— Tomemos las cosas con calma, ¿Te parece? Aún tenemos tiempo.
Paso la mano por mi frente, mis dedos intentan alizar las arrugas de preocupación que se concentran en ese lugar. Un hijo, un costal de popó que llevará mi apellido.
No soy demasiado viejo, apenas cumplí 32 años pero jamás pensé que esto me pasaría a mí. Muy en el fondo sabía que mi vida estaba tan jodida que lo mejor que podría hacer por el mundo era evitar tener descendencia.
— Ve arriba a dejar tus cosas en la habitación, supongo que no has tomado el desayuno y sabrás que necesitas alimentarte correctamente.
Frunce la boca en un gesto de molestia, pero corre por la escalera con la pequeña mochila sobre su hombro. Me sorprende la familiaridad con la que se desplaza por la casa, casi olvido que ella vivió aquí por un par de semanas.
— Señora Jones — Camino hacia ella, que está sentada en la barra de la cocina — ¿Podría preparar el desayuno para Ana? Ella estará viviendo aquí de forma indefinida.
— Por supuesto, señor Grey.
Jason me mira fijamente esperando alguna indicación. Si, si, mierda lo sé. Necesito que vuelva Prescott y trazar un nuevo plan para la pequeña sorpresa que Ana lleva en el vientre.
— ¿Seré de nuevo una prisionera? — Se burla bajando la escalera — Porque ésta vez tengo mis propias ideas sobre cómo quiero pasar mi encierro.
— Estás aquí por voluntad propia, pero no te confundas. No puedes alejarte de mi mientras estés embarazada.
Gail y Jason se quedan inmóviles por un segundo ante mi declaración de paternidad. Obviamente están al tanto del asunto y tan sorprendidos como yo por la noticia.
— ¿Es una amenaza? — Arquea su pequeña ceja desafiante.
— Tómalo como quieras. Ahora siéntate de una jodida vez.
La señora Jones lleva los platos de Ana hasta la mesa del comedor y ella la sigue obediente. Me siento junto a ella para terminar mi café sin azúcar y el pan tostado que es lo único que cae dentro de mi estómago quisquilloso.
— ¡Se ve delicioso! — Chilla con la vista puesta en el plato de huevos revueltos con tocino.
— Gracias, Señorita Steele — Gail pone el vaso de jugo junto a ella — ¿Algo más que necesite?
— ¿Podría tomar café?
— No — Le gruño.
— ¿Por qué no? ¡Tú estás bebiendo café!
— No estoy embarazado, maldita sea. Tómate el puto jugo.
Le hago una seña a Jason para que se acerque mientras Gail sonríe divertida y vuelve a la cocina. Salir no estaba en mis planes, pero no me queda más remedio que hacerme cargo de ésta insensata chiquilla de ojos azules.
— Trae aquí a Prescott y solicita otra persona para Escala. Llama a Andrea para que consiga una cita con la doctora Greene para mañana a primera hora y avísale a Caroline de Neiman Marcus que estaremos ahí en una hora.
— ¿Vamos a salir? — Pregunta mientras devora su desayuno.
— Si. Dudo mucho que tengas todo lo que necesitas en esa pequeña mochila y ya no queda ninguna prenda tuya aquí.
— Oh, entonces supongo que está bien.
La veo hacer muecas mientras bebe el jugo de naranja, contiene la respiración y sorbe el resto del vaso hasta acabarlo. ¿Qué mierdas le pasa? Pareciera que no ha comido en días.
No me molesto en cambiar la ropa deportiva, solo espero a que Ana termine su desayuno y suba conmigo a la suv con Taylor para llevarnos hasta el centro de Seattle. Antes de que lo olvide, apago el móvil porque no estoy de humor para nadie.
Bajo de la suv tan pronto como estaciona en la acera, Ana y Taylor detrás de mí hasta la puerta. La tienda está cerrada al público, pero Caroline y dos de sus asistentes nos esperan con grandes sonrisas.
— Bienvenido, Señor Grey. Señorita Steele.
Ana agita la mano con incomodidad y mete las manos dentro de los bolsillos de su suéter gris. Con la luz del día colándose por las amplias ventanas de cristal, puedo ver los círculos púrpuras bajo sus ojos y lo pálido de su piel.
— Para alguien que estuvo en la playa bronceándose, no pareces descansada ni saludable.
— Cierra el pico — Me gruñe.
Una de las asistentes de Caroline se acerca con una bandeja y dos copas de lo que supongo es Champagne. Si algo tiene Neiman Marcus, es que el trato que recibes es de primer nivel, igual que el costo de sus prendas.
— ¿Una copa, Señor Grey? — La chica sonríe y desliza la lengua por su labio inferior.
— Si.
— Yo también necesito una — Susurra Ana y estira la mano.
— ¿Sufres de algún grado de amnesia? — Retiro su mano de la bandeja — Las mujeres embarazadas no beben alcohol.
— ¡Solo un trago!
— ¡No!
La chica retrocede por mis gritos, pero es la mirada de Caroline y el hecho de que su quijada casi está en el piso lo que me hace recordar porqué hago que todo mundo firme el acuerdo de confidencialidad.
— Necesita ropa de uso diario y prendas de maternidad. Nada ceñido o sintético, solo ropa y zapatos cómodos, dejo los tonos a tu elección.
— Como diga, señor Grey.
Caroline señala hacia los vestidores para que Ana la siga mientras voy al sofá con ambas copas en las manos. Taylor espera junto a la puerta, así que puedo relajarme mientras espero.
— ¿Necesito toda esta ropa? — Escucho su grito desde el fondo de la tienda.
— Si.
— ¡Ni siquiera se nota mi panza! ¿Y tengo que usar todos estos vestidos ridículos?
— ¡Si!
— Vaya forma de malgastar dinero — Se queja — Podría usar pantalones deportivos y camisetas holgadas.
— Pruébate la maldita ropa y deja a Caroline hacer su trabajo.
Me recargo en el sofá y cierro los ojos un momento. No imagino tener este tipo de conversaciones durante meses, obligándola a vestirse o alimentarse correctamente. ¿No se supone que las mujeres tienes algún instinto materno?
— Te lo advierto — La escucho gruñir cerca de mi — ¡No usaré esa ridícula ropa rosa llena de listones y encaje! ¡Estoy embarazada, no soy un jodido pastel ambulante!
Mierda.
¿Cuánto más tengo que soportar de ésto?
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Oscuro (Libro #2)
Fanfic¿Qué se supone que haga ahora? ¿Qué quiere ella de mi? Porque si de algo estoy seguro, es que yo no sé qué quiero de ella. ~ • ~ La historia es mía, pero los nombres de los personajes pertenecen a EL James de su Trilogía "50 sombras de Grey". Regist...