[Capítulo LXVIII]

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—Diego, no creo que estés consciente de lo relajante que es sacar un ocho en el examen de Mariano. Solo Dafne sacó nueve. Amigo, ¿en verdad eres tan soberbio que no te inmuta este suceso? —Leo caminaba a un lado de Diego, hojeando las páginas del examen—. Débora, dime que tú sí entiendes mi emoción.

—¿Podrías dejar en paz a Diego? —respondió ella, alejando al nombrado de Leo—. ¿Necesitas algo? Te noto extraño desde hace unos días.

—Mal momento para no haber estudiado Psicología —comentó Leo, pasando un brazo por los hombros de Diego—. Ya, en serio, ¿qué te ocurre? No es divertido que no discutas conmigo y frunzas el ceño cada que hablo.

Diego se quitó de encima a su compañero, suspirando pesadamente.

—Los alcanzo para almorzar después, necesito estar solo un rato.

—¿Qué? ¿No vamos a festejar haber pasado nuestro primer examen importante?

—Descuida, Diego, nosotros entendemos. —Le ofreció una sonrisa cálida Débora—. Cualquier cosa puedes llamarnos, estaremos en la cafetería de siempre. Vamos, Leo.

—Solo nosotros dos, ¿no te emociona? —Aunque su compañera alzó una mano para saludar a otra persona a lo lejos.

—Serás solo tú, más bien.

Diego se olvidó por completo de sus compañeros y caminó hacia la gran biblioteca de la universidad. Un lugar donde, por suerte, no estaba permitido el escándalo, justo lo que necesitaba para tomar una decisión. En cuanto hubo tomado asiento entre las múltiples mesas del lugar, sacó su celular en el mensaje que lo atormentaba desde hacía varios días.

Nora: De verdad, no hay problema si decides no ir. Y si es por dinero, te juro que yo pagaré todo... Es decir, mi padre

Habían pasado dos semanas desde la propuesta y continuaba sin una respuesta para Nora.

—¿P-puedo pensarlo? —balbuceó luego de que ella realizara la pregunta—. Es solo... Yo... Le temo a los aviones. —Fue la primera mentira que se le ocurrió y Nora supo que estaba mintiendo, pero no lo dijo.

No deseaba revelarle que había un factor que le impedía aceptar en seguida. Porque, de no ser España el país de destino, Diego la habría acompañado sin dudar. Deseaba ayudarla, de eso no tenía duda, pero...

"Ahora hay un mar de distancia entre nosotros, si voy, pensar en él será inevitable. Saber que estaré tan cerca de él, por lo menos más de lo que estoy en estos momentos, ¿provocaría que lo fuera a buscar? ¿Mi impulsividad me orillaría a recorrer cada rincón de España hasta verlo de nuevo? Me aterra darme cuenta que jamás podré restarle importancia a cualquier cosa en la que Alexander esté implicado, por mínimo que sea".

"Aún teniéndolo enfrente nada cambiaría, Diego. Ambos decidieron qué rumbo debía tomar su relación; tú, con tus palabras hirientes, lo alejaste; él, al ignorarte, terminó por dejar en claro que no le interesabas más", comentó Mauricio.

"Me niego a dar un juicio sobre lo que él siente o piensa sobre nuestra relación. No soy él ni tampoco le he pedido una explicación sobre nada de lo que sucedió al final. Como tampoco me he disculpado por todo lo que dije".

"En todo caso, Diego, hablamos de un miembro de la realeza, ¿crees en verdad que te lo encontrarás de pronto por la calle? Además, no se viaja gratis todos los días", señaló Alex.

Se masajeó la frente.

Diego: Lamento la demora

Tuvo un leve escalofrío al redactar el siguiente mensaje.

Rey Busca LíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora