Capítulo 43

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Layne se sentía dichosa, estar con los hermanos era muy agradable. Le encantaba compartir con cada uno por separado. Pero en conjunto era genial. Con cada mordida, su acoplamiento se hacía más fuerte. Al tercer día de estar juntos, descubrieron que podían hablar sin expresar palabras. Podían leer sus pensamientos, eso definitivamente era una herramienta poderosa.

Al quinto, comenzaron a sentir lo que otro sentía. Si estaba molesto, triste o alegre. En un principio eso les asustó, pero después se dieron cuenta, que la naturaleza era muy inteligente. Esta era su forma de lograr lealtad y fidelidad entre los mates.

Disfrutaban la intimidad de estar juntos. Con los días se habían logrado conocer muy bien. Dante y Daniel, eran muy protectores con ella. Les gustaba consentirla y estar constantemente en contacto con su piel. Amaban poseerla en cualquier momento, el acoplamiento les provocaba estar excitados casi constantemente.

Layne cada día se sentía más segura consigo misma. Le gustaba jugar con ellos y provocarlos. Una tarde Dante estaba cocinando y Daniel estaba buscando leña, Layne se sentía caliente y excitada. Pero no tenía ni idea como atraerlos al cuarto.

De pronto, tuvo una idea. Con los días su olfato se había afinado. Podía oler el sudor de Daniel al cortar leña y los aromas, que de la cocina salían.

Se desnudó y se acostó sobre la cama. Comenzó a imaginar, las manos de los hermanos recorriendo su cuerpo. Sus manos masajearon sus senos. Un pequeño quejido escapó de su boca. Si no olían su excitación, seguro escucharían sus gemidos. Pensado en eso, se sintió necesitada. Bajó su mano, tomo entre sus dedos su capullo y apretó suavemente.

La reacción le generó una corriente eléctrica, que viajó por todo su cuerpo. Causando que sus piernas se explayaran a plenitud. Con su otra mano se introdujo un par de dedos en su vagina. Supo el instante en que los hermanos dejaron de hacer sus tareas para buscarla.

- Mira a nuestra pequeña Alfa- dijo Daniel con una sonrisa llena de vida. Se acercó sigilosamente. Se colocó a la orilla de la cama, tomo los tobillos de Layne y los contuvo- Estás tan húmeda y hueles tan bien. Perdona pequeña, se nos olvida que tú aún no has entrado en tu primer calor. Pero imagino que debes estar cerca o ya debes estar en ello.

- ¿Calor?- preguntó Layne confundida. Daniel se inclinó y lamió como un poseso sus labios vaginales.

- Cuando llegamos a edad adulta, cada año, nos toca pasar la etapa del calor o lo que es lo mismo del celo. Nuestro lobo se adueña de nuestra humanidad y lo único que deseas es tener sexo. En esas temporadas es muy probable encontrar un mate - Layne escuchaba, gimiendo por todo lo que Daniel le hacía con su boca.

- Imagino - continúo Dante- que al no haberte transformado y ser alfa, nunca entraste en calor. Pero dado que ahora, ya lograste tu transformación, deberías ser capaz de sufrirla- Layne gritó al sentir explotar su orgasmo.

- ¿Pero dijiste que era en una época del año para todos los lobos? - preguntó una vez que los estertores del orgasmo se habían pasado.

- Sí, así es - Respondió Daniel, montándose sobre ella, completamente desnudo y con su  miembro listo para penetrarla- estamos a menos de un mes para que eso suceda. Y dado que nunca has tenido el tuyo, puede que se esté adelantando.

- ¿Cómo se siente?

- Estás excitado todo el tiempo, como si mil manos y bocas recorrieran tu cuerpo- expresó Daniel penetrandola.

Las palabras quedaron en el olvido cuando comenzó la danza de los cuerpos. Dante colocó su pene en la boca de Layne. Ella lo recibió gustosa. Dante siguió masturbandola. Ella se quejó alrededor de su pene. Dante controló los movimientos de su boca. Daniel la penetraba con fuerza y determinación. En pocos minutos, totalmente empapados de sudor los tres habían logrado culminar. Layne terminó arropada por dos cuerpos, mientras una sonrisa de triunfo se mostraba en sus labios.

- Aún no me siento así - expresó dudosa.

- Imagino que no, cuando las lobas están en celo, solo deja de tener sexo para alimentarse y dormir. Son unos días muy agitados- expresó Daniel, besando su hombro y cuello.

- ¿Cuando están en celo, que sucede en la manada? ¿Todo se detiene? - indagó Layne muy curiosa.

- No, se detienen ciertas actividades. Se realizan guardias para patrullar y se mantiene ciertas actividades prioritarias- explicó Dante.

- ¿Tienen Hambre? - preguntó Dante. Ambos asistieron.

- Trae la comida a la cama, mientras le doy una ducha a nuestra pequeña loba- expresó Daniel, levantando a Layne en brazos. Ella gritó sorprendida, para luego reírse.

Últimamente ambos hermanos habían notado, lo hermosa que se veía al reír. Y que ahora lo hacía con mayor frecuencia. Se sentían felices al saber que ella cada día salía de su capullo.

Daniel abrió la regadera, el agua tibia comenzó a correr. Atrapó a Layne entre la pared y su cuerpo. Amaba excitarla y torturarla, escucharla suplicarle. Desde que había comenzando el acoplamiento, le costaba mantener sus manos alejadas de ella. Comenzó a lavarla con detalle, con una esponja recorrió la curva de su senos. Escuchó suspirar a su mate. Bajó lentamente por su torso. Sus pezones erectos y su humedad, le hicieron saber que estaba nuevamente excitada.

Con la esponja recorrió sus muslos. Después le dió la vuelta, para dedicarse a su espalda. Ella sacó su trasero, Daniel tomó sus manos y las presionó contra las baldosas.

- ¿Qué es lo que mi pequeña quiere? - le murmuró en su oído.

- A ti, por favor - respondió temblando.

- Jamás podría negarte nada, mi amor- se introdujo dentro de ella. Un grito escapó de la boca de Layne. La tomó con dureza. Ambos hermanos habían descubierto que eso le gustaba. En el baño solo se escuchaba el chocar de los cuerpos y la regadera cayendo sobre los cuerpos. Layne sintió el momento en que insertó sus colmillos sobre su hombro, sin poder contenerlo más se corrió. Dichosa de poder sentirse amaba. Unos minutos más tarde, Daniel se corría clavando su garras en su cadera.

Bueno aquí les dejo un poco de calor, para la noches frías

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Bueno aquí les dejo un poco de calor, para la noches frías...

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Nos leemos pronto...

Nacida para Pertenecer (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora