregunté cerrando la puerta.

—Estoy bien. ¿Y tú Emma? ¿La resaca?

—Mejor.

Vi como Jack nos miraba atento y me encogí de hombros.

—Cómo dejaste que tomara así. —preguntó de repente.

—Yo no fui fue Mía. Yo nunca estuve de acuerdo con eso.

—¿Mía?

—La novia de Ryan. —intervine yo.

—No es mí... como sea. —Ryan rodó los ojos, quiso negarlo, pero sabía que eso solo complicaría más las cosas. Me miró a mí y luego Jack. Cambio su peso de un pie a otro, con las manos en las caderas—. Y, ¿Por qué viniste? —preguntó levantando la cabeza, dejando más notorios sus centímetros de diferencia—. ¿Querías burlarte? ¿De cómo vivo, de mi accidente? ¿De qué ya no puedo boxear?

Sentí una punzada en el pecho al oír eso. Jack no se inmutó.

—No me interesa saber cómo vivas. —respondió con desinterés. Bajó su vista hasta mí y tomó mi mano—. Sólo vine a dejar a Emma—. ¿Entonces no se quedaría? se agachó para darme un pequeño beso en los labios, que, de alguna manera, me hizo sentir incómoda con Ryan allí. Se fue hacia la puerta y me miró—. Te paso a buscar en la tarde. —asentí rápidamente. Luego recorrió el cuerpo de Nolan con los ojos y bufó—. Vístete.

EMMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora