4. Hogar dulce hogar

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Cap (1/3)

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Después de lo que se sintió como una pequeña eternidad, Wes y Shasta por fin entraron a Nashville y como si fuera una escena sacada de una comedia, ambos suspiraron ante la perspectiva de deternerse por completo dentro de poco.

Wes había oído a muchas personas decir que los viajes por carretera eran divertidos y que podían convertirse en una gran aventura. Pues ja, él definitivamente no estaba de acuerdo con ello porque su viaje/mudanza a través de cuatro estados (más o menos)  había sido como transitar la larga autopista hacia el infierno. Y no, no era ni de lejos divertido como la canción de ACDC. Al contrario, fue algo tortuoso que no quería repetir nunca.

Tuvieron que hacer una infinidad de paradas, buscar parqueo, así como lugares en donde dormir en los que también aceptaran a Shasta. Estaba agotado de estar tras el volante. Dos días y medio de camino eran suficientes para hartar la paciencia de cualquiera. Le dolía la cintura, también la cabeza. Tenía hambre, quería una cama en la que dormir. Además de que estaba seguro que su peluda acompañante también estaba lista para saltar de la camioneta y besar el suelo cuando por fin llegaran a casa de Limer. La que también sería su nueva casa partir de ese día.

Así que si, Wes estaba seguro de que no quería volver a saber nada de viajes en carretera por una buena temporada. Ya había perdido la cuenta de la infinidad de veces que se había preguntado por qué en nombre del cielo decidió hacerlo de la manera difícil. Pudo pagar un servicio de mudanza y luego comprar un boleto de avión para él y para su chica. Pero claro, creyó que sería divertido. Vaya tonto.

El sistema de gps le dijo que estaba a ochosientos metros de su destino y eso se sintió como la gloria misma. Pisó un poco más el acelerador, eso si, sin traspasar el límite de velocidad, porque lo último que necesitaba era ser multado en su primer día en Nashville. Eso sería como el colmo de las ironías.

Varios minutos después por fin estaba deteniéndose frente a una casa que se veía bastante agradable. De frente se veía estrecha, pero tenía dos pisos así que debía haber espacio suficiente para dos hombres adultos en el interior.

Ni bien apagó el motor, la puerta principal se abrió y por ella apareció Limer. La boca de Wes cayó abierta porque... joder. Recordaba a Limer siendo un chico delgado, tirando a desgarbado. Bueno, no había nada de eso. El Limer Jones que se acercó a la camioneta con una amplia sonrisa, era un hombre de complexión atlética, se notaba por la manera en que la camiseta se tensaba sobre su pecho y sus hombros. Llevaba una gorra con la vicera hacía atrás cubriendo sus rizos sueltos, los cuales le llegaban poco más abajo de la barbilla. 

Se apresuró a salir del vehículo y rodeó justo para ver como Limer le abría la puerta a Shasta para luego caer de rodillas frente a ella y llenarla de caricias.

—Maldición, eres una belleza— la eligió riendo cuando la entusiamada bola de pelos empezó a lambisquearle el rostro — ow ¿Quién es una muñeca? ¿Quién?— Shasta lloriqueó emocionada como si conociera a Limer desde siempre — así es, tú eres una muñeca preciosa.

Ya podía verlo, su cachorra se volvería una mimada de lo peor. Limer se encargaría de ello sin lugar a dudas.

— No sé como sentirme al respecto. Pareces más feliz de verla a ella que a mi y eso que hasta hace cinco minutos no la conocías.

A Heartbreak Song© (Love & Music #1) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora