Capítulo 5

2.8K 275 12
                                    

Caminar por el vestíbulo de Grey House con Ana detrás de mí como un siervo asustado es la cosa más extraña que pude imaginar. Igual que ayer cuando salimos a hacer las compras, no se despega de mi y me sigue sin rechistar.

Y yo podría acostumbrarme a eso.

—  Todos tus empleados me miran — Se queja.

— Deja de mirarlos como si fueran a atacarte.

— Creo que se preguntan qué rayos hago contigo.

Le lanzo una mirada cargada de irritación cuando entramos al ascensor con Taylor y Prescott hasta mi piso.

— Ella no puede dejar mi oficina, ¿Entendido? — Ordeno a mi seguridad.

— Si, señor Grey.

La puerta metálica se abre para que salgamos, pero Prescott permanece de pie junto al ascensor y Taylor se dirige a su oficina. La mirada curiosa de Andrea y de la otra mujer junto a ella no se hacen esperar.

— ¡Señorita Steele! — Grita con emoción.

— Hey — Balbucea Ana, deteniendo sus pasos para mirarla — ¿Amelia?

— Andrea — La rubia le muestra su dentadura brillante — Me alegra verla de nuevo, señorita Steele.

— Llámame Ana... — Le susurra — El “Señorita” ya está de más.

Pone las manos sobre su vientre que un es plano, haciendo que Andrea abra tanto los ojos que creo que se le van a salir.

— ¡Ana! — Le gruño — Con una mierda, ¡ven para acá!

— ¿Ella... Ella? — Balbucea ahora la otra chica junto a Andrea — ¿La novia del señor Grey...?

Genial, más putos chismes de oficina. Tengo que regresar mis pasos para tomar el brazo de la chiquilla y arrastrarla dentro de mi oficina.

— Tendría que haberte puesto una maldita mordaza — La llevo hasta el sofá junto a mí escritorio — Ahora cierra la boca y déjame hacer mi trabajo.

Me siento en el escritorio listo para revisar los últimos documentos del área de adquisiciones, las minutas de las reuniones a las cuales no he ido y el análisis de gastos del departamento de finanzas.

— Mierda... Necesito un Director de Operaciones.

Alguien que cubra el puesto que antiguamente tenía Ros... Esa maldita bruja. Supongo que tengo que delegar responsabilidades tarde o temprano si es que quiero mantener mi empresa a flote sin perder de vista a la maldita chiquilla que tararea una canción desde el sofá.

La veo deslizarse en los cojines hasta quedar casi acostada y mira fijamente el techo alto de mi oficina. Llevamos aquí apenas una hora pero el montón de documentos en mi escritorio no ha disminuido.

— ¿Tu oficina tiene balcón? — Pregunta.

— No.

Levanto la mirada para ver cómo desliza las piernas hacia el respaldo del sofá, quedando de cabeza y su cabello castaño colgando del extremo.

— No hagas eso, siéntate de forma correcta.

— ¿Por qué? — Pestañea de forma coqueta.

— Porque me distraes.

— ¿Y como te distraigo?

Presiona sus piernas juntas antes de comenzar a separarlas sobre el respaldo. Paso saliva con dificultad y me obligo a mantener los ojos sobre el escritorio y los malditos papeles de la última reunión.

— ¿Te distrae esto? — Dice cuando se frota los senos por encima de la camiseta.

¡Si!

— No — Digo con firmeza pero mis manos tiemblan — Deja de actuar como una jodida niña.

— ¡Uy! ¿No te va el asunto del sugar daddy? — Se ríe.

— Solo si puedo azotar tu pequeño culo hasta que no puedas sentarte.

La miro fijamente esperando alguna reacción que me diga que está asustada o preocupada, pero en lugar de eso ella ríe.

— Eso suena perverso. — Una sonrisa divertida se extiende en sus labios. — ¿Aún tienes ese cuarto de torturas?

— Cierra la boca. Tengo que trabajar.

— Me aburro cuando trabajas.

Se queja, pero vuelvo la atención a los documentos es mis manos. Vuelvo a leer con atención las conclusiones y el plan de acción para la pequeña empresa de informática que el área de adquisiciones quiere integrar, pero un gemido bajo vuelve a distraerme.

Mierda.

Ella aún está tocándose los senos, sus piernas se presionan una contra la otra mientras me mira.

— Las nenas están muy sensibles. — Hace un puchero. — ¿Me ayudas?

Vuelvo a respirar porque en algún momento retuve el aire en mi pecho por su gran descaro. ¿Quiere seducirme? ¿Con qué propósito?

— ¿No te es suficiente estar preñada? — Pone los ojos en blanco — ¿No has aprendido nada?

— ¿Yo? ¡Eres tú quién me embarazó! ¡Deberías hacerte cargo de mis necesidades también!

¿Qué?

— ¿Necesidades? ¿Quieres que te coja aquí, en mi oficina?

Encoje los hombros como si estar aquí no tuviera importancia, pero ya estoy totalmente desconcentrado del puto trabajo que tendría que haber hecho. ¿Por qué mierdas la dejé venir conmigo?

—  ¿Desde cuándo te importa tanto en dónde estamos? No sería la primera vez que tenemos sexo en tu escritorio.

— Esa ocasión fue diferente.

— Si, diferente porque el que quería eras tú, ¿Y ahora que yo quiero te ofendes?

— No me... — Me interrumpe mientras se pone de pie.

— ¡Vete a la mierda, Christian!

Se apresura a salir de mi oficina dando un portazo, dejándome confundido por su reacción. ¿Quiere tener sexo conmigo? ¿Voluntariamente? Mierda, esto es mejor de lo que pensaba.

Sexo sin compromiso y sin riesgo porque ya está embarazada. Si, creo que puedo hacer eso... A menos que sea una estrategia para manipularme.

Me levanto de la silla de un brinco cuando soy consciente que Ana acaba de salir de mi oficina, seguramente intentará huir de mi y no puedo permitirlo.

Cuando abro la puerta veo a Prescott en la silla junto al ascensor, sus ojos puestos sobre el escritorio de Andrea. Ana está con ella, acurrucada entre sus brazos mientras solloza.

La chica nueva se acerca a ella con manos temblorosas y deja a su lado una taza con algo caliente que espero no sea café. Ana gira en los brazos de Andrea para mirarme.

— Quiero ir a casa — Me dice.

— Prescott te llevará — Señalo con la cabeza a su guardaespaldas.

— Como sea — Se aleja sin volver a mirarme.

Desaparecen en el ascensor con tanta prisa que me preocupa que ella se eche a correr cuando la puerta se abra en el vestíbulo, no sería capaz, ¿O si?

— No se preocupe, señor Grey. Es normal tener cambios de humor durante el embarazo.

Dice Andrea y la observo confundido. ¿Todo el embarazo? ¿Más meses de esto mismo? Mierda.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora