Capítulo 69

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Harold observó como Layne aún inconsciente devolvía todo lo ingerido en el día. Daniel y Dante, la ayudaban, para que no se ahogara. Ambos estaban angustiados y cansados. Jamás imaginaron que en tan poco tiempo intentarían matar a Layne, dos veces.

- Se recuperará- indicó Harold, saliendo de la habitación con su paso característicos de altanero.

Unos minutos más tarde, Saúl entró para verificar el estado de Layne.

- Se está recuperando- informó asombrado, debido a lo rápido de su curación. Saúl había notado que Layne era distinta a cualquiera de su especie. Pero con esta situación, estaba demostrado.

Como médico, él  sabía que Layne no debería estar viva. No había informado a nadie sobre sus sospecha. Pues sabía que podía morir y poner en riesgo a toda su manada.

La observó aún asombrado, tenía ya color en sus mejillas. Respiraba mejor y su temperatura regresaba a la normalidad. Es como si sólo hubiese tenido una indigestión.

- Ya sabemos ¿quien lo hizo?- indago Daniel, después de que Saúl se retirara de la habitación. Dejando sólo en ella a Dante, Daniel y Arthur.

- Estamos investigando, hijo - respondió Arthur. Estaba agotado, desde que habían llegado, la manada había estado muy activa- pero es muy difícil, todo  el personal que está en esta casa es de mi absoluta confianza. Y con esta situación, estoy paranoico.

- Papá, no podemos confiar en nadie- dijo en tono molesto, Dante- Ya sabíamos que no iba ser fácil- se sentó a la orilla de la cama, tomando la mano de Layne-Pero ella lo vale.

- Lo sé, hijo. Es sólo que me siento responsable. Ella casi muere - y sin más comenzó a llorar.

- Pero no murió, sólo debemos ser más cuidadosos y desconfiados- Daniel indicó, abrazando a su padre para consolarlo- ya no podemos confiar en nadie. Sólo nosotros, un círculo muy pequeño de confianza.

- De acuerdo- aceptó su padre- iré a interrogar a todos los empleados. Hazme saber cuando despierte.

Arthur salió de la habitación y se encaminó a su oficina. Mejor dicho la oficina de Layne. Estaba triste, pero sobre todo muy enojado. Alguien abusó de su confianza y había atacado a uno de los suyos.

Pagaría muy caro, por ello. Entro en su oficina donde Lorenzo y Mario lo esperaban. Los miro con recelo, pero recordó que ellos no estaban en la casa a la hora del suceso.

- Arthur, ¿cómo está? - indago Lorenzo, su preocupación parecía real.

- Esta estable, Saúl dice que se va a recuperar.

- La casa está cerrada- informó Mario- los demás tienen en una habitación a todo el personal. Esperando por ti.

- Bien, vamos a verlos- indicó Arthur saliendo de su oficina- primero los veré a todos juntos, para luego interrogarlos uno a uno. Nadie debe salir de esta casa, hasta que encontremos al responsable. De lo contrario...

Ambos asistieron, ellos sabían que esto se convertiría en una cacería de brujas.

Arthur entró en el salón, donde hace unos días se había realizado la fiesta se bienvenida a Layne. Observó con atención a todos sus empleados, algunos llevaban décadas a su lado. ¡Santa Luna! El sólo pensar que una de esas personas lo traicionó, le hacía revolver el estómago.

- Alguien de esta habitación me ha traicionado - informó sin más- todos me conocen y saben la gravedad de la situación. Les daré la oportunidad de confesar, pero si debo perder mi tiempo con alguno de ustedes, mientras Layne lucha por su vida. Y lo debo descubrir por mi cuenta, les aseguro que su castigo será ejemplar. Incluso su familia pagará por este crimen. Así que, ¿quien quiere ser el primero?

Todos observaron en silencio, esperando que alguien se atreviera. El silencio abrumador fue suficiente para que Arthur decidiera por ellos.

- Francine - dijo, mirando a la mujer. Quien se puso pálida al ser nombrada- Acompañame, los demás los iré llamando.

Arthur camino por delante de la mujer. Podía sentir que algo escondía. La verdad es que si ella, es la traidora sería demoledor.

Francine era una mujer menuda, hablaba bajo y con la mirada gacha. Su vida había sido muy difícil. Sus padres habían muerto en un accidente. Francine fue criada por un tío, quien decidió violarla y esclavizarla.

Estuvo toda su infancia y parte fe su adolescencia en esa situación. Un día Francine, conoció a su mate. Este chico, vino a buscar ayuda. Arthur, pudo fin al horror de Francine. Desde entonces la había apoyado. Era una trabajadora muy leal. Estaba casada y tenía dos pequeños, que eran su mundo.

No entendía como su instinto le gritaba que ella era la responsable. Sin embargo, su instinto jamás había fallado.

- Toma asiento Francine - Arthur de sento en su silla, quedando de frente hacia su sospechosa. Francine estaba nerviosa, sus manos se retorcian en su regazo.

- ¿Cómo están tus niños?- indago Arthur preocupado. Quería que ella se sintiera segura y hablará sin necesidad de usar su posición. Con la sola mención de sus hijos, Francine se relajó y le miro risueña.

- Están muy bien, señor. Cada día más grandes. Alex ya está entrando a su adolescencia, este año entre en su primer calor- explicó en voz baja, pero calmada.

- Francine, confío en ti. Sé  que eres una buena mujer- le dijo mirando a sus ojos- ¿Quieres decirme algo?

- Yo... lo lamento - y comenzó a llorar compungida.

Feliz martes!!! Aquí está haciendo frío y llueve todo el día

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Feliz martes!!! Aquí está haciendo frío y llueve todo el día. Eso me da flojera y ganas de dormir. Y ¿ustedes? ¿Les gusta la lluvia?

¿Creen que Francine envenenó a Layne?

Nos leemos pronto...

Nacida para Pertenecer (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora