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—¿Cómo se llama la película que quieres ver? —preguntó Alexander.
El principito sacó la bolsa de palomitas de mantequilla del microondas; las había quemado.
—Alexander, dime la verdad, ¿tienes una maldición que arruina la comida que tocas? —Vio con diversión la bolsa medio ennegrecida—. Solo debías marcar los minutos, ¿en qué fallaste?
—A nadie le viene mal comer un poco de palomitas quemadas.
—Sí hace daño —aclaró Diego, quitándole las palomitas y tirándolas—. Aunque, comer palomitas de microondas también hace mal a nuestro organismo.
—Buu, suenas como Santiago. —Revisó el congelador y sacó dos botes de helado; uno de fresa y el otro de chocolate—. Compré patatas fritas en bolsa. —Diego arqueó la ceja—. ¿Qué?
Diego contuvo una carcajada.
—Se te sale lo español, principito. —Alex le dio un codazo, lo que desató la risa de Diego—. Patatas —imitó su acento mientras reía—. Esa estuvo buena.
—¿Cómo le dicen aquí? —Las mejillas del principito se tiñeron de rojo; eso bastó para que el rey parara con su risa y lo mirara encandilado.
—Papas fritas. —Tragó saliva con dificultad, al ver el rostro de Alexander sonrojado le daban ganas de besarlo. De hecho, siempre le daban ganas de besar al principito, tuviera la cara que tuviera—. ¿Qué más compraste? —dijo para disimular su fascinación por el chico frente a él.
—También compré chocolates. —Señaló una caja con veinticuatro piezas.
—Empiezo a creer que me invitas nada más para comer todas las porquerías que se te cruzan en el supermercado y así Santiago no te reclama —bromeó.
—No digas eso, a mi me encanta tenerte cerca, es más, digamos que las películas son una excusa para que vengas —explicó, pero Diego creyó que le estaba siguiendo el juego, por lo que no se lo tomó en serio.
A esas alturas, no se explicaba cómo el principito no se daba cuenta de que había dejado de seguirle la corriente en sus coqueteos. Era una clara señal de que quería detener esos jueguitos; de lo contrario saldría muy lastimado.
—Sigues sin responder a mi pregunta: ¿qué película vamos a ver?
Puesto que habían terminado la trilogía de Cómo entrenar a tu dragón, ese día no tenían nada planeado para ver, aunque Diego tenía una idea.
—Tengo el nombre, pero la tendríamos que buscar en internet porque no la compré.
—Puedo decirle a Santiago que la ponga en la televisión; él sabe de tecnología. —Al principito le brillaron los ojos al comentar lo último. "De seguro es porque él no sabe cómo ponerlo", pensó divertido—. Dime el nombre y le digo antes de que se vaya.
—¿Se va? —Esperó que su voz no delatara lo nervioso que estaba ante esa declaración. Le gustaba estar a solas con Alexander (¿a quién no le gustaría estar así con su crush?), pero al mismo tiempo le daba ansiedad, ¿cómo debía comportarse?
El principito achicó los ojos.
—Si suenas tan desanimado al decir eso me voy a encelar. —Alexander negó con la cabeza en cuanto Diego empezó a balbucear para explicar que no le gustaba Santiago—. Ya sé que no te gusta. —"Eso espero", era lo que quería decir el principito—. ¿Me dirás ya el nombre de la película?
—Rush. —La película que Claudia había escrito en un papel para que Diego la viera.
—Ya vengo.
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Rey Busca Líos
Teen FictionDiego es conocido como el Rey Busca Líos de la preparatoria Roochemore. Quien, según los rumores, es un pandillero que no soporta que invadan su espacio personal. Por esa razón nadie se explica cómo Alexander, el chico nuevo, ha conseguido hablarle...