Capítulo 57

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POV. Ana.

Meses antes...

La arena en Del Mar es tan suave que podría quedarme aquí toda mi vida.

Ir a la universidad. Graduarme. Tener un negocio propio. Un plan sencillo para una chica sencilla nacida y criada en Montesano por su padre soltero.

Suspiré extrañando a papá.

Por fin tenía el recurso para comenzar una nueva vida, ser la Ana que quería ser y salir del pequeño agujero que era mi vida, recorrer el mundo. ¿Quedarme en California? ¿Conocer Las Vegas? ¿Vivir en la gran manzana?

Todo parecía posible la semana pasada. Carajo, incluso hace dos días aún era parte del plan. ¿Pero ahora? No podía seguir aquí más tiempo.

Llegué a San Diego hace poco más de un mes, ansiosa por huir del clima frío de Seattle y los fantasmas en mi pasado. Todos ellos. Compré un auto económico, renté una habitación en un motel junto a la playa y me dediqué a caminar sobre la arena húmeda todos los días.

Todo con un nombre falso, por supuesto. Necesitaba un nuevo nombre para este nuevo inicio.

Embarazada.

No era así como tenía que pasar, no era parte del maldito plan o de mi nueva vida. ¿Podría ir a la universidad con un bebé? ¿Sería capaz de estudiar y hacer tareas con un pequeño llanto? ¿Ser madre soltera?

Maldito Grey y su super esperma perfora-condones.

Aún podría encontrar un lugar, asentarme y conseguir una niñera antes de que nazca el bebé. ¿A Christian le importaría no saberlo? No estaba muy emocionado las veces que olvidamos el condón.

— Bueno, tendré que ajustar el plan.

Tomo los tenis a mi lado, enterrando los dedos de mis pies una vez más en la arena húmeda y amando la sensación. Me sacudo la arena pegada en los shorts de mezclilla antes de caminar de vuelta a mi habitación.

No soy consciente del peligro hasta que percibo la sombra contra una columna del edificio, sus ojos duros siguiendo cada uno de mis movimientos.

— Eres difícil de encontrar. — Sonríe cuando me acerco.

Al principio no lo reconozco por las marcas en el lado izquierdo de la cara, luego una extraña sonrisa se estira en sus labios y sus ojos azules brillan con diversión.

— ¿Luke?

— Hola Ana.

Oh, carajo. ¿Ahora qué? ¿Grey lo mandó a buscarme?

— ¿Qué haces aquí?

— Intenté ayudarte a escapar, pero me tomó un tiempo hasta que los hombres de Welch me dieron por muerto.

— ¿Ellos te hicieron eso? — Señalo su rostro marcado cuando me detengo junto a él.

— Si. Y voy a hacerlos pagar uno por uno. — Me echa un vistazo deteniéndose un poco más en mis piernas. — Cuando fui a la mansión de Grey ya te habías ido.

Si, cómo olvidarlo.

— Una loca me disparó y terminé en el hospital. Grey me dejó ir.

Su ceja derecha y la mitad de la izquierda que aún es visible se elevan.

— Esa perra estúpida tenía que matar a Grey, no a ti.

Es mi turno de lucir confundida. ¿Ella estaba con él? ¿Era parte de su plan? Decido no preguntar.

— De cualquier forma, solo me golpee la cabeza pero estoy bien. ¿Para qué me estabas buscando si sabías que ya no estaba con él?

— Creí que querías vengarte de él, de todo lo que te hizo. A ti y a mi.

— No. — Niego rápidamente con la cabeza. — Quiero seguir con mi vida, pretender que él nunca existió.

Más fácil decir que hacer cuando llevo el recordatorio en el vientre.

— ¿Piensas dejarlo ir? Ese bastardo no puede salirse con la suya, ¡Sé cómo detenerlo!

— ¿Matándolo?

Creí que Christian estaba enfermo cuando me secuestro, pero la expresión de Luke es siniestra... Desquiciada ni siquiera comienza a describirla.

— Si. Creí que me ayudarías.

— No. No soy una asesina.

— Maldición. — Ríe con incredulidad. — ¿Te enamoraste de él?

Intento no dudar.

— No.

— Cuando acabemos con él... — Se acerca dos pasos hacia mi y me estremezco de miedo. — Tendremos nuestra recompensa. Sé todos sus jodidos trucos conozco gente habilidosa. Tomaremos su dinero sin que lo sepan.

— Es imposible, sabes que es un idiota desconfiado.

— Jamás dudes de mi, muñeca. — Se dedo índice recorre el costado de mi rostro. — Puedo ser tan peligroso con él.

Y le creo. Jamás creí que encontraría a alguien tan enfermo como Christian, ¿Pero Luke? Es un monstruo. Uno marcado por horribles cicatrices. Y si supiera de mi condición, no dudaría en tomar al hijo de Grey en represalia.

— Voy por algo de comer, ¿Vienes?

Echo un vistazo discretamente para saber si está solo, armado o tiene intenciones de secuestrarme. Ni siquiera lleva una maleta o una mochila como la que tengo en la habitación, solo lleva una chaqueta de cuero en la mano.

Asiente y me sigue al restaurante en la otra calle porque no hay forma posible en la que me quede sola con él. Y espero seriamente que tenga su propia habitación o algún lugar donde quedarse que no sea conmigo.

— ¿Cuáles eran tus planes?

Pregunta cuando sirven nuestra comida. ¿Eran? ¿De verdad está pensando que volveré a Seattle con él? ¿Que lo ayudaré en su estúpido plan?

— Voy a Georgia a buscar a mi madre. — Miento. — Vive en Savannah con su esposo y pensaba ir a la universidad ahí, me gustaría graduarme.

— Aún estás muy lejos. — Es lo único que dice antes de llevar otro bocado de carne a su boca.

Bebo un poco de mi limonada, culpando al calor por la elección de mi bebida mientras él consigue una cerveza. Sus escalofriantes ojos azules me miran fijamente, provocándome escalofríos de incomodidad.

Terminamos la cena y caminamos de vuelta a mi motel, las personas observando con morbo al hombre a mi lado. Creo que no solo a mi va a provocarme pesadillas.

— Duerme. No te ves bien, ¿Estás enferma?

Embarazada, es la palabra que lucha por salir de mi boca. He tenido tantas náuseas que he perdido el apetito y la ansiedad de saber qué hacer no me deja dormir.

— He pasado muchas noches mirando las estrellas y el mar. — Los culpo de mi semblante. — No es que en Seattle no se aprecie, pero el ambiente aquí es tan... Pacífico.

Luke asiente con expresión dura y señala al pasillo con su mano libre.

— Mañana continuaremos ésta conversación.

Asiento y me obligo a sonreír. Lo último que necesito es que él me vea como su enemigo. Vuelvo a mi habitación y deslizo todos los seguros y cadenas antes de refugiarme en la ducha.

Creí que Christian era el monstruo del que debía huir, pero ahora creo que podría ser el único que me mantendrá a salvo de este desquiciado, o espero que por lo menos lo haga por su bebé.

Lanzo las prendas de vuelta a la mochila, dejando algunas cosas regadas y la televisión encendida antes de salir a hurtadillas hasta el auto.

— ¿Listo, bebé? — Acaricio mi vientre aún plano sobre la ropa. — Es hora de ir a casa con papá.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora