Capítulo 68

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— Ella dijo que no.

José gira la cabeza para mirarme con una expresión de incredulidad, después de contarle todo el puto asunto de la cena de anoche.

— ¿Ella hizo qué? — Se ríe. — No lo entiendo, creí que estaba enamorada de ti.

— Yo también. Incluso dijo que me ama. ¿Eso no es algo contradictorio?

José sigue revisando la cámara digital que cuelga de su pecho mientras observamos el patio trasero donde se hará la sesión.

— Supongo que si, pero es Ana, así que no tengo ni la más mínima idea. Esa chica inventa sus propias reglas según le convenga.

— Esa pequeña manipuladora...

— Entonces, ¿Fotos del bebé, luego fotos familiares?

— Si.

José asiente y camina hacia el centro del jardín, buscando tal vez los mejores ángulos o lo que sea que los fotógrafos finjan hacer. Gail aparece en la puerta de cristal y camino hacia ella.

— Aquí está, listo para ser la pequeña estrella. — Pone a Teddy en mis brazos. — La señorita Steele no tarde en bajar.

— Bien.

Le echo un vistazo a mi hijo en un traje azul marino y rayas blancas. ¿Qué mierda?

— ¿Por qué Ted lleva un disfraz de marinero? — Gruño. — Es una foto formal, no un jodido concurso de disfraces.

— ¡Porque se ve lindo! — Grita su madre desde la escalera. Camino hacia la sala, donde la jodida chiquilla viene bajando con un vestido oscuro.

— Se ve ridículo.

— No lo es, se ve precioso. Quiero tener fotos de él que sean lindas además de las formales.

— Ese no era el plan.

— Estoy segura que tu fotógrafo no tendrá objeción.

Sonríe y pellizca suavemente la mejilla de Teddy, pero se aparta cuando el timbre de la puerta suena.

— Yo voy — Corre y la sigo con Teddy.

— El fotógrafo está aquí, ¿Quién mierdas es?

La puerta se abre y la cabeza rubia de mi estúpida hermana se asoma, seguida de mi madre y Carrick. Abrazan levemente a Ana antes de venir hacia mi.

— ¡Bebé precioso! — Chilla Mía con su voz aguda. — Quiero cargarlo.

— Hola para ti también. — Giro para alejar a mi hijo. — ¿Tienes las manos limpias?

La rubia frunce las cejas y me enseña su dedo medio pero sonríe al bebé.

— ¡Mamá! ¡Christian no me deja cargar a mi sobrino!

Ahora es Grace quien me dedica una mirada de regaño, pero se acerca para besarme en la mejilla y tomar a Teddy en sus manos.

— ¿Qué hacen aquí? — Gruño de nuevo.

— ¿Ana no te lo dijo? — Mía se burla. — ¡Seremos parte de la foto familiar!

— Mierda. — Grace golpea mi brazo por la palabra.

— Christian... Dijiste que era mi regalo así que yo decido quien sale en las fotos.

Mía se ríe antes de seguir a Ana hacia el jardín, Grace luce apenada y Carrick palmea mi espalda con resignación por los años de experiencia lidiando con mujeres necias.

Los sigo a todos para presenciar el momento en que Ana se da cuenta de quién es el fotógrafo.

— ¡José! — Chilla Ana.

Se cuelga del cuello de su amigo por la emoción, intercambian algunas palabras y ambos se giran para mirarme. Mía, mi madre y Carrick toman asiento en una de las mesas donde Gail dejó una jarra con limonada.

José hace una seña hacia el jardín y Grace lleva a Teddy hasta el césped para comenzar a tomar las fotografías.

— No me dijiste que José haría las fotos. — Dice Ana cuando se acerca.

— Era una sorpresa, ¿Todavía cuenta como regalo de aniversario?

— No, pero es un lindo gesto.

Pasa los brazos por mi cintura y apoya la cabeza contra mi pecho, un cálido abrazo que correspondo sin darme cuenta hasta que Mía y papá nos observan con curiosidad.

— Debiste mencionar que mi familia estaría aquí, así me habría inventado una jodida reunión de último minuto.

— Por eso no lo hice, no quería que te perdieras la dicha familiar de una foto y convivencia. — Se burla.

— Mierda.

— Ven conmigo.

Toma mi brazo y tira de él para llevarme a mi estudio. Me empuja dentro cerrando la puerta detrás de ella antes de acercarse.

— ¿Que intentas? — Pregunto.

— Quiero agradecer el regalo. — Toma mi rostro con sus manos para que me incline y pueda besarme.

— Tenemos que volver. — Señalo la ventana con la cabeza, un pequeño vistazo al jardín trasero desde aquí.

— Están bien, Teddy tiene seis trajes para usar antes de la foto familiar. — Desabrocha la camisa y vuelve a besarme. — Hagamos esto muy rapidito.

— ¿Estás loca? Grace está ahí. — Señalo hacia mi madre en la distancia.

Cuando vuelvo la vista a ella, está subiendo el vestido a su cintura y se inclina sobre mi escritorio con el culo al aire.

— ¿Christian? — Pregunta sin mirarme.

— Mierda, esto no es...

Dejo de pensar en la visita y la acaricio con una mano mientras me desabrocho con la otra, dando la espalda a la ventana y manteniendo esto tan rápido y silencioso como me sea posible.

Aparto las bragas de encaje solo un poco antes de deslizarme en su canal apretado, gruñendo de excitación y deseo. Luego embisto con fuerza sosteniéndola de la cadera, pero cada empuje hace crujir la madera del escritorio y saltar los bolígrafos en la lapicera.

— Ah, si Christian, así... — Jadea, su espalda arqueándose.

Sus gemidos y el sonido de nuestros cuerpos juntos es todo lo que se escucha en la habitación, su cuerpo tensándose rápidamente con anticipación y su húmeda liberación. No dejo de moverme, incluso cuando ella se relaja, hasta que yo también alcanzo mi orgasmo.

— Nena, ese fue el mejor agradecimiento que recibí en la vida. — Jadeo con la respiración entrecortada.

Se ríe.

— ¿Te gustó?

— Claro que sí. — Aparto el cabello de su cuello, aún parado detrás de ella.

— Excelente, porque olvidé mencionar que tus padres se quedan a cenar.

¿Qué?

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora