[Capítulo LXV]

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—Creo que lo he hecho. He dado el paso decisivo.

Claudia lo miró directo a los ojos, de cierta forma le pedía a Diego permiso para saber qué había hecho. Diego, después de tantas sesiones dejando al descubierto partes de su ser que no creía revelar a nadie en la vida, habló:

—Voy a salir con una chica. —Al decirlo, sintió que su corazón daba un brinco, aunque tuvo que replantearse si se debía a la emoción o al miedo que le seguía provocando continuar con su vida.

—¿Quieres salir con esa chica o te sientes comprometido a hacerlo? —Más que poner en duda la declaración de Diego, Claudia deseaba que su paciente tomara decisiones consciente de lo que eso representaría.

Diego suspiró.

—Quiero hacerlo. —Se rascó el cuello—. Pero tal vez estoy yendo demasiado rápido con esto, digo, Nora no ha dicho que sea una cita. Y, por lo poco que la conozco, creo que ella sería del tipo de chica que invita a una cita sin disfrazarlo.

—Puedes ser tú el directo en esta ocasión. Toma las riendas de la situación. Si descubres que ella no quiere una cita, habrás ganado a una buena amiga; pero, si en el mejor de los casos, quiere una cita, pues felicidades. —Sonrió. De esas sonrisas herméticas que dejaban una pregunta clara en la cabeza de Diego: ¿su psicóloga alguna vez abandonaba aquella expresión?

Él paseó la vista por el escritorio de Claudia, reprimiendo una sonrisa.

—Debe ser aburrido para ti lidiar con problemas románticos adolescentes.

—No creo que puedas entrar ya en la definición de romance adolescente. —Diego llevó una mano al pecho, como si hubiera sido herido por las palabras de Claudia.

—¿Podríamos fingir que aún estoy más cerca de la adolescencia que de la adultez? Gracias.

—Y, por otro lado, me gusta más tratar este tipo de problemas que los anteriores. Ahora, aunque no menos difíciles, creo que puedes lidiar mejor con ellos. —A Diego se le tiñeron las mejillas de rosa—. Pero no puedo evitar notar que tu cuerpo luce desgastado.

—La universidad —dijo, pensando que eso era lo único que necesitaba para explicar su cansancio físico.

—Tus ojeras me dicen que no estás durmiendo lo suficiente y tu cuerpo aún se nota delgado. Recuerda que debes priorizar ambas saludes; tanto física como psicológica. No descuides ninguna.

—Trato de hacerlo, pero ahora es más difícil descansar, y eso que no he empezado los semestres complicados —bromeó. Como casi siempre ocurría, Claudia no rio junto con él, por lo que se decantó por un tono serio—. Sé que no me veo bien, pero me siento bien. Además, este esfuerzo vale la pena, lo sé.

Claudia asintió.

—Me alegra que te sientas bien, pero intenta descansar más. Si te exiges demasiado puedes tener una recaída.

—Puedo tener una recaída en cualquier momento, eso es lo malo de tener depresión —comentó Diego. Ahora aquella verdad la veía más como una ley fundamental en su vida, por lo que no trataba de negarla.

—Cuida tu estado físico como estás haciendo con el mental. Verás que si tienes un equilibrio entre estos dos podrás estar mejor.

—Lo haré.

Sabiendo que un tema estaba pendiente, Claudia volvió a él enseguida, asegurándose de que Diego no pensara que tomaba ciertos temas a la ligera.

—Y, en cuanto a Nora, ¿quieres contarme más sobre ella?

Rey Busca LíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora