La Pelea

673 62 2
                                    

Luna llena

Nael

Ya llegan las doce de la noche, faltaban unos minutos, para la noche auténtica.
Podía sentir ese calor sobre mi cuerpo.

Temía que pudiera pasar esta noche.

La fuerza de mi bestia aumentaban por cada segundo..

Mi corazón comenzó a palpitar, mi cuerpo a temblar.

Mi carne se endurecía. Sentí un gran dolor en mi cabeza. Mi cuerpo comenzó a retorcerse.

Caí de rodillas mientras intentaba acallar mis gritos de dolor.

Sentía mis huesos romperse, parecía como si mi vida se desvaceciera.

Nose cuanto pasó, nose como pude soportar el dolor pero lo hice.

No se que soy, pero se que ahora no soy yo...

Valeria

Salí a pasear por las calles, serían las doce y algo de la madrugada.
Los labios me picaban debido a la curación de mis heridas. Gracias a dios las heridas no habían aumentado como otras noches.

Caminaba sobre un camino de árboles no muy lejos de mi casa.
Me sentía relajada dentro de la naturaleza. Siempre me gustó. Siempre pensé que formaba parte de ella...

Nose cuánto camine hasta que una mirada se posó en mí.

Miré a mi alrededor pero no vi nada.

Escuché los mismos gruñidos de siempre, aunque hacía noches que no les escuchaba...

Esta vez, parecían más feroces y auyativos..

Quise seguir caminando, hasta que mis ojos se cruzaron con unos ojos rojos, llamativos y atrayentes.. 
Aquello que me miraba se escondía entre las grandes hierbas del campo.

La oscuridad me impedía ver con claridad.

Nose qué era, pero aquello no era humano. No podía ver el resto del cuerpo, sólo sus ojos que parecían en llamas,  me miraban fijamente.

Aquél animal, gruñía con agresividad provocando mi miedo y mi alteración. Aún así no me moví, seguí observando aquello que me miraba.

Pensé que era un perro salvaje, con una altura agradecida,pero no estaba segura.

El animal, dio varios pasos hacia adelante, consiguiendo ser alumbrado por la farola que me permitía ver el camino, y pude ver su figura claramente.

Sus ojos eran rojos, sus dientes afilados.. Todo su pelaje era negro.

Parecía un lobo, un lobo hambriento y salvaje.

Era perfectamente terrorífico.

Me miraba como si fuera a deborarme en cualquier momento.

Quise salir corriendo pero el miedo me paralizaba.
Y aquel animal a pesar de llenar mi cuerpo de terror, también atraía todo mi ser con su brillante belleza..

Mi corazón palpitaba desmesuradamente.

Dio varios pasos hacia mí, con toda la intención de atacarme.

Di varios pasos hacia atrás, temiendo por mi vida.

Mi talón tropezó con una pequeña piedra, y caí de culo al suelo.

Los gruñidos del animal eran sonoros y terroríficos..

_No por favor, no me mates _Supliqué con pavor, como si el animal pudiera entenderme, cuando estaba a una cercanía considerable...

Cerré los ojos, por miedo, esperando ser atacada...

Pero entonces...

Escuché un auyido  de dolor  proveniente de la boca del animal.. No era para nada un gruñido, era más como un llanto.

Abrí los ojos, y pude ver como el animal, se dio la vuelta alejándose de mí, y se escabulló entre la oscuridad de la noche...

___________

Naél, a pesar de no tener el control de él en esos momentos, no fue capaz de atacar a Valeria.

Sintió su miedo, su corazón palpitante.

Un auyido de dolor salió de lo más profundo de la bestia.

Y no tuvo más remedio que huir de aquellos sentimientos encontrados, alejándose y dejando a medias la intención de atacarla.

No fue Naél quien se alejó, no fue él quien contubo a su bestia, pues ahora no era él quien tenía el control.
Pero aquello que vivía en él, tampoco fue capaz de hacerle daño...

Con la figura de un animal, corrió, corrió durante horas encontrándose en el centro de un solitario bosque.

Se paró a beber de un lago cuando unos gruñidos alertaron a la bestia de que alguien más se encontraba  cerca...

Muy pronto varios lobos con grandes dientes asomaron sus garras por ahí..

Eran de menor tamaño, pero todos le rodearon.

Sus pelajes eran grises, y sus ojos verdes.
El suyo era negro de pupilas rojas.

Tanto los lobos como él, se pusieron en posición de ataque.

Los gruñidos sonorizaban el lugar, los dientes afilados de los animales se dejaban ver con agresividad mientras se gruñían.

La sangre de Naél, de aquello que vivía en el y ahora mismo su apariencia y control era suyo, pedía sangre, pedía carne.

Deseaba la adrenalina de la pelea, y aquellos lobos se lo habían puesto fácil.

Eran más que él, pero por mucho que su apariencia era lobuna, él era más que lobo. Su fuerza y su poder no podían ser comparado con la de aquellos animales..

Uno de aquellos lobos se abalanzó sobre él, pero Naél fue más rápido, su dentadura mordió el cuello del animal, y tras varias centelladas, el cadáver de aquel lobo fue estampado contra el tronco de un árbol.

El resto de lobos, enfadados por la muerte de un hermano de la manada se abalanzaron sobre él.

La rapidez de Naél era más eficaz, al igual que su fuerza y la intensidad de su agresividad.

El auyido de un lobo anciano resonó en el lugar de la batalla, alejando a los lobos obedientes de Naél.

Lo que ahora era el ocico de Naél chorreaba la sangre de los contrincantes.

Y terminando de devorar un pedazo de la carne de el último de los cadáveres, gruñó a los demás lobos pidiendo más de la pelea..

La adrenalina recorría el animal cuerpo de Naél, quería más.
Pero el resto de lobos, arrodillaron su cuerpo en el suelo en señal de obediencia.

Naél sabía el porqué de la humillación de esos lobos, estaban rindiendo obediencia al Alfa de la manada..

Entre ellos se abrió paso, al lobo grisáceo que llevaba el orden de la manada. El alfa era más grande que el resto de lobos, casi como Naél, pero seguía sin ser igual de fuerte y poderoso que él.

El Alfa se acercó a Naél sin ningún tipo de miedo.

Ambos quedaron enfrentados, como líderes, pero hasta el momento ninguno dio señal de ataque.

¿Que eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora