Epílogo ❤️

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— ¡Mala, mala amiga!

— ¿Yo? ¡Él fue el que mandó strippers gays a mi despedida! — Me señala. Mierda. — ¡Es su culpa!

— ¡Pero tú no ibas a ligar con ellos! ¡Yo sí!

— Eso fue lo que dije... — Digo, pero ellos siguen ignorándome enfrascados en su discusión.

José no pudo esperar otro momento para tener ésta conversación, apenas llegó hace cinco minutos y estamos por comenzar la ceremonia en el jardín.

— ¡Pues ve a ligar a otro lado! ¡Te mandé a vigilar a mi marido!

Mi ceño se frunce pero de nuevo ambos me ignoran. José arquea las cejas en un gesto de ofensa fingida.

— No dijiste que lo vigilara.

— Te dije cuídalo por mi, ¿Qué creíste que estaba pidiendo?

¿Cuidarme?

¿Cómo a un puto niño?

— ¡Eres imposible! ¡Pareces una niña, Steele!

— ¡No lo soy! — La jodida chiquilla golpea el tacón contra el césped.

— Tienes razón, vas a ser la esposa de alguien. — Por fin José gira para mirarme. — Christian, que Dios te ayude con la desición que tomaste porque esta mujer es terriblemente inmadura.

— Lo sé. — Concuerdo, Ana frunciendo el ceño hacia mi.

— No te metas en esto, Christian. — Levanta la palma como si eso me detuviera. — José, no me hagas patearte las bolas.

Silencio.

— Mierda. — Decimos José y yo.

Afortunadamente Grace asoma su entrometida cabeza por la puerta corrediza y nos indica que el oficial civil está aquí. Será una boda pequeña, estrictamente amigos y familia... Y el abogado porque Carrick insiste en mantener el papeleo en orden.

— ¡Todos a sus asientos! — Chilla Mía llevando a Teddy en sus brazos.

Carrick, Grace y Elliot pasan por mi lado para ir a sentarse en la banca frente al improvisado altar. Gail, Jason, Andrea y Barney en el otro extremo.

El hombre que oficiará la ceremonia estrecha mi mano y se dirige al frente, así que lo sigo. Mi madre me lanza otro vistazo cuando me detengo en el altar y niega con la cabeza, aún molesta con mi desición de llevar camisa y traje oscuro.

— ¿Listos? — Grita de nuevo la rubia. — ¡Aquí viene la novia!

Pongo los ojos en blanco para mí estúpida hermana porque todos ya hemos visto a Ana y el elegante vestido que eligió para este día. No lleva velo ni un peinado excesivo, todo es simple y elegante como ella misma.

Presiono la alianza con fuerza dentro del bolsillo de mi pantalón para recordarme que esto realmente está pasado. Voy a casarme. Tendré una esposa, no una sumisa como pensé que sería.

Aunque claro, también tengo un hijo y otro bebé por nacer.

Sin presiones, Grey.

— ¿Christian?

José llama mi atención y me entrega la mano de Ana antes de volver a su lugar. No hay damas de honor ni padrinos, solo ella y yo.

— ¿Christian? — Vuelve a llamarme Ana. — No estás respirando.

Me regaña, provocando la risa de los demás y sacándome de mi aturdimiento. Mis cejas se fruncen cuando estiro su mano hacia mi para besarla.

— Estaba pensando...

— ¿En lo hermosa que me veo? ¿En lo mucho que me amas?

Jodida chiquilla.

— En lo joven que eres y lo mucho que me gustaría navegar en mi catamarán.

Sus pequeñas cejas se arrugan en confusión.

— ¿Y decidiste que éste era el momento oportuno de mencionarlo? — Señala con la cabeza hacia los mirones. — ¿Algo más que quieras mencionar?

— Quiero llevarte a mi casa en Aspen, al departamento en Nueva York, que subas conmigo al Charlie Tango y tal vez vacacionar por Europa. Quiero mostrarte el mundo, a ti y a nuestros hijos.

— Aww. — Veo por el rabillo del ojo a Grace limpiarse las lágrimas.

— Qué cursi. — Se queja Elliot.

— Ignóralo. — Susurra Mía con la atención puesta en nosotros. — Continúa.

Observo la expresión de sorpresa en mi familia pero no es nada en comparación con la de Gail y Jason, están atónitos por mis impulsivas palabras.

— Christian... — Ana carraspea intentando ocultar las lágrimas. — Yo estaré donde tú estés y te seguiré siempre. Nuestros hijos te amarán tanto como yo lo hago porque eres un hombre bueno.

Coloca la palma sobre mi pecho como si quisiera tocar mi corazón y yo levanto la vista hasta sus ojos azules brillantes.

— Te amo, sé mi esposa.

— Okay.

Se lanza a abrazarme pasando sus brazos por mi cuello y escucho sus sollozos en mi oído.

— ¿Eso es un sí? — Pregunta el hombre a unos pasos de nosotros. — Voy a considerar que esos eran sus votos matrimoniales y voy a declararlos marido y mujer. Puede besar a su novia... Y firmar el documento.

Ana sonríe avergonzada cuando se aparta para besarme, acariciando mi cabello con sus dedos.

— ¿Y ya? ¿Eso fue todo? — Se queja la rubia odiosa. — ¡Tanta preparación para que ustedes hicieran lo que les diera su jodida gana!

— Si. — Decimos al unísono la chiquilla y yo.

— Pero... ¡Pero!

— ¡Mía, basta! — Grace le lanza una mirada fastidiada. — Lo importante es que están casados, ahora ve a firmar el acta.

La rubia resopla pero ella y José firman, seguidos de Andrea y Barney. Cuando las formalidades están hechas nos acercamos al comedor improvisado en el jardín para el banquete.

— Es hora del primer baile. — Extiendo mi mano para que Ana la tome. — ¿Estás bien?

— Si, solo algo sensible. Dios, no puedo dejar de llorar pensando en lo feliz que soy y mi papá no puede verlo.

— Ana... — Ella sorbe por la nariz. — Estoy seguro que tu padre sabía que lo lograrías algún día.

La abrazo contra mi pecho pero dejo de moverme cuando algo golpea mi pierna. Me inclino para ver la cabeza castaña de mi hijo que está tirando de mi pantalón.

— ¡Quiero bailar con mamá!

— Espera tu turno. — Señalo porque es nuestro primer baile como esposos.

— ¡No quiero! ¡Mierda!

— ¡Ted! — Gruño.

— ¡Christian! — Ana golpea mi pecho. — Te dije que el niño estaba aprendiendo tus palabras.

— Ya lo habíamos hablado, Ted estuvo de acuerdo en no decir esa palabra.

— ¡No cuando mamá esté cerca! — Ríe divertido.

— Dije que nunca, no escuchaste bien.

Intento componer la situación pero obviamente Ana no me cree, así que me aparto para dejarlos a ellos tener su baile.

Tomo una copa de champán de la mesa y la bebo de un trago, Carrick deteniéndose a mi lado.

— Dime por favor que las niñas son más tranquilas. — Le pido, Ana asegura que el bebé en su vientre será niña.

— Hijo, no quiero mentirte... — Sigo su mirada hasta la estúpida rubia que tiene la lengua metida en la garganta de Rodríguez y resoplo. — Así que solo diré que no te estreses aún por el futuro.

¿Ese es su mejor intento de reconfortarme?

Mierda.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora