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Maratón 3/4 

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Harry

Luego de meditar algunos minutos para poder controlar las ganas que tenia de matar al idiota que había lastimado a mi nenita, toque la puerta, para después entrar y ver acostada a mi princesa de una manera tan frágil que me era imposible asimilar que alguien pudiese herir a la gran mujer que era Darcy, porque ella ya no era ninguna niña, por más que me costara aceptarlo. Pero de igual forma, las niñas grandes también lloraban.

Era parte de crecer.

—Mi vida, ¿Cómo estás? —pregunte sentándome a su lado

Sus ojos ya estaban cansados de llorar

—Triste, supongo—murmuro acomodándose mejor

—Tu mamá ya me platico lo que te sucedió

Alarmada me miro, quizás esperando que la regañara por algo

—Y solo quiero pedirte perdón

—¿Por qué? —pregunto confusa

—Te pido perdón por el chico que te lastimo, y por todos los demás chicos que entren en tu vida. Porque te lastimaran, es algo que por más que quisiéramos, no podemos evitar.

Me abrazo fuertemente, y mi corazón termino de partirse al escucharla llorando sobre mi pecho. La sujete como mi vida dependiera de eso, porque anhelaba protegerla, me era imposible dejarla caer como me lo había pedido _____.

—Ya no quiero enamorarme, papá—sentía un nudo terrible en la garganta

—Te podría decir que yo sería el más feliz con esa decisión—bese su cabeza—Pero no podemos controlar a nuestro corazón. Ahora lo dices porque estas herida, y es totalmente normal. Sin embargo, llegará alguien más que te hará ver la vida diferente, ¿y sabes qué? También te va a romper el corazón

—No ayudas mucho—rió un poco entre lagrimas

—Es que nunca dejas de sufrir por amor. Ni aun cuando estas ya con esa persona que amas y forman una familia. Una parte pequeña de tu corazón se rompe en alguna discusión con esa persona amada, se rompe cuando tus hijos dan sus primeros pasos y se caen. El amor es así. Vamos perdiendo pedazos de nuestro corazón cada vez que amamos a alguien, y no está mal hacerlo porque jamás nos quedaremos sin corazón.

Darcy me miro con total atención, aun sobre mis brazos.

—¿Y cómo lo sabes?

—Tu madre es doctora—me encogí de hombros

Su pequeña risita era mi mayor logro de aquel día.

—¿Tú también llegaste a lastimar a mamá?

Asentí

—Y debo confesar que muchas veces—suspire—Y no me siento para nada orgulloso de ello. A ti te puedo confesar que cada lagrimas que ella ha sufrido por mí, yo la tengo muy presente en mi mente. Tu madre para mi es un gran ejemplo de mujer, porque a pesar de que yo la hice caer muchas veces, ella se levantaba como podía. Y eso admiro demasiado de ella. Es demasiado fuerte, y sé que eres idéntica a ella

—¿Tu lo crees? —limpio sus lagrimas

—¡Por supuesto!. Yo en cambio, cuando me rompían el corazón, me podía estar en casa llorando todo un mes. Si no, pregúntale a tu abuela.

—¡No te creo! —me acuso sonriente

—¡Te lo juro!. Yo era el típico niño que creía que el mundo se terminaría solo porque una mujer me había lastimado

Styles II [H.S] Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora