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—No entiendo la pregunta.
Javier echó un vistazo a la guía de Diego.
—Debes utilizar una fórmula. —Tomó el cuaderno para anotarla—. Siempre que veas este tipo de preguntas, es porque debes usar esta fórmula. Apréndela, te servirá bastante en el examen.
Le regresó el cuaderno a su primo para que resolviera el problema, en cuestión de segundos, Diego estaba revisando la siguiente pregunta. Aunque parecía concentrado en la guía, la mirada de su primo delataba estar sumergido en otros pensamientos.
—Revisa bien la cinco, te faltó cambiar el signo. —Diego llevó el lápiz hasta ese lado de la hoja, con una pereza inusual.
Javier podía notar que Diego estaba realizando todo lo que le pedía y hacía uso de sus conocimientos sin ningún problema, pero había algo que lo retenía de poder usar su potencial al máximo. Parecía perdido, sin ganas de hacer nada salvo satisfacer a los demás.
Normalmente, ambos se la pasarían casi toda la hora de estudio insultándose o Diego se resistiría a seguir los consejos de Javier.
—Cuando sea tu examen solo tendrás tres horas para completarlo, debes administrar bien tu tiempo; si alguna pregunta te resulta difícil sáltatela y sigue con las demás. —Ese consejo se lo había dado su madre cuando tenía siete años, pero jamás lo utilizó, todas las preguntas eran fáciles para él.
—Lo sé.
Las pláticas con su primo aún eran incómodas, pero, aun así, lo sería más si Javier le dijera "perdón".
—Se te dan bien las matemáticas, por lo que veo. —Se animó a comentar, tratando de que su primo hablara un poco.
—Sí.
—¿Tienes una materia favorita en la escuela?
"Diablos, me siento como si estuviera platicando con un niño".
Su primo negó con la cabeza.
—¿Ya pensaste qué carrera quieres estudiar? —Diego dejó de escribir—. Una ingeniería no te vendría mal.
—No soy como tú, no todo se me da bien.
—Sí, creo que las ingenierías son demasiado aburridas para ti...
—¿Podemos continuar con la guía? —preguntó sin mirarlo.
—Claro.
Javier rebuscó en su cerebro un recuerdo que le mostrara alguna cualidad de Diego que sirviera para elegirle una carrera, pero, por más que buscaba, en su mente siempre se repetían los días donde un Diego de diferentes edades tocaba la guitarra y cantaba. Se le veía bastante animado cuando sostenía cualquier instrumento que toda la familia pensaba que sería músico.
"También dejaste la música, como si eso pudiera quitar tu dolor".
Bajó la vista hasta los dedos de Diego, preguntándose si aún ansiaba tocar y dedicar su vida entera a la música.
Dejó de lado sus pensamientos al ver a Mauricio entrar a la sala, enarcando una ceja al ver a ambos primos juntos; llevaba una carta en la mano.
—Quiero hablar contigo —Se dirigió a Diego; al rey le tomó unos instantes para levantarse y seguir a su hermano.
Javier se quedó analizando las siguientes partes de la guía mientras ellos se iban a la cocina.
A veces, a Javier le daba por preocuparse demasiado por sus primos —aunque estos no lo creyeran—, pero siempre se sintió más inclinado a hacerlo por Diego, pues fue el primer amigo que tuvo y con el creció, no obstante, Mauricio lo preocupaba en otro aspecto: el romántico. Sabía que su primo estaba enamorado de Rafael desde hacía poco, y no dudaba que el amigo de Diego fuera un buen chico, pero Mauricio era un atrabancado con cualquier cosa, decía lo primero que pensaba y entendía que esa boca suya le sería problemático en el futuro.
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Rey Busca Líos
Teen FictionDiego es conocido como el Rey Busca Líos de la preparatoria Roochemore. Quien, según los rumores, es un pandillero que no soporta que invadan su espacio personal. Por esa razón nadie se explica cómo Alexander, el chico nuevo, ha conseguido hablarle...