Capítulo 63

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— ¡Es muy tarde!

— ¡Pero Christian!

Lanzo el vaso con whisky hacia la pared detrás del escritorio, los vidrios esparciéndose por el piso.

— Es la verdad, lo juro.

Lágrimas siguen corriendo por sus mejillas húmedas, la punta de su nariz roja y la voz débil de tanto llorar. No debo dejar que sus llanto me conmueva, ella pudo evitar todo este jodido drama siendo honesta.

— Por favor... — Se deja caer en la silla. — Déjame ver a Teddy, es todo lo que pido.

Mierda. Por más enojado que esté, no puedo mantenerlo alejado de su madre, aunque ella no lo merezca. Ana se levanta de la silla limpiando las lágrimas y se detiene frente a mi.

— No estuve con él, no me tocó. Christian... — Apoya las manos en mi pecho. — Solo te quiero a ti.

— No puedo. — Niego con la cabeza. — No ahora.

Otra lágrima cae por su mejilla antes de alejarse definitivamente. Me dijo cómo es que Luke la encontró y como intentó protegernos cuando supo que estaba armado.

— ¿Señor Grey? — Gail golpea la puerta entreabierta. — ¿Me permite limpiar el piso?

— Mierda. Lo siento Gail, no soy bueno manejando la ira. — Ella presiona sus labios con una pequeña sonrisa que pareciera decir lo sé.

— Dele algo de crédito, Señor Grey. La depresión post-parto es real y creo que ambos están luchando contra la idea de ser una familia.

— ¿Crees que podríamos serlo?

— Lo eran, antes de todo... Esto. — Señala el piso como si también fuera culpa de Sawyer y Kennedy por el desastre.

— No creo que podamos volver a  lo de antes.

— Tiene razón, podrían ser mejor.

Barre los vidrios son absoluta eficiencia antes de pasar la aspiradora en caso de que haya quedado algún fragmento. Soy un bastardo desconfiado pero si hay opiniones que respeto, son las de Gail y Jason.

— Iré a ver a Ted.

Salgo del estudio omitiendo otro trago de whisky y subo hasta la habitación que hasta hace poco compartía con Ana y nuestro hijo. La encuentro sentada en la silla junto al balcón.

— Lo extrañé tanto. — Besa la cabeza de un Teddy muy dormido. — Extrañé incluso su olor de bebé.

— Tienes que saber que haré una prueba de paternidad.

Ana levanta la cabeza de golpe y me mira como si quisiera mi muerte. Su ceño se frunce.

— ¿Estás dudando de mi? ¡Es tu hijo! ¡Si no lo fuera me habría quedado del otro lado del país!

— Me mentiste antes, ¿Cómo sé que estás diciendo la verdad?

— Idiota. — Gruñe bajito para no despertar al bebé. — Hazle la maldita prueba y luego me pides perdón de rodillas, ¡bastardo arrogante!

Presiono mis labios con fuerza para evitar que una estupidez brote de mi boca, suficiente nos hemos insultado hoy y ambos necesitamos descansar.

— Está de más decir que no puedes salir sola con Ted, Prescott, la niñera y dos elementos de la nueva seguridad estarán contigo siempre que salgas.

— Es una exageración ahora porque Luke está muerto.

— Y me alegro. No estoy seguro de poder dormir tranquilamente sabiendo que ese par de imbéciles sigue afuera. Esto es lo mejor.

— Pero los mataste... — Susurra como si Teddy pudiera escuchar.

— Solo a Sawyer. Y dime, ¿Te molesta que Luke acabara con Amber?

Me lanza una mirada furiosa.

— No. Estoy segura que si ellos hubieran tenido la oportunidad, habrían lastimado a Teddy.

— Entonces sácalo de tu mente. Y descansa. — Señalo la cama con la cabeza. — Todos necesitamos olvidar los días pasados.

Giro sobre mis talones para salir de la habitación cuando Ana me habla.

— ¿A dónde vas?

— A la habitación de invitados para que puedas estar cómoda aquí.

— Christian. — Se levanta de la silla para dejar a Teddy en la cuna. — Está es tu habitación también...

— No puedo estar aquí, duerme tú.

La veo girar para darme la espalda, pero vuelve a hablarme antes de que cierre la puerta.

— Me disculpé por no decírtelo, pero no estoy arrepentida, hice lo que tenía que hacer para ponerlos a los dos a salvo.

Se mete al baño de la habitación y esa es mi señal para salir de ahí. No debería beber más whisky, así que voy directo a la ducha de la otra habitación esperando que el agua me relaje.

Las pesadillas habituales habían desaparecido casi por completo  tiempo atrás, pero nuevas pesadillas de Ana dejándome me perturban. Ana siendo lastimada, mi hijo siendo abandonado...

— Mierda. — Me siento en la cama cubierto de sudor frío. — Fue solo una pesadilla.

Me levanto para buscar un poco de agua fría, llevando solo los boxers porque dejé mi pantalón de chandal en la habitación y no quiero molestar a Ana.

Cuando camino de regreso, el ligero sollozo en la habitación me estremece y me apresuro a entrar para calmar a mi hijo. Empujo la puerta con cuidado, pero no es él quien llora sino su madre.

— ¿Christian? — Gira en la cama para mirarme.

— Creí que Ted estaba despierto.

— No, se quedó dormido hace unos minutos. — Se limpia la cara con las manos. — ¿Podrías abrazarme?

Intento negarme pero un sentimiento incómodo me presiona el pecho dejándome sin aire.

— Hasta que me quede dormida. — Se apresura a decir. — Me acostumbré a dormir contigo.

Mierda. No quiero hacerlo porque sé que si lo hago voy a caer en su jodida trampa y creerá que puede seguir mintiéndome.

— Solo un momento. — Le digo al cabo de un segundo de pensarlo. — Creo que aún hay muchas cosas que deberíamos hablar.

— Si, claro. Mañana. — Se desliza a un lado y me acuesto detrás de ella.

Retrocede un poco para pegarse a mi cuerpo y eso es suficiente para ocasionarme una jodida erección. Intento girar la cadera, pero lo único que logro es presionarla más contra su trasero.

Espero que Ana me ignore lo suficiente para recuperar la compostura y dormir, pero parece tener otros planes. Se acomoda en la cama sobre su espalda y abre sus piernas para mí.

— Te extraño. — Susurra.

Muerde su labio inferior y me mira através de sus pestañas largas con un gesto inocente que me desarma. Exhalo antes de colocarme sobre ella, como lo está pidiendo.

— Te amo, Christian.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora