Capítulo 17

212 31 5
                                    

Habían pasado dos semana. Dos semanas sin los sueños. Dos semanas sin sentir el calor, los besos y sus caricias. ¿Cómo  se puede extrañar un sueño?

Se sentía necesitada, sola y despechada. Lo peor, ya no podía darle más largas a las fiesta de cumpleaños. Sería está noche, Alan y su novio Harold, se habían confabulado en su contra.

Melannie le había buscado la ropa adecuada para una noche en una disco. Estaba nerviosa, aterrada en realidad, pero al mismo tiempo emocionada. Tenía la sospecha de que algo cambiaría pronto en su vida.

- Te ves muy hermosa- dijo Alan desde la puerta.

Ella estaba vestida con un hermoso vestido de coctel, con cuello en v, sencillo pero provocativo. Sus senos se veían exuberantes y deseosos de atención. Le pareció demasiado, sabía que si cambiaba de ropa, ganaría su cobardía. No quería permitir que eso sucediera. Respiro profundamente, mientras con sus manos alizaba arrugas invisibles en su vestido rosa.

- Vámonos- le indicó a Alan, tomando valor.

Caminaron por la casa, como quien camina al patíbulo. Le costaba respirar. Ángel amó como se veía, le dio muchos piropos. Estaba orgulloso de ella, él  sabía cuanto le costaba salir a una fiesta.

Alan le ayudo a subir a su auto, le extrañó no ver a Harold acompañandolos. Últimamente estaban todo el tiempo juntos.

Llegaron al local nocturno, afuera había una cola de una cuadra de largo. Layne al ver la cola, sintió deseos de volver a casa. Alan la tomo de la mano y la guío a la puerta, donde el portero le sonrió y la felicitó por su cumpleaños.

Al entrar el sonido te hacía perder el equilibrio, todo el lugar vibraba. Las luces de neón prendían al ritmo de la música. Alan la llevó  a un privado, donde todos sus amigos más cercanos estaban y por supuesto Harold.

Iniciaron la fiesta, Layne dejo de sentirse incómoda. Pronto comenzó a divertirse y a bailar. Nunca se había permitido disfrutar. Pasada la media noche estaba bailando, entre Alan y Harold, se sentía genial. Había bebido un poco, se sentía liviana. De pronto, algo cambió.

Los hermanos estaban cansados, llevaban casi un mes en esta maldita ciudad. Ya no lo soportaban, no habían podido cambiar y correr libres en el bosque. La luna se acercaba, debían buscar un lugar para ese día. Para empeorar la situación, los sueños habían desaparecido desde hace dos semanas, ambos estaban ansiosos, necesitados por esos sueños. Era el único medio donde podían estar con su mate.

- Vayamos a buscarlo- dijo Dante, incómodo.

Daniel asintió, se levantaron y fueron en su búsqueda. Llegaron al local, que tenía una larga cola para entrar. Pero ellos entraron con facilidad, sabían lo que hacía hoy Harold, estaba con su novio Alan. Éste estaba celebrando el cumpleaños de una amiga.

Al entrar al lugar, un aroma muy familiar les llegó. Jazmines y madre selva, ambos reaccionaron al aroma, su cuerpo se calentó. Ella estaba aquí. Por fin, su mate estaba a su alcance.

Caminaron entre las personas, buscándola. Por fin, encontraron a Harold bailando, con el novio y en el medio de ellos, estaba ella. Era tan hermosa, como en el sueño, como dos sedientos frente a un oasis caminaron a la fuente de agua.

Ella estaba bailando, entre dos hombres que la tocaban sin límites. Y aunque ambos sabían en su mente que eran gays, eso no quitaba el sentimiento de ira por ver como alguien tocaba su mate.

Daniel se adelantó, alejó a Alan de Layne. Eso la sorprendió, pero su reacción fue visceral. Golpeó su rostro para defender a su amigo. Daniel cayó al piso, quedando atontado. Dante se acercó a Layne, tomo su rostro con brusquedad y la beso.

Ella volvió a sentirse indefensa, como la noche fatídica. Esta vez, no sé paralizó, por el contrario, todo el enojo reprimido salió. Se alejó de Dante. Le golpeó el rostro, estómago y costillas sin parar.

Daniel sólo podía ver como su hermano era apaleado por su mate. Estaba confundido, no entendía que pasaba. Harold reía sin parar. Daniel le enojo que no hiciera nada para ayudarle.

Layne terminó con su hermano, miro hacia Daniel, reconoció su rostro de sus sueños. Daniel vio como su ira desapareció por un momento. Después regresó con más fuerza.

Alan la tomó del rostro, mirándola a los ojos la fue tranquilizando.

Cuando Daniel se quiso levantar, Harold se acercó y le ayudó.

- No lo hagas - le advirtió.

- ¿ Hacer qué? - pregunto molesto.

- No te acerques a ella, déjala respirar. Ve por Dante y vámonos- le indicó, su tono de mando no le pasó desapercibido. Eso le molesto más.

Sin embargo, decidió hacerle caso. Fue hasta donde Dante, para  ver su estado. Estaba inconciente en el piso, eso lo alarmó. Ella sólo era una chica. ¿Cómo lo habría logrado?

Entre Harold y Daniel, levantaron a Dante. Éste seguía muy herido. Al buscar a Layne, ya no estaba. Se había marchado. Daniel se sentía impotente y muy confundido. Su mate los había rechazado. Esto no podía estar pasando.

Salieron en silencio, llevando a Dante en brazos. Por primera vez desde que estaban juntos, Harold iba en absoluto silencio.

Al llegar al hotel, recostaron a Dante, quien aún no volvía en sí. Debían revisar sus heridas. Con ayuda de Harold, Daniel le desnudó. Descubrió que su hermano tenía muchos hematomas por todo el dorso. Un golpe en la cabeza aún le sangraba, tenía la nariz rota.

- Debe transformarse para sanar- Dijo Harold en un susurro.

- Estamos en una ciudad de humanos, ¡no podemos!!! - dijo Daniel alterado.

- No tienen más opción- le miró Harold muy serio.

Daniel se acercó a la cabecera de la cama, se inclinó al oído de su hermano, comenzó a pedirle que cambiará. Dante gimio por el dolor. Tardó unos minutos, Daniel creyó que no lo había escuchado. Por fin inició el cambio.

Daniel estaba adolorido, sabía que tenía la nariz rota, pero no podía cambiar. Debía controlar a su hermano. Cuando él estuviera mejor, cambiaría.

Harold lo miró, se acercó a él. Reviso su nariz, efectivamente estaba rota.

- Te va doler- le advirtió. Al no poder cambiar, debía sanar como humano. Harold sin darle tiempo le arreglo la nariz.

Daniel gimió, le dolía la cabeza. Quería acostarse, pero no podía. Debía informar a su alfa que habían sido atacados. Se preparó mentalmente para la llamada.

Hablo largo y tendido con su padre. Dante por su parte seguía inconciente en su forma de lobo, pero se notaba que ya estaba sanando. Al finalizar la llamada, se sentía más confundido. Su padre no se había alarmado, de hecho al parecer esperaba algo así. ¿Qué estaba pasando?

Ok no me aguanté y les regalé un nuevo capítulo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ok no me aguanté y les regalé un nuevo capítulo. Hoy estoy prolífica 🥰🥰🥰

Nos leemos pronto...

Nacida para Pertenecer (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora