Capítulo 25

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El consejo de lobos, estaba representado por cinco ancianos. Ellos eran escogidos cada 20 años en año bisiesto. En una fiesta donde se despedía a los antiguos consejeros y se escogía a los nuevos consejeros. Estos ancianos eran los responsables de mantener el orden. Esta generación de ancianos, no habían sido muy eficientes en su trabajo.  Desde que estaban a cargo, se permitían cosas que las leyes naturales no permitían. Como separar parejas, matar o torturar a las personas con inclinaciones homosexuales, abandonar a hijos o maltratar parejas. Aceptaban sobornos y se hacían la vista gorda.

Existían manadas, que eran un total desastre. Nada sucedía en las manadas, que ellos no conocieran. Es por esta razón, que conocían la existencia de la niña nacida Alfa, pero lo que no sabían, es que ella seguía viva.

Cuando la niña Alfa nació, Richard había llamado al Consejo. Sorprendido por el nacimiento de un Alfa hembra. Le asustaba, pero estaba enamorado de su hermosa hija. El consejo no tardó en dar su respuesta. Para ellos era inadmisible, que una mujer gobernará una manada. Así que su respuesta fue muy clara, ella debía morir.

Richard escuchó atentamente, mientras su cuerpo perdía calor. Ella era el fruto del amor. No creía poder matarla, así que bebió durante toda la noche. Al día siguiente, había tomado su decisión. Abandonó a la niña, en una ciudad a casi seis horas de camino, había roto el corazón de Helen y el suyo propio. De ese día en adelante se había perdido.

El consejo había escuchado rumores. Había una profecía que hablaba sobre un elegido, ellos no creían que fuese la niña Alfa. Menos porque estaba muerta. En los últimos días, esos rumores iban en aumento, comenzaban a dudar de que ella estaba muerta.

Los ancianos no querían enfrentar a Richard, podría mentirles. Por lo que, mandaron a un grupo de Deltas a investigar. Querían saber exactamente qué estaba generando esos rumores.

Los Deltas iban en camino a la manada Haiman. Estos eran cazadores, buscarían el cadáver de la niña Alfa. Esa había sido la solicitud del Consejo.

Richard estaba nervioso, su hija ya había cumplido los 18 años. Había llegado el momento de ser declarada alfa de la manada. Todas la noches, se sentaba a recordar su carita rechoncha y rosadita. Ver a Helen morir en vida, no había sido fácil. Tener que arrancarle a su hija y mentirle, era lo más duro que había tenido que hacer en su vida.

Cada día que envejecía, se sentía cansado y agobiado. Sabía, desde que su hija nació, que su vida había cambiado. Quizás sí hubiese sido valiente y hubiese enfrentado al Consejo, su vida no seria el infierno que era. Tenía hijos que no podían ocupar su lugar. Su esposa, no hablaba y le tenía temor. Todas sus decisiones habían sido un grave error. Ahora quería saber sí podría solventarlas. Pero, ¿Cómo?

- ¿Alfa?- interrumpió sus pensamientos su Beta- tenemos visitas en el pueblo.

- ¿Quien? - Dijo aún distraído.

- Son Deltas enviados por el consejo. Quieren verle de inmediato.

La noticia le tomó  por sorpresa. Y sintió miedo, algo estaba mal. Cuatro hombres gigantes, entraron en su oficina. Eran macizos y daban miedo. Ellos le informaron que su misión era buscar el cadáver de su primer hijo. Perdió el color, se sintió desfallecer. No sabía como iba a salir de esta situación.

Les indicó el camino donde estaba enterrada su hija. Él había buscado un cadáver que tomará la posición de su pequeña. Pero tenía miedo que tuvieran forma de saber si era su hija. Igual había pasado mucho tiempo.

No les acompañó, era demasiado duro ver la tumba de su hija muerta. Ellos partieron con una misión. Él  quería poder apoyarse en su esposa, pero ella no lo quería. Como humana tenía la oportunidad de alejarse de su pareja, y dado su comportamiento ella se había alejado. No quería saber nada de él.

Caminó por horas en su despacho, estaba asustado. Al finalizar la tarde, los Deltas regresaban para despedirse. Llevaban con ellos el cadáver de su presunta bebé. Se sintió tranquilo, pero sólo por un segundo. Debía encontrar a su hija y protegerla. Ella era su mundo, la había protegido por encima de su vida. Llamó  a sus hijos, debía contarles.

Daniel Wolf, era hijo de Richard y Helen. Nacido Delta, su crianza había sido dura y difícil. Nunca vio a sus padres llevarse bien. Su madre estaba constantemente triste. Cuando cumplió trece, su padre le contó la pérdida del primer varón y las siguientes pérdidas. Él era un milagro y por eso lo amaban. Lo malo era que él nunca había sentido ese amor. Sentía que era un estorbo, su madre le abraza, pero no le hablaba. De hecho nunca había escuchado su voz. La veía llorar constantemente o perderse en su mente por días. No entendía porque la naturaleza te entrega una pareja que te hace tan infeliz.

Logan Ritx, era hijo de una amante de Richard, todos sabían que era un bastardo del alfa, por lo que no le respetaban. Lion Weistq también era un bastardo y su vida no había sido mejor que su hermano Logan. Ambas madres les habían enseñado desde pequeños que eran hermanos, por lo que Lion y Logan eran hermanos y mejores amigos.

Los tres estaban en la oficina de su padre. Éste les miraba con gravedad. Algo estaba mal y eso les ponía los pelos de punta.

- Quiero contarles una historia- se levantó de su silla para acercarse al bar y tomar su bebida ámbar favorita. Llenó su vaso y tomó de un sólo trago la bebida- pero antes deben prometer, que lo que les contaré no se lo dirán a nadie. Es un secreto que sí se descubre podría traer muerte.

Los miró a los tres, esperando su compromiso. Cuando todos se comprometieron, inició la historia del nacimiento de quien sería la nueva alfa de la manada y su destino. Al finalizar la historia, Daniel tenía los ojos llorosos. Tenia una hermana, que estaba sola por el mundo. Había visto a su madre morir día a día por creerla muerta.

- ¿Porqué nos dices esto ahora? - Preguntó lleno de rabia.

- Porque está en peligro, la están buscando y temo que la encuentren y la maten. Deben protegerla, hacerlo lo que yo nunca pude. Por favor, necesito que la ayuden.

Los tres se miraron, está era una gran noticia y una gran responsabilidad. Porque no tenían ni idea por donde inciar. Pero, era su familia y mas allá de eso, nació para gobernar su pueblo. Debían buscarla y traerla a ocupar su puesto.

Para mis fanáticas lectoras aquí les dejo un capitulo más, espero que lo disfruten

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Para mis fanáticas lectoras aquí les dejo un capitulo más, espero que lo disfruten.

Nos leemos pronto...

Nacida para Pertenecer (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora