Capítulo 33

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Me remuevo con incomodidad un par de minutos antes de decidirme por abrir los ojos. El lugar de Ana a mi izquierda está vacío y la oscuridad total me indica que aún es de madrugada. ¿A dónde mierdas fue?

— ¿Ana? — Me enderezo para mirar si la luz se filtra por la puerta del baño.

No la veo, no se responde. Alarmado, me levanto de la cama pensando en todas las posibilidades de ella lastimándose: inconciente en el baño, cayendo de las escaleras, golpeándose con algo mientras busca comida en la cocina...

Mierda.

Corro por las escaleras a oscuras, llevando solo boxers negros e importándome una mierda que Jason, Gail o Prescott me vean. Solo necesito localizar a Ana. Antes de que baje el último escalón, la escucho sollozar.

— ¿Nena? ¿Dónde estás? — Camino en la oscuridad siguiendo el ruido — ¿Estás bien? Me asustaste de muerte.

Rodeo el sofá y percibo su pequeña figura hecha un ovillo sobre la alfombra de la sala, busco a tientas la lámpara junto a la mesita y la enciendo.

— Christian — Solloza con la voz cortada.

— Estoy aquí, nena, ¿Qué pasa? ¿Por qué dejaste la cama?

— Tengo miedo...

— Nadie va a lastimarte — Me siento junto a ella y la acerco para sentarla en mi regazo — No deberías estar aquí, pudiste lastimarte.

Acaricio su cabello con suavidad, sintiendo sus manos aferrarse a mis brazos como si su vida dependiera de ello. Incluso tiembla antes de sujetarme con más fuerza.

— No me dejes, por favor. No quiero estar sola. — Se acurruca más, aunque es imposible porque ya no queda espacio entre nosotros — Abrázame, Christian.

Por el rabillo del ojo distingo movimiento pero sigo acariciando su cabello con movimientos suaves. No lo veo, pero estoy seguro que es Jason quien nos observa desde la distancia antes de alejarse por el pasillo de la cocina.

Permanecemos así unos minutos hasta que sus sollozos se detienen, por un momento pienso que se quedó dormida e intento acomodarme para levantarme con ella en mis brazos.

— No me sueltes — Susurra — Solo abrázame.

— Eso hago nena, pero me gustaría volver a nuestra cama, ¿O prefieres un vaso de agua primero?

— Si, agua está bien.

No intenta apartarse, así que me apoyo en las rodillas para impulsarme con fuerza y levantar nuestros pesos de la alfombra. La dejo sobre el taburete frente a la barra y enciendo la luz de la cocina para servir su vaso.

— ¿Insomnio? — Intento sonar despreocupado.

— Pesadillas — Afirma tomando un sorbo.

— ¿Qué tipo de pesadillas? — No pueden ser tan malas como las mías.

— Solo... Sueños malos. ¿Alguna vez has pensado en todas las cosas que podrían salir mal? — Sus ojos azules me miran fijamente y veo el miedo en su expresión.

— No realmente.

— Bueno, yo sueño con ello. Todo el tiempo.

— ¿Sobre el bebé?

— Sobre todo. Tú. Yo.

Lo dice y la veo estremecerse de una mala manera. Rodeo la barra para atraerla de nuevo a mis brazos, intentando protegerla de su propia mente, aunque no creo que pueda. No cuando mi mente está igual de jodida.

— No sé qué hacer, dímelo. ¿Que hago para que te sientas mejor?

— Abrázame. Solo deja que pase y estaré bien. Por las mañanas será como si nunca hubiera pasado, pero las noches son difíciles para mí.

— Debe haber algo que podamos hacer. Tal vez Flynn... — Ella me interrumpe.

— ¿Por qué tomabas tú la terapia?

Mierda, no ahora.

— No eres la única con un pasado trágico y pesadillas, por mencionar solo algunas cosas — Se aparta para mirarme con la curiosidad reflejada en su rostro — No es el momento para hablarte de ello, no me presiones.

— ¿Por qué? — Una pequeña sonrisa aparece — ¿Te preocupa confesarme todos tus secretos?

— No, porque firmaste un contrato de confidencialidad — Yo también sonrío — Pero sobre todo se debe a que prefiero ocuparme de las cosas que si puedo cambiar, en lugar de pensar en el pasado.

— Alguna vez te preguntaste ¿Cómo sería tu vida si tus padres hubieran tomado otras decisiones? Si hubieran sido, no sé... ¿Mejores personas?

Me aparto de ella para servir más agua en su vaso y traer un vaso para mí. Dudo mucho que regresemos a la cama pronto.

— ¿Mencioné alguna vez que soy adoptado?

— Ah-ah — Niega con la cabeza — Recordaría algo así si lo hubieras mencionado.

— Bueno, solo digamos que yo no sería quien soy ahora sí mis padres biológicos no hubieran jodido las cosas tan mal como para terminar en manos del estado, donde los Grey pudieron adoptarme.

— Eso es lindo, Christian. Tus padres te aman, y tus hermanos... Bueno, ellos podrían hacer cosas por ti. Tienes una familia.

— Tú también la tienes — Agrego — Ese niño y yo somos tu familia. Y mis padres te quieren, así que también son tu familia.

— ¿Y tú? — Inclina su cabeza para mirarme.

— Ya dije que soy tu familia.

— No eso — Puedo ver el rubor teñir sus mejillas — ¿Tú me quieres?

Mierda.

— Te quiero.

Presiono mis labios antes de decir algo más comprometedor, haciendo que ella me mire con los ojos entrecerrados.

— ¿Me quieres como quieres a tu empresa? ¿O me quieres como algo más... Fuerte?

Jesús, ¿No podías solo volver a la cama y cerrar los ojos hasta que duermas?

— No.

Exhalo un bufido para ganar tiempo, pero nada se me ocurre. ¿Qué digo? ¡No tengo ni puta idea de lo que sea que estoy sintiendo!

— ¿Me quieres más de lo que quieres a Taylor? — Se pone de pie y rodea mi cuello con sus brazos.

— Hmm — Hago una mueca — Si.

— ¿Me quieres más de lo que quieres a la señora Jones?

— Si.

— ¿Me quieres más que a tu hermana?

— Eso es fácil. Si.

— ¿Me quieres más de lo que quieres a Andrea? — Su pequeño gesto celoso me hace reír.

— Si.

— ¿Me quieres más que a tu empresa?

La miro con los ojos entrecerrados. Es una clase diferente de sentimiento, pero sé a dónde se dirige.

— Si pudiera hacerle a mi empresa lo que te hago a ti, sería perfecta — Susurro y ella golpea mi hombro.

— Solo dilo — Ordena.

Te quiero.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora