Donde pertenezco

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—¿Por qué me pediste perdón?

Mi pregunta lo dejó descolocado. Juntó las cejas confundido. Me moví inquieta sobre mis pies. Tal vez aquellas palabras no tenían la importancia de yo les di. Pero aún así. Esta sería tu última oportunidad, Jack.

—¿De qué hablas?

—En Alemania. Una noche me dormí en el sillón. Tu me cargaste y me llevaste hasta la cama. Entonces besaste mi mejilla y me dijiste "Lo siento". ¿Qué querías decir con eso?

Sus ojos abiertos entendieron algo. Lo vi, pude ver que se acordaba de ello. Que se sentía culpable por algo y que incluso ahora lo siente.

—Yo, no me acuerdo...

Sentí mis ojos arder con su mentira. Era tu última oportunidad para decirme la verdad Jack. Lo arruinaste. Todo.

Me desperté de repente luego de recordar ese día. Tal vez me moriré antes de saber los secretos de Jack. Tendré que vivir con ello, pero no más a su lado. Él prefirió que yo me fuera a decirme la verdad. En eso terminó nuestra relación. Algo tan simple, y tan importante. Vi en la pantalla del avión que aún quedaban seis horas para llegar a Sidney. Acomodé mi cojín y cerré los ojos con la vista a la ventana diminuta oscurecida con la noche. Quise soñar con algo lindo y olvidar un poco todo lo que pasó el último mes. Pero por alguna razón los recuerdos me invadieron durante ese viaje.

—¿En serio no vas a decirme? —insistí. Él rodó los ojos.

—¿Lo dices por las pastillas de la otra vez? Te dije que no era nada.

—¡No es sólo por eso Jack! —Sin darme cuenta apreté mis puños de la rabia. Me volvería loca. Si no solucionamos esto, no podré confiar en él nunca más—. Te dije cuando volviste. Que quería empezar de cero. No sentir esa diferencia entre nosotros. No quería sentirme inferior a ti. Pensé que si te amaba simplemente debía aceptar todo aquello que no podías compartir conmigo. Pero no puedo aguantarlo más. No puedo fingir que no me doy cuenta. Estar a tu lado me vuelve ansiosa. Nunca sé que estás pensando. Quiero entenderte, por eso te pregunto una y otra vez. Y me haces sentir que es mi culpa. —Miré sus ojos vidriosos y asentí. Debía decirle todo ahora, o de nuevo pasará el tiempo y me quedaré con esos sentimientos guardados e inútiles—. Con Ryan nunca sentí esa diferencia. Me trató como igual desde el principio. No como la niña, ni como la débil. Trató de entender mi mundo y me contó el suyo con facilidad. No trato de compararlos, sé que son distintos. Pero así es como yo me siento. Y con él no tengo esta inseguridad.

Pensé que luego de eso me diría. Que tal vez le asustaría perderme. Pero aún con sus ojos vidriosos, y una expresión como si quisiese gritar, todo lo que hizo fue asentir con la cabeza y luego salir de allí. Otra vez. Me dejó sola. Prefirió no decirme la verdad y escapar.

Eso confirmó todo Jack. Eso es lo que valgo para ti.

Aún quedaban cuatro horas de vuelo. Quería llegar pronto. Mis párpados pesaban, pero no quería soñar más. Su rostro aparece en mi mente apenas cierro los ojos. Y me tiene harta tener que sentir siempre que yo soy la mala. La que juega con sus sentimientos, como si no me importara. Yo a Jack lo amé de verdad. Tal vez no lo hice como él esperaba, ni como yo quería. Pero fue lo que tuvimos. Y no me arrepiento de ello.

Verlo esperándome en el aeropuerto fue como felicidad luego de lo que pareció el mes más duro de mi vida. Corrí hasta sus brazos, él me estrujó fuerte, pronunciamos nuestros nombres y terminamos llorando los dos. Para Marc también han sido semanas difíciles. Y siento tanto no poder haber estado ahí con él, como él siempre estuvo para mí.

Nos miramos las caras demacradas y soltamos unas risitas.

—Somos un desastre. —concluyó.

—Lo sé.

EMMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora