Capítulo 14

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Mierda. He estado tan distraído pensando en Ana y en lo que ocurrió en el ático que no soy capaz de concentrarme el resto de la tarde.

Andrea parpadea de nuevo y caigo en cuenta que ha estado observándome el último minuto esperando alguna indicación, o por lo menos eso dije cuando me acerqué a su escritorio.

— Lo olvidé. — Consigo decir. — ¿Qué me preguntaste?

Ella reprime una risita.

— Le decía, señor Grey, que la asistente en entrenamiento cometió otro error con los documentos de la transferencia, por lo que el jefe de recursos humanos decidió despedirla.

— Si, claro. — Balbuceo. — ¿Tienes a alguien en mente para ayudarte?

— Aún no, señor.

— Entiendo, y lo dejo a tu criterio. Por hoy es todo, puedes retirarte.

Taylor me espera junto al ascensor para llevarme de vuelta a casa, solo media hora antes de mi hora normal de salida. A pesar de no hacer demasiado sobre mis pendientes, me siento tan fastidiado que una copa de whisky es lo único que necesito.

En el camino a Broadview, reviso mi correo electrónico y apago el teléfono porque no estoy de humor para nadie.   Un par de minutos después, Jason estaciona detrás de la suv y ambos bajamos del auto.

La señora Jones nos espera con la puerta abierta.

— Bienvenido, señor Grey — Sonríe.

— Gail.

Saludo, pero algo en su expresión me causa curiosidad. Paso junto a ella ignorando la sonrisa tan tensa en su rostro y me detengo en la sala para dejar mi maletín.

— ¡Llegas temprano! — Grita Ana desde la cocina.

Mierda. ¿Qué hace en la cocina?

Le lanzo una mirada inquisitiva a Gail y esa sonrisa tensa y forzada se mantiene en su cara.

— ¿Qué haces ahí? — Me acerco despacio.

— Oh, tenía ganas de cocinar la cena — Se coloca los guantes de cocina — Espero que tengas hambre.

— No mucha.

Balbuceo, pero ella me ignora para inclinarse hacia el horno para tomar una charola de aluminio. Mientras lo hace, me tomo un momento para mirarla de arriba a abajo.

Lleva unos jeans ceñidos y tenis, y una sudadera blanca que la hace lucir realmente joven. Y el moño desordenado sobre su cabeza con algunos mechones sueltos completa el look de universitaria.

— ¿Qué es?

— Rollo de carne y papas — Sonríe orgullosa — Yo lo hice todo.

Mierda.

Busco con la mirada a Gail, que ya viene con mi trago de whisky que no le pedí y asiente cuando lo deja frente a mi. ¿Debería preocuparme?

— Me alegra que quisieras cocinar. Pero creí que estabas cansada, ¿Por qué no dejaste que Gail te ayude?

— Dije aburrida, no cansada — Me señala con su dedo — Y ya que tengo tanto tiempo libre, creí que debería aprender a cocinar... Para ti.

Dios, quiere matarme.

— Bien — Fuerzo una sonrisa en mis labios — Traeré mi botella de whisky.

— ¿Por qué? ¿Vamos a celebrar?

— Yo lo haré, tú puedes tomar jugo de naranja o lo que sea que las mujeres embarazadas beban.

— ¡Eso no es justo!

— Tienes razón, no lo es y no me importa.

Se gira hacia el gabinete para traer los platos y cortar el rollo de carne para servirlos, refunfuñando cosas que seguramente molestarían a Grace si las escuchara.

— ¿Otro trago, señor? — Gail señala mi vaso.

— Si, muchos — Hago una mueca que la hace reír — No olvides servir platos para Taylor y la señora Jones, estoy seguro que amarán tu comida.

Me mira con los ojos entrecerrados, pero sigue sirviendo platos. Luego obligo a Jason y Gail a sentarse en la mesa con nosotros y tomamos nuestros alimentos en silencio.

— No sabe tan mal — Digo mis pensamientos en voz alta — Me refiero a que, para ser tu primer intento, tiene buen aspecto.

De nuevo, Gail hace una seña con la cabeza y Ana me mira con el ceño fruncido.

— Si tanto quieres saberlo, mi primer intento terminó carbonizado. Así que apreciaría que valoraras mi esfuerzo en la cocina.

— Lo hago — Me defiendo.

— Bien. Porque no mentía, voy a cocinar la cena para ti todos los días.

Mierda.

Soy consciente de lo mucho que maldigo desde que Ana está en mi vida, y que es probable que tenga que tomar un tentempié antes de la cena o bajaré más de peso.

Me tomo otro trago de whisky antes de subir las escaleras e ir directo a la ducha. Necesito relajarme y caigo dormido tan pronto como mi cabeza toca la almohada.

No sé si Ana ha tenido más ataques de pánico, ya que el cansancio me impide darme cuenta si ella despierta, pero seguro aún le pasa porque en las mañanas la encuentro aferrada a mi cuerpo como si su vida dependiera de ello.

— Levántate — Aparto su brazo de mi abdomen — Es hora de irnos.

Se aparta la maraña castaña de cabello del rostro y puedo ver las marcas púrpuras bajo sus ojos. Otra vez tuvo problemas para dormir y la cita con Flynn es mañana.

La veo arrastrarse hasta el baño para una ducha rápida mientras bajo al comedor por mi desayuno y algo para el dolor de cabeza. Debería dejar de beber antes de dormir.

Ana baja unos minutos después, llevando un vestido ligero, botas y su abrigo. Peinó su cabello e incluso maquilló las ojeras.

— ¿Tienes una cita? — Gruño revisando su atuendo.

— ¿Te refieres a esto? — Pone las manos sobre sus senos — Quiero ir presentable a tu oficina, después de todo soy tu novia, ¿No? Tengo que estar a la altura.

Está provocándome, lo sé. Le parece malditamente divertido ponerme celoso con cualquier jodido imbécil que se cruza en su camino... Y el idiota de turno es Larson.

Llegamos a Grey House y subimos al ascensor con Taylor y Prescott. Andrea ya está aquí, aún no tiene una asistente y se las arregla para traer mi café con la agenda del día.

— El señor Larson está aquí, señor Grey.

Ana se pinta los labios de nuevo antes de caminar hasta la sala y sentarse. Me dedica una sonrisa extraña cuando le pido a Andrea que lo haga pasar.

— Buen día señor Grey — Saluda desde la distancia — Señorita Steele.

Se dirige hacia Ana y toma asiento junto a ella. Y como no sé que planea la maldita chiquilla, abandono mi escritorio para sentarme en el sofá frente a ellos.

Oscuro (Libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora