Capítulo 53

2.6K 232 12
                                    

— Tus manos están en mis tetas. — Gruñe adormilada.

— Lo siento, creí que estabas dormida.

— ¿Quieres que duerma para manosearme a tu gusto? — Se ríe. — Eres todo un caballero.

— Vuelve a dormir.

Mi brazo se desliza más abajo hasta su cintura para pegarla más a mi, su espalda contra mi pecho.

— Ahora no tengo sueño. — Se gira entre mis brazos para mirarme. — Quiero sexo.

— No creo que puedas, aún no acaba la cuarentena.

— ¡No me importa! Ven aquí.

Apoya su mano en la parte posterior de mi cabeza para besarme, su cuerpo frotándose contra mi. Ella va en serio con esto del sexo. Estiro el brazo hacia atrás para tomar el móvil de la mesita.

— ¿Qué haces?

— Le voy a enviar un mensaje a la doctora Greene. — Busco su número en los contactos.

— ¡Christian! Es media noche, no va a contestar.

— Entonces consultaré en línea sobre la cuarentena.

Ella toma el móvil de mis manos y lo deja en la mesita de su lado.

— No vas a molestar a nadie, ¿Esta bien? Nadie tiene que saber que vamos a tener sexo.

Mi ceño se frunce.

— Quiero saber si es seguro para ti.

— Lo es, estoy bien.

— No tengo condones, y sé que no tienes un método. Enviaré a Taylor a la farmacia.

— ¡Christian! — Chilla de nuevo. — No vas a sacar a Taylor de su cama por algunos condones.

— Bueno, no voy a preguntarle si él tiene. Aunque no quiero arriesgarme desde... — Me interrumpo. Desde que la estúpida Camille se atrevió a sabotearme.

— Estoy segura que podríamos encontrar otra forma. — Desvía la mirada y sus mejillas se colorean.

¿Ella cree que el coito interrumpido es seguro?

— Nena, si lo que quieres es que te ayude a relajarte lo haré. Mañana consigo los preservativos cuando regrese de la oficina.

Ana solo asiente, sus ojos mirando por encima de mi hombro como si pudiera ver a Teddy en su cuna.

La ruedo sobre su espalda para acomodarme, deslizando el camisón por encima de su cadera y acomodar sus piernas sobre mis hombros.

Sus manos masajean sus senos mientras me tomo el tiempo de mordisquear sus muslos suaves todo el camino hacia arriba, haciéndola gemir.

— Shh, vas a despertar al bebé, pequeña ruidosa.

— ¡Ah! Bueno, no deberíamos tener sexo frente a él.

— Está dormido. — Me justifico.

— Podríamos causarle un trauma.

Eso me hace levantar la cabeza de entre sus piernas, mis ojos entrecerrados.

— Es nuestro hijo, eso es garantía de trauma y costosos charlatanes de mierda.

— Christian... — Empuja mi cabeza para que vuelva a lo que hacía. — No te distraigas.

Me inclino de nuevo para dejar de marcar su piel pálida y concentrarme ahora en el botón sensible entre sus pliegues. Mierda, jamás fui partidario del sexo oral a menos que fuera yo quien recibiera una mamada.

Ana se retuerce cuando mi lengua presiona y se mueve sobre su clítoris, su espalda arqueada y la cadera empujando más su cuerpo hacia mi boca. Me retiro un poco para ver su expresión.

— ¡No, Christian! ¡Estaba tan cerca! — Chilla con el rubor extendiendose por su cuerpo.

— Lo siento, es que luces muy sexy de esta forma.

Vuelvo a mi tarea sintiendo la erección empujando contra mi pantalón de chandal, ansiosa por recibir atención. No esta noche, no voy a embarazar a Ana de nuevo.

Mantengo la presión firme y los movimientos rítmicos sobre su centro, guiándome por los movimientos de su cuerpo que se acerca o aleja para regular la presión de mi boca.

Su mano continúa acariciando sus senos por encima de la tela y una la otra para alborotar mi cabello asegurándose de que no me alejo.

— ¡Si! Oh, si. — Gime. — ¡No te detengas!

Mis dedos presionan más fuerte sus muslos, marcas rojizas donde se entierran en la carne suave de sus piernas y las ganas de dejar mordidas me golpean. Aprovecho el momento en el que se estremece con su liberación para dejar mi sello sobre su piel.

— Oh, vaya... Eso fue bueno.

— ¿Sí? ¿Lo suficiente como para devolver el favor?

Su ceja se arquea, su pecho aún moviéndose de arriba a abajo por la agitación. Me inclino hacia ella para besarla cuando el llanto del bebé interrumpe.

— Mierda.

— Si, qué mierda. — Se burla de mi. — Ahí va tu oportunidad de tener acción esta noche.

Se levanta de la cama y acomoda de nuevo el camisón sobre su cuerpo antes de ir y tomar a Teddy en brazos, acunándolo con un suave balanceo.

— Toma una ducha fría antes que exploten las joyas de la familia. — Señala el baño con la cabeza.

Exhalo la frustración sexual fuera de mi mientras voy a tomar la jodida ducha con agua fría, estando de acuerdo solo porque Ana parece dispuesta a dejarme dormir con ella.

Cuando vuelvo a la habitación, ella y Teddy están acomodados otra vez en la cama, dejando mi lado libre para acostarme.

— Ana. — La llamo en voz baja.

— ¿Eh?

— Deberías casarte conmigo.

— No.

— ¿Por qué mierdas no? ¿Ahora qué hice?

— Duérmete, Christian. Tengo sueño. — Me ignora.

— Vas a volver a las citas con Flynn, estoy creyendo que necesitas medicación.

— Estoy bien. — Gruñe.

Giro para colocarme de lado y mirarlos a ambos, medio dormidos con los brazos a ambos lados de sus cabezas. Mi dedo índice recorre los brazos pequeños de mi hijo.

— Creo que Ted debería volver a su habitación.

— Aún es pequeño, prefiero tenerlo cerca para alimentarlo.

— Bien. Pero tendrá que volver a su habitación tan pronto como duerma toda la noche. Pondremos un monitor de bebé y una alarma con sensores de movimiento...

— ¡Duérmete, Christian!

Mierda. Tal vez debería ir al estudio por un vaso de whisky o algo que me ayude a dormir, pero me quedo dormido respirando el aroma único de Teddy y sintiendo la tranquilidad de tenerlos a los dos conmigo.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora