Capítulo 9

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Dante y Daniel Garrone, son Mellizos. Nacidos en una tarde calurosa, el único momento en que estuvieron separados, fue el minuto y medio de distancia, entre cada nacimiento.

Nacidos en una de las manadas de lobo más poderosa de la nación, ambos nacieron para ser betas. Algo que no sucedía casi nunca. Su padre esperaba que alguno de los dos fuese algún día su reemplazo como alfa.

En cambio, ahora tenía dos betas y ningún reemplazo. Arthur estaba cansado, aunque aún era joven a sus cincuenta seis años, mantener la paz era más desgastante que la guerra. Después de nacer sus hijos, pensó que podría procrear otro chico que fuese alfa. Su esposa Esperanza, una mujer dulce y hermosa no pudo hacer su sueño realidad, murió en un trágico accidente de tránsito. A los treinta y cinco años, quedó viudo con dos pequeños de doce años.

No se enloqueció por la pérdida de su pareja, como tendía a sucederle a los lobos, solamente porque era alfa y tenía responsabilidades. Pero quedó devastado por su muerte, se volvió muy callado y triste. Sólo sonreía al ver a sus dos hijos.

Ahora quería dejar la manada a cargo de un buen alfa. Por lo que envió a sus hijos en la búsqueda de un Alfa, que quisiese hacerse cargo de su manada. Además sus hijos ya estaban en la edad de casarse y aún no encontraban a su pareja. Él  sabía que en la manada no las encontrarían.

Dante era su hijo consentido, el menor de los dos. Era un chico atlético, risueño y lleno de mucha vitalidad. Siempre era quien se metía en líos. De pequeño se la pasaba haciendo bromas y travesuras. Era irónicamente más alto que su hermano, sólo por unos siete centímetros. Esa diferencia la usaba constantemente para burlarse de su hermano Daniel.

Daniel era muy distinto a su hermano, tenía unos hermosos ojos gris claro, a veces parecían casi blancos. Era atento, pero callado. Tenía un sentido de justicia único. Era leal y siempre defendía al desamparado. Muchas veces su padre pensaba que hubiese sido un excelente alfa, no entendía porque la naturaleza decidió lo contrario.

Ambos habían partido en búsqueda de su nuevo alfa, ya llevaban unas semanas de viaje. Estaban cansados y deseosos de volver a su hogar.

Cada noche llamaban a su padre para darle un informe de sus visitas a las manadas. En algunas se habían divertido mucho, en otras Dante había tenido que controlar a Daniel, quien intentaba arreglar las injusticias.

En una de esas manadas, conocieron a un chico omega. Harold, era un chico de diecisiete años, quien había revelado que era gay. Ser gay para una manada de lobos era un desperdicio. Pues no podría procrear hijos. Una noche estaban en una fiesta,  Dante y Daniel, cuando  escucharon a unos chicos golpeando a otro. Cuando se acercaron vieron como abusaban de un enclenque muchacho; Daniel se llenó de rabia, él ya de por sí era muy débil para uno de esos chicos, que seis le estuviesen atacando en manada era simplemente un abuso.

Al salvarlo, cometieron una afrenta contra la manada. Para no generar una guerra entre manadas, el líder les había pedido que se fueran de su pueblo esa misma noche. Ambos lo hicieron sin mirar atrás, llevándose oculto al raquítico chico.

Dante no entendía porque habían tratado de forma tan irrespetuosa a un omega. Ellos eran la pieza central de la manada. Ellos mantenían la paz y la tranquilidad dentro de las manadas. Eran sabios y excelentes consejeros. Antes cada manada tenía uno dentro del Consejo. Eso había cambiado hace casi un siglo, la naturaleza dejo de producirlo. Ahora eran muy escasos y valiosos. En la manada donde nacieran eran venerados y tratados con el debido respeto.

Harold estaba muy asustado, el escapar de su manda le generaba mayor temor que el quedarse a recibir palizas diarias. Su alfa había intentado quitarle su defecto, el chico les contó de como cada día lo encerraban con distintas chicas con la esperanza que su biología se activará y se hiciese un hombre.

En un inicio, Harold aceptó ese tratamiento esperando que funcionara. Él  no le gustaba  ser tratado con menosprecio. Pero poco a poco fue perdiendo cualquier esperanza, su cuerpo sólo se encendía al ver a hombres.

Así que cuando se lo comunicó a su alfa, pasaron al plan b. Golpearle hasta que se le quitara lo gay. Los hermanos estaban muy molestos por esa situación, era ignorancia nadie tenía la culpa de sus deseos o necesidades.

- ¿ Estás bien? - pregunto Daniel, tomando el volante con fuerza. Observando por el retrovisor a un Harold muy golpeado.

- No, me duele el cuerpo. Necesito transformarme para sanar- dijo limpiando la sangre en su rostro.

- En una hora estaremos en terrenos de otra manada. Nos detendremos y lo harás. Ten paciencia - dijo Dante serio. Algo muy extraño en él.

- ¿Qué  es lo que hacen fuera de su manada? - indagó Harold. La razón era un secreto, su padre les mando a realizar el recorrido por las distintas manadas para conocerlas y a sus líderes. Luego su padre escogería a unos dos o tres y les hablaría sobre la posibilidad de manejar su manada, con uno de sus hijos como beta.

- Estamos en búsqueda de nuestras mates- respondió Daniel. Era la excusa que usaron para tener entrada libre en cada manada. Aunque también las estaban buscando.

- ¿A donde nos dirigimos? - pregunto nuevamente Harold.

- Al sur, a la manada Haiman- contesto Dante.

- He escuchado de ella- dijo Harold mirando el camino- existe un rumor sobre su alfa.

- ¿ Cuál rumor?- indagó Daniel.

- Hace unos años tuvo un hijo. Nació Alfa, pero luego falleció- observó a los hermanos atentamente y luego continuó - el rumor es que no murió, sino que lo abandonó.

- ¿Porqué haría eso? - dijo Daniel molesto.

- Porque era una niña.

- eso es imposible, nunca ha nacido un Alfa mujer. Eso no es un rumor, es un mito- concluyó  Dante con humor.

- Sí que las hubo, hace unos milenios. Las mujeres fueron líderes. Pero los machos, estaban celosos de su poder. Poco a poco las fueron aniquilando. Con el tiempo dejaron de nacer- Dijo Harold en un tono muy seguro.

- ¿ Cómo sabes tu eso? - pregunto Dante.

- Porque soy  Omega, la naturaleza me transmite el conocimiento milenario y sus deseos. Soy un medio por el cual, ella se comunica.

- ¿Ella? - preguntaron los hermanos al unisono.

- Por supuesto, la naturaleza es mujer- finalizó Harold, su declaración.

El anuncio del nombre del pueblo, puso fin a su conversación. Ambos hermanos iban pensativos. Una mujer Alfa, si era cierto es seguro que estaría en riesgo de muerte.

- ¿Tuvo más hijos ese alfa?- quiso saber Daniel.

- Sí, pero mueren jóvenes o la naturaleza los escoge para otras tareas. Que yo sepa, sólo tiene dos hijos varones, ambos son Deltas.

Los deltas, eran la fuerza de una manada. Ejercían como policías, ejecutores de un Alfa o incluso como sicarios. Eran impacientes y muy impulsivos. Primero disparaban y luego hacían preguntas. No había manera que un delta fuese el líder de una manada.

Hola!!!

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Hola!!!

¿Que opinan de Dante y Daniel?
Y ¿Harold que les parece? ¿Será verdad el rumor?

Nos leemos pronto...

Nacida para Pertenecer (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora