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—¡Hola, Claudia!
—Hola, Diego, ¿cómo estás?
—¡De maravilla! —Hizo una señal para que el trío de idiotas le bajara el volumen a sus voces—. Quería desearte un lindo día antes de Nochebuena.
Tamborileó el dedo índice sobre el pantalón.
—Qué considerado, Diego, muchas gracias. Espero lo mismo para ti. —La mujer hizo una pausa—. ¿Vas a decirme lo que realmente ibas a preguntar?
Diego rio, nervioso.
—¿De qué hablas? ¿No puedo desearle un lindo día a mi psicóloga favorita? —Ella no respondió, pero Diego imaginó que había puesto una sonrisa—. ¿Acaso no me extrañas?
—Casi nada; prefiero que las cosas vayan como ahora —bromeó Claudia—. Así me dejas pensar que mi trabajo ayudándote funciona.
Desde hacía un mes y medio, Claudia había declarado oportuno que las sesiones se espaciaran. Ya no acudía a su consultorio una vez por semana, lo cual resultaba un alivio, pues había notado que ya no tenía demasiados problemas que contar, y, según Claudia, aquello indicaba que estaban mejorando, por lo que sería mejor intentar verse una vez cada tres semanas.
—No te acostumbres a la ayuda profesional, tienes que afrontar los problemas por tu cuenta en algún punto —le había dicho lo que Diego ya iba intuyendo.
—Siempre olvido que los pacientes no pueden recibir un trato de amistad por parte de sus psicólogos —comentó. Carraspeó, sin saber cómo soltar el tema por el cual le había llamado—. Eh... ¿Sabes que mañana es Nochebuena?
—Sí, lo sé —respondió, relajada.
—Y las familias se reúnen normalmente para esa festividad. —Ella le dio la razón—. Pues como mañana es un día familiar, mis amigos y yo pensamos en festejar hoy juntos.
—Parece una idea estupenda, aunque no comprendo la razón de tu llamada.
Él se rascó la cabeza antes de hablar sin tapujos.
—¿Puedo beber alcohol?
Escuchó un sonido de indecisión al otro lado de la línea telefónica.
—¿Por qué no hablas de esto con tu psiquiatra?
—Ya sabes que él y yo no tenemos la mejor relación. A ti te tengo más confianza.
"Entre menos tenga que hablar con él, mejor". Desde el primer segundo en que se habían conocido, Diego había creado distancia entre ambos, pues le parecía un tipo demasiado distante y frío para su gusto.
Claudia suspiró.
—¿Puedes evitar beber?
—¡Será solo una cerveza, lo prometo! —se apresuró a decir.
—De verdad no me gusta nada la idea, pero si prometes que será una cantidad moderada y solo por hoy, entonces está bien —dijo, resignada.
—¡Juro que será solo esta vez! Gracias, Claudia.
—Cuídate, Diego.
Colgó, levantando los dos pulgares en dirección a sus amigos, quienes alzaron los brazos en señal de victoria.
—¡Por fin podremos celebrar de nuevo contigo! —habló Carlos, dejando en la mesa las cervezas.
—Será una cerveza la que tomaré, pero sí, podremos celebrar.
El departamento, mejor organizado desde la mudanza, estaba decorado con adornos navideños y un pequeño pino en el alféizar de la sala. Dado que ninguno sabía cocinar pavo o lomo, comida característica de Navidad, todos estuvieron de acuerdo en comprar pollo frito como sustituto, por lo que, para tener un lugar donde comerlo, habían rentado una mesa alargada y sillas, que reemplazaban el sillón y la mesa de centro de siempre.
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Rey Busca Líos
Teen FictionDiego es conocido como el Rey Busca Líos de la preparatoria Roochemore. Quien, según los rumores, es un pandillero que no soporta que invadan su espacio personal. Por esa razón nadie se explica cómo Alexander, el chico nuevo, ha conseguido hablarle...