[Capítulo XLVIII]

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—¡No puedo creerlo!

Diego se había agachado para atarse las agujetas. Estaban fuera del salón de Biología, que se encontraba cerrado. Al escuchar el reclamo, el rey subió la mirada, encontrándose con una Lara furiosa —sin lentes—.

—¿De qué hablas?

—¡Ya sabes!

El rey se rascó la frente antes de levantarse y darle la cara a Lara. Su cerebro no funcionaba adecuadamente en las mañana, por lo que intuyó que lo que la chica le reclamaba sí era bastante obvio.

—¿Podrías explicarte?

Ella apretó los labios.

—¡Y yo que pensé que éramos amigos!

—Estás empezando a asustarme, dime ya qué te pasa. —Sus compañeros los veían con curiosidad. Diego bajó la voz—. ¿Qué hice?

—¡Piensa un poco!

"Le pides lo imposible, querida".

"No es el momento, Mau".

—Hola —saludó un campante Alexander, no obstante, al ver el malhumor de la chica, su sonrisa vaciló—. ¿Pasa algo malo?

—¡Pregúntaselo a tu N-O-V-I-O! —deletreó la parte final.

Diego entonces comprendió por qué tanto drama. A su alrededor todos trataron de acercarse para escuchar la plática, sin duda, lo dicho por Lara había captado la atención por completo de los alumnos.

—Baja la voz —amonestó Diego.

—¡No me da la gana!

—Lara, ¿podemos hablar de esto en otra parte? —intervino Alexander.

En un diferente escenario Lara habría aceptado a la petición del principito, pero, en ese momento, solo se dignó a lanzarle una mirada cargada de resentimiento y —de seguro conteniendo las ganas de gritar de nuevo— dijo sin destrabar la quijada:

—Beltrán ya llegó y no quiero hablar con ustedes.

El profesor se les quedó mirando durante unos segundos —Diego desvió la mirada, Lara se cruzó de brazos y Alexander lo saludó con la mano—, para luego abrir el salón. Beltrán, sin dar cabida a que sus alumnos —a falta de trabajo— se pusieran a cuchichear, les puso un documental acerca de la importancia de cuidar el agua. Como ningún alumnos estaba despierto lo suficiente para prestar atención o chismear, se acomodaron en la banca, agradecieron telepáticamente a su profesor por apagar la luz y se durmieron.

A Beltrán aquello no pareció importarle, mientras sus bocas se mantuvieran cerradas, pues él se mantenía entretenido viendo el documental y chopeando sus galletas.

Como Lara se había sentado dos bancas delante de Diego, este no pudo hacerle señas para que tomara la nota que estaba a punto de aventarle, por lo que, cuando rozó la mejilla de la chica, esta se mantuvo impasible. Así que Diego tuvo que recurrir a su segunda opción.

—Muévete —le ordenó al chico que ocupaba la banca que estaba detrás de Lara. El rey había ido hasta ahí en cuclillas, para que Beltrán no lo regañara. Su compañero abrió demasiado los ojos, no sabiendo qué hacer al tener al rey justo al lado—. Ve a mi asiento, ahora.

Diego debía admitirlo, había planeado lo que le diría al chico antes de presentarse ahí.

—S-sí.

Una vez el chico abandonó el asiento, Diego recogió el papel que había lanzado y lo puso a un lado de la mano de Lara.

"Si yo fuera ella ni muerta lo tomaría".

Rey Busca LíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora