Capítulo 34

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Dije que la quería, no que la amaba. ¿Por qué hace un jodido escándalo por eso?

— ¡¿Y hasta ahora lo mencionas?! — Grita histérica lanzando ropa desde el clóset — ¡¿Cómo esperas que encuentre algo en tan poco tiempo?!

Mierda.

Es su culpa. Estaba insistiendo que dijera de nuevo que la quiero cuando decidí cambiar el tema, recordando oportunamente la gala de los Kavanagh. Hoy. Esta tarde.

— Puedo llamar a Neiman Marcus y pedir un vestido de maternidad.

Se gira para mirarme con la furia en sus ojos, toma un par de zapatos planos y me los lanza al tiempo que grita:

— ¡Largo de aquí! ¡Vete! — Esquivo el golpe y toma otro par — ¡No estás ayudando!

Salgo de la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Maldita loca y sus hormonas, ¿Qué culpa tengo yo que no encuentre un vestido que le guste?

Bajo las escaleras para ir a la cocina con Gail y Jason, seguramente escucharon los gritos y sé que les causa gracia mi situación. Me dirijo primero a Taylor.

— ¿Todas las mujeres son así? — Susurro hacia él para que mi ama de llaves no escuche.

Pero sé que fallo cuando ella arquea una ceja esperando la respuesta de Taylor.

— La mayoría de ellas, señor.

— Mierda. Gail, ¿Podrías ayudar a Ana? Vamos a la gala de los Kavanagh esta noche y no consigue un vestido de su agrado... Y el peinado, bueno, supongo que tendría que ir a un salón.

La señora Jones asiente y la escuchamos subir la escalera. Sorprendentemente no hay más gritos provenientes de la habitación, luego Ana y Gail bajan con grandes sonrisas.

— Señor Grey, la señorita Steele irá al salón y a conseguir un vestido. Su secretaria Andrea ya notificó de nuestra visita y si no le importa, voy a acompañarla y Prescott va a llevarnos.

Taylor y yo nos miramos por un momento, inseguros de qué decir.

— Supongo que tienen todo planeado — Digo con cuidado — Estaremos aquí si necesitan algo.

Ambas mujeres caminan hacia la puerta principal, Prescott saliendo detrás de ellas con la llave de la suv en su mano. Debería estar aliviado, pero algo me dice que esto no traerá nada bueno.

— Necesito algo fuerte.

— ¿Whisky? — Pregunta Jason.

— Podemos beber un trago mientras ellas hacen sus compras. Traeré la botella.

— Yo el hielo — Se apresura a decir.

Tres vasos después seguimos sentados frente al televisor viendo un programa deportivo porque las tres mujeres no han llegado. Reviso la hora en mi reloj de pulsera, aún tengo tiempo antes de alistarme, suponiendo que Ana ya esté lista cuando venga.

La puerta del ascensor se abre y ambos giramos las cabezas para mirar. Gail tiene una sonrisa misteriosa, Prescott sostiene un montón de bolsas y Ana sale con su cabello trenzado y maquillaje ligero.

— Voy a cambiarme, ¿Estás listo?

— Cinco minutos.

Apuro el trago de whisky y voy hasta la habitación por una ducha. Esperaba que Ana entrara, pero la escucho hablar con Gail en la habitación de al lado. Cuando he vestido mi traje negro de gala, bajo a la sala.

— Prescott puede llevarnos — Le digo a Jason — Puedes tomar la noche libre.

Él asiente y se aleja cuando la chiquilla baja las escaleras con un vestido rosa muy pálido. Pero no es eso lo que me molesta, sino el escote que le llega al jodido ombligo.

— No.

— Christian...

— Malditamente no, ve a cambiarte.

— ¡Es el vestido perfecto! — Chilla — ¿Ves como disimula mi panza?

— ¡Porque todos estarán mirando tus jodidas tetas! — Gruño señalando el lunar que me gusta junto a su seno — Cambia el vestido o nos quedamos.

— ¡No!

— Si.

— Christian — Es su turno de gruñir — ¡No pasé todo el día buscando vestido y haciéndome peinados para que decidas quedarte! ¡Me voy!

Se dirige a la puerta principal y sale seguida de Prescott mientras observo con incredulidad. ¿Quién mierdas le dijo que ella podía tomar las decisiones?

— ¡Señora Jones! — Le grito a ella — Traiga un abrigo para Ana porque esa jodida chiquilla sale como si fuera el maldito verano o estuviéramos en alguna jodida zona cálida.

Gail se apresura con el abrigo negro y el bolso de Ana, que llevo hasta la suv maldiciendo todo el camino. Ella hace una mueca y gira para mirar hacia la ventanilla todo el camino.

La gala de Eamon Kavanagh se realiza en un reconocido salón de la ciudad y la seguridad en torno a su evento es de alto nivel. No solo las personas más ricas de Washington fueron invitados, sino también muchos políticos y estrellas de cine.

Prescott estaciona en la entrada y ayudo a la necia mujer a mi lado a bajar de la suv. El camino acordonado que lleva al salón está rodeado de paparazzis.

— ¡Señor Grey! ¡Señor Grey! — Gritan cuando me reconocen.

Los ignoro para sostener a Ana por la cintura y caminar a su lado, pero escucho los comentarios y los sonidos de las cámaras fotográficas.

— Oh, por Dios. ¡Está embarazada! — Jadea una mujer.

— ¡El señor Grey tiene novia!

— Por fin, un heredero de su fortuna.

Mierda.

Llevo a Ana lo más rápido que puedo ignorando los flashes y las preguntas incómodas hasta detenernos frente a los anfitriones.

— Eamon — Estrecho su mano — Señora Kavanagh.

— Señor Grey — Él sonríe — ¿Quién es ésta bella señorita?

Ana sonríe por el halago.

— Ella es Ana Steele, mi novia — Ella se apresura a apoyar sus manos sobre su vientre redondo.

— Es un gusto conocerlos, Christian estaba muy emocionado por estar aquí.

Presiono mis labios y veo a Eamon hacer una mueca porque ambos sabemos que no soy la persona más sociable. Incluso sigo negando esa entrevista a su molesta hija.

— Diviértanse mucho, pasen por aquí — La señora Kavanagh señala el camino.

Empujo de nuevo a Ana por la cintura hacia el gran salón, un chico pregunta mi nombre y nos guía hasta una mesa al frente del salón. Nos ofrece una copa de vino, pero pido un whisky y agua para Ana porque esta será una noche larga.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora