Capítulo 36

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— Si, así... Ahh... — Ana sostiene su vientre que se mueve con cada una de mis embestidas.

La mejor maldita rutina del mundo.

En contra de todos mis pronósticos, su prominente vientre no ha sido impedimento para mantener relaciones sexuales satisfactorias todos los días. ¿Quién lo hubiera pensado? El escritorio de mi estudio y el de mi oficina tienen la altura exacta para tender a Ana frente a mi con sus largas piernas abiertas.

— ¡Voy a...! — Chilla aferrándose al borde.

— Mierda.

Ella se estremece con su liberación mientras sigo trabajando la mía con intensidad, sus gruñidos y jadeos alentando mi orgasmo. Mi vientre bajo se tensa y cierro los ojos dejándome llevar.

— Tengo hambre de nuevo — Se ríe — No sé si por el embarazo o por la energía que debo recuperar.

Acomodo mi ropa y la ayudo a levantarse antes de dejarme caer en mi silla. La veo tambalearse hasta el baño con la falta levantada en su cadera para lavar el desastre de nosotros juntos.

— ¿Te apetece un batido de frutas? — Me inclino para levantar sus bragas del piso — Puedo enviar a Prescott por un desayuno saludable.

— No, está bien — Contesta desde el baño — He sentido náuseas esta mañana, ¿No se supone que eso solo ocurre al inicio del embarazo?

Mi ceño se frunce.

— No lo sé, llamaré a la doctora Greene para adelantar tu cita.

Levanto el teléfono del escritorio y le pido a Andrea que venga a mi oficina para encargar algunos bocadillos, la consulta con la ginecóloga y algunas galletas saladas o lo que sea que controle sus náuseas por el momento.

— Creo que exageras.

Se detiene a un lado de mi escritorio al mismo tiempo que Andrea empuja la puerta con una sonrisa incómoda. Ana presiona los labios para no reír cuando mi secretaria se sonroja.

— ¿Me llamó, señor Grey?

— Si. Ana necesita algo para las náuseas, probablemente un sándwich de pavo o algo saludable y deberíamos adelantar su próxima cita con la doctora Greene.

— Entendido. Llegó esto para usted — Me extiende un sobre amarillo cerrado sin remitente.

— ¿Qué es? — Pregunta la curiosa.

— Contratos — Se apresura a decir Andrea — Los contratos de la última empresa que solicitó.

La miro con los ojos entrecerrados porque no es típico en ella dejarse llevar por los nervios, pero hoy lo hace y su vista no abandona el rostro de Ana.

— ¿Por qué no me los diste a mi? Déjame ver, Christian.

— Son solo contratos — Andrea mantiene una sonrisa forzada en su rostro.

Mierda.

La información que pedí a Welch. Demasiados sobres como estos han pasado por las eficientes manos de mi asistente como para saber que son confidenciales.

— Necesito un momento para revisarlos. Ana, ¿Por qué no vas con Prescott a conseguirte algo para comer?

— ¿Puedo ir sola? — Sus cejas se elevan por el asombro.

— Con Prescott, ¿No escuchaste? — Gruño impaciente porque salga de mi oficina.

— Está bien, no tardo.

Espero a que ambas mujeres abandonen mi oficina antes de rasgar con impaciencia el sobre de Welch y extraigo la carpeta con la información de Amber.

Leo superficialmente la información básica que ya sé como sus datos personales, sus antecedentes laborales y sus logros académicos. Mis ojos escanean los comentarios adicionales con particular interés.

"Afiliacion política: Progresista.
Afiliación religiosa: Ninguna.
Orientacion sexual: Heterosexual.
Relaciones sentimentales: Ninguna en la actualidad."

— Es más o menos lo que esperaba — Mi vista se desliza más abajo, donde menciona algunos grupos de jóvenes con afinidad en ideología política, participación en algunas manifestaciones con un grupo de mujeres liberales y dos detenciones por disturbios.

Nada de esto resulta de interés para mí, hasta que mi vista se fija más abajo en los comentarios de Welch, en una palabra en particular: BDSM.

¿Qué?

"Pertenece a la comunidad BDSM desde que tenía 19 años y asiste cada semana al club de Bondage al sur de Seattle bajo la protección de Josef Keller".

Lo recuerdo. Cuando Keller alejó a Ana de mi y yo me abría paso entre la gente, un rostro me resultó familiar. Era ella.

— Un momento, ¿Amber fue sumisa de Keller?

Esto me parece una maldita gran coincidencia, pero ¿Si no lo fuera? ¿Si Amber estuviera en mi empresa como una jodida espía o alguna mierda malintencionada?

No puedo adelantarme ni despedirla sin una razón justificada, después de todo las preferencias o fetiches sexuales no es un punto relevante a discutir en una entrevista de trabajo y yo tendría que manejar todo con la cabeza fría.

— Christian — Ana empuja la puerta, sacándome de mis pensamientos — Te traje panecillos de chocolate, pero puedo comerlos si no lo quieres.

Se sienta en la silla frente a mi escritorio con batido y una bolsa de papel grande con comida. Desliza una charola hacia mí pero he perdido el apetito por la puta intriga.

— ¿No vas a comer? — Señala los panecillos.

— No.

— Andrea llamó a la clínica de la doctora Greene para confirmar la cita de los seis meses, ¿Es momento de hablar del parto?

— No.

La pequeña necia frunce las cejas.

— No hay nada qué discutir. Vas a parir es su clínica con una cesárea programada y todos los jodidos cuidados necesarios.

Lo que me recuerda a mi que debo solicitar una enfermera para que ayude a Ana los primeros días y hablar con mi abogado para modificar mi testamento. Vuelvo la carpeta al sobre y guardo todo en el cajón de mi escritorio.

— ¿También eliges la hora? — Arquea la ceja — Aunque no me sorprendería, si vas a pagar te dejarán incluso hacer el corte en mi vientre.

Es mi turno de fruncir el ceño. Dudo mucho que quiera ser testigo de cómo extraen un ser humano en miniatura de su cuerpo, eso arruinaría cualquier erección futura.

— ¿Te importa si duermo un poco? Mis pies se hincharon de caminar y el peso extra de tu hijo no ayuda.

Mi hijo.

En tres meses más estará aquí y los pocos días de tranquilidad se habrán acabado. Mierda.

— ¿Seguro que no quieres un panecillo? Estás algo pálido.

— Estoy bien, solo duerme. Te avisaré cuando sea hora de volver a casa.

Ana se recuesta en el sofá con los ojos cerrados y sube los pies en el reposabrazos. Cuando estoy seguro que ella se quedó dormida, envío un mail a Welch.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora