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—¿Noticias buenas?
—Digamos que son excelentes noticias. —Diego tenía el cabello corto, ya no había ningún mechón cayendo rebeldemente por su rostro—. ¿Puedes adivinar?
A Claudia le agradaban las mejoras que estaba teniendo Diego, pero aún le preocupaba que cualquier detalle pudiera desestabilizar su proceso. Hasta el momento, fuera de lo ocurrido con Alexander, todo había salido bien, por eso la recaída no duró demasiado. Pero, ¿y si tenía que enfrentarse a una situación que le desagradara? Eran esos momentos lo que Claudia consideraba cruciales.
—Ha pasado un mes desde que hiciste tu examen de ingreso, así que supongo que tienes tus resultados y has salido de maravilla. ¿Me equivoco?
Diego ensanchó su sonrisa.
—Reitero, si algún día te va mal con esto de la psicología podrías ser adivina en una feria.
—Esperemos que no sea necesario que ponga en práctica mis dotes de adivina. ¿Entonces? ¿Es oficial que estudiarás Medicina?
—Sí. —Recordó la reacción de su familia al enterarse que había sido aceptado en la carrera de Medicina. Tardaron horas en dejar de gritar (sus tíos y abuelos habían sido testigos por teléfono)—. Mi familia piensa que ya estoy capacitado para salvarlos de cualquier herida.
—Están emocionados, es normal. ¿Tú cómo te sientes?
—Sigo sin creérmelo. Digo, ciento veinte buenas de ciento veintiocho es un número impresionante. —No lo decía para alardear, solo que aún se veía incapaz de haber pasado tan bien el examen—. Es genial.
—Hay una parte de ti que intenta sabotear tus logros, pero no debes prestarle atención, entre menos la escuches más podrás disfrutar. Felicidades, Diego, te mereces ese puntaje por todo el esfuerzo que pusiste en estudiar y no solo en eso, también en recuperarte. —Diego se sonrojó—. ¿Sigues escribiendo las cartas?
—De vez en cuando... Solo cuando tengo cosas importantes que plasmar en papel. ¿Segura que no es necesario que las revises?
—En absoluto. Con solo escribirlas ya es suficiente.
—Pero no descuido la escritura, eso sí, siempre trato de escribir, por lo menos, tres veces a la semana, eso me ayuda a aliviar el estrés y me permite conocerme mejor. No es que tus terapias no me ayuden.
—Lo sé. Pasemos, si no te molesta, a otro tema. ¿Cómo te sientes respecto a tu ruptura con Alexander? Has evadido el tema las últimas semanas.
Miró por la ventana unos segundos.
—Lo extraño, por supuesto, pero ya no pienso tanto en él. —Respiró hondo—. Te prometo que la próxima sesión hablaremos más sobre él, pero en estos momentos quiero disfrutar lo de mi aceptación, ¿sí?
Claudia escribió en la libreta azul, que estaba por terminársele las hojas blancas.
—Bien. ¿De qué quieres hablar?
(...)
El recuerdo de Alexander parecía un suceso de cuento mágico al que estaba empezando, por culpa de una maldición, a olvidar. Como le había dicho a Claudia, seguía pensando en él, pero no era siempre y, cuando lo hacía, no sentía una punzada agonizante que le impedía respirar. Tal vez eso era lo que más le dolía, que empezaba a vivir sin dificultad con su ausencia.
Fue un transcurso lento y del cual no se dio cuenta cuándo dejó de escribir en las cartas las palabras: "Te extraño". Si se quedaba mucho tiempo mirando el libro que Alex le había regalado, un sentimiento de añoranza lo embargaba, aunque a los minutos terminaba.
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Rey Busca Líos
Teen FictionDiego es conocido como el Rey Busca Líos de la preparatoria Roochemore. Quien, según los rumores, es un pandillero que no soporta que invadan su espacio personal. Por esa razón nadie se explica cómo Alexander, el chico nuevo, ha conseguido hablarle...