Capítulo 67

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Ana decidió que nuestro día de aniversario sería el día que ella volvió a Seattle porque marca el inicio de nuestra relación voluntaria y yo estuve de acuerdo porque parecía la única forma de hacerla callar.

Tenía que ser eso. No había otra fecha cercana para festejo, ni mi cumpleaños, el de Ana o el de Teddy. Y la sospecha se incrementó cuando decidió no asistir a GEH hoy como todos los días.

— ¿Andrea? — La llamo por el intercomunicador. — ¿Tienes copia de la agenda que maneja Ana?

— Si, señor Grey. Se la llevo en un segundo.

La eficiencia de Andrea siempre me pone de buen humor, incluso con el desorden que causa la intervención de Ana en mis asuntos de trabajo.

— Aquí la tiene. — Me extiende un cuaderno cuando entra a la oficina, le hago una seña para que se siente.

— ¿Sabes si tenía algún plan para hoy?

— Solo su aniversario, señor Grey.

— Mierda.

Abro en la página del día y los putos corazones con tinta azul adornan la hoja. ¿Tiene tiempo para éstas mierdas y no para un rapidito antes de mis reuniones?

— ¿Necesita ayuda con algo?

Pregunta oportunamente, sabiendo que no tengo ni una puta idea de qué debería regalarle. Tiene a Teddy y una tarjeta sin límite, ¿Qué más podría necesitar?

— ¿Que sugieres? ¿Joyería?

— Tal vez algo más personal, señor.

— ¿Flores? — Arrugo la nariz con disgusto. — Preferiría un perfume costoso.

— ¿Tal vez una foto? ¿Algo que hicieran en familia y pudiera conservar como un recuerdo?

Me tomo un momento para pensarlo. No creo tener fotos con Ana más que aquellas que publican los periódicos, y definitivamente no hay ninguna foto de Teddy circulando por ahí.

— ¿Una foto familiar? Mi madre ama esas mierdas. — Gruño recordando las pocas veces que logró reunirnos.

— Es una gran idea, tal vez una sesión de fotos en su casa de Broadview.

— Pero necesito que sea un fotógrafo de confianza, con un contrato de confidencialidad firmado y de ser posible, sin acceso al material que después pudiera vender.

— Ana... La señorita Steele mencionó que su amigo José era fotógrafo en la universidad. ¿Le parece una persona discreta?

— Si... Podría ser. Contáctalo y que siga el protocolo de contratación de empleados. La sesión podría hacerse mañana.

Andrea sonríe con satisfacción y asiente, luego sale de la oficina con rapidez.

— Una fotografía es el regalo perfecto. No es una mierda cursi, es práctica y duradera. Incluso tendré una foto de Ted para poner aquí.

Me felicito a mi mismo antes de volver a mi trabajo pendiente, solo interrumpiendo cuando Jason dice que es hora de volver a casa.

Cuando llego a Broadview, ni Gail, ni Eileen, ni Ted están a la vista, en la sala. Todo es un completo silencio.

— ¿A dónde fueron todos? — Giro para preguntarle a Jason pero él también desapareció.

— Estamos solos. — Ana se recarga en la puerta de la cocina. — Envié a Teddy, Prescott y Eileen a Bellevue con tus padres.

— ¿Por qué?

— Porque es nuestra cena de aniversario y quiero estar sola contigo.

Echo un vistazo a mi alrededor, buscando algo diferente en la decoración o algún indicio de la cena sobre la mesa.

— Le di la noche libre a Gail. — Responde cuando se da cuenta que observo la mesa del comedor.

— ¿Hizo la cena antes de irse?

— No. — Responde con el ceño fruncido.

— Mierda. ¿Quieres salir a cenar a algún lado?

— ¡No! ¡Yo preparé la cena! Ahora lávate las manos y siéntate porque está lista. — Gira y vuelve a entrar a la cocina.

— Dios, ¿Intentas matarme?

— ¡Te escuché!

Me apresuro a hacer lo que dice y ayudo llevando una botella de vino y las copas a la mesa. Algo que parece ser pollo pero muy tostado se encuentra en el plato, rodeado de verduras.

— ¿Tú preparaste todo? — Esto se siente como un jodido Dejavú.

— Si. Incluso el postre.

— Mierda...

— ¡Deja de maldecir y come! El pollo quedó bien y seguí la receta al pie de la letra.

— Claro.

Me aclaro la garganta antes de cortar un trozo del pollo, sazonarlo con el aderezo y llevarlo a mi boca. ¿Por qué ella no está comiendo? ¿Quiere que muera primero?

— ¿Y bien?

— Hmm... — Mastico lentamente. — Está... Crujiente.

— No se supone que cruja. — Hace una mueca antes de taparse el rostro con las manos. — ¡Lo arruiné! Quería prepararte la cena y lo arruiné.

— Nena, está bien, sabe bien. — Si lo masticas como una jodida vaca. — Me gusta el pollo muy dorado.

— ¿De verdad? — Las lágrimas brillan en sus ojos azules.

— Si, incluso creo que me gustaría un poco más de aderezo.

Sonríe y se limpia las lágrimas contenidas.

— Lo traeré.

Apenas desaparece en la cocina, vierto la botella del vino sobre el trozo en mi plato y en el de ella para humedecerlo, relleno las copas y me aseguro de tomar un trago grande.

— Aquí está, ¿Quieres más ensalada?

— Estoy bien.

Toma asiento de nuevo y lleva un trozo del pollo a su boca. Su vista se clava en el plato y luego en la botella de vino como si armara el rompecabezas, antes de mirarme.

— Es una receta de Grace. — Explico antes de que pregunte. — ¿Qué hay de postre?

— Pastel de chocolate y helado de vainilla.

Casi escupo el trago que había tomado de la copa por el jodido chiste. ¿Vainilla? ¿En serio?

— ¿Qué? ¿No te gusta el chocolate?

— La vainilla... Pero creí que el postre serías tú en algún camisón transparente sin bragas.

— Tal vez hay algo de eso más tarde, primero quiero ver mi regalo.

— ¿Tu regalo? — Mis cejas se arquean. — Estuve pensando en que deberíamos tener una sesión de fotos porque quiero darte una foto familiar. Hice los arreglos para que alguien venga mañana.

Empujo otro pedazo de ese pollo seco en mi garganta y otro trago grande del vino, manteniendo la conversación lo más casual posible.

— Esa me parece una maravillosa idea. — Sonríe. — ¿Pero qué me vas a dar hoy?

Mierda. No sabía que atrasarlo un día le quitaba sus propiedades como regalo de aniversario.

— Espera aquí.

Voy al estudio y abro la caja fuerte para tomar el estuche que lleva ahí más de un par de meses. Regreso al comedor, dejando la caja delante de ella.

— Cásate conmigo.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora