Capítulo 2

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Volviendo a mi Infierno

Amaneció, estaba muy emocionada por cómo había sido mi cumpleaños,  el primero que me celebraban. Ya era hora de mi entrenamiento, cuando Ángel entró con cara de angustia.

- Ángel, ¿y esa cara? - dije con preocupación- parece que alguien hubiese muerto.

- Layne, alguien informó a servicios sociales que te tenía aquí contra tu voluntad y esclavizada-  me miro con lágrimas en sus ojos-  están afuera esperando que te entregue; sino iré a la cárcel. Nena, quiero que entiendas, que haré todo lo que este en mi poder, para que vuelvas conmigo.

Mientras hablaba, negaba con mi cabeza, mis lágrimas caían, sabía desde que estoy con Ángel, que en algún momento se hartaría y todo finalizaria. Jamás esperé llegar a quererlo, como el padre que nunca tuve. Ahora cuando por fin tengo confianza y me siento segura, todo a mi alrededor se derrumba, debo volver al sistema, a mi lucha para sobrevivir.

- lamento ponerte en esta situación, me iré sin problemas, lo menos que deseo es que vayas a prisión, has sido más que un padre. Gracias por darme cobijo, por ayudarme y protegerme. ¿Puedo dejar mis cosas aqui? No quiero perderlas-  pregunté  intentando controlarme, para no llorar.

- claro que sí, pronto estarás de regreso- dijo intentando convencerme, aunque ambos sabíamos, que eso no iba a suceder.

Mientras el trabajador social me llevaba de regreso a mi infierno, intentaba guardar en mi mente todo aquellos momentos memorables junto a Ángel. Lloraba copiosamente, me sentía vacía y muy sola, ¿hasta cuando mi vida estaría en manos de los demás?

El trabajador social no me habló, me miraba con reproche. Al llegar a la casa de la cual me escapé, todo mi cuerpo estaba en alerta. Esto no me podía estar pasando a mí.

- Layne- me llamó la atención mi trabajador social- el Sr. Piked, ha sido muy bueno. Después de escapar, no tomará represalias contra ti. Te volverá a recibir. Por favor, comportate. Este es un buen hogar -mi estómago se revolvió, ¿mejor? ¿Qué sabía este tipo de un buen hogar?

Al entrar a la casa, el asqueroso me esperaba con una sonrisa paternal. Mí estómago se hizo un nudo y comencé a sudar frío de sólo recordar esa noche.

- Layne, mi niña- me abrazo mientras su lengua  lamía mi oreja y su mano derecha se posaba unos centímetros más abajo de la cintura. Sin que el trabajador social se diera cuenta. Sentí náuseas.

No logré abrir la boca. El trabajador social y el puerco, se sentaron a hablar. Debían arreglar ciertos documentos. Tenía que regresar a la escuela cuanto antes, ponerme al día. Hablaban de mí, como si no estuviese en la habitación.

- Bueno, Sr. Piked- dijo el trabajador social levantándose- nos veremos próximamente para ver el desempeño de Layne.

Me miró con desprecio, como si fuese basura. Siempre me habían tratado así. Se fue, sin preguntar la razón de mi huída.  No le importé.

La habitación bajo su temperatura, estaba sola con ese depredador. Me miró, mientras su lengua recorría su labio superior. ¡Qué asco! Ni quería saber lo que pensaba hacerme.

- Haz sido una niña muy mala- dijo, acercándose a mi lentamente - mereces un castigo- quería gritar y correr, pero no tenía salida- pero, no lo haré. Porque no me acusaste,  pudiste hacerlo aunque nadie te creyera. Por ello pasaré por alto, tu huída.

Estaba a centímetros de mi, su mano recorrió lentamente mi silueta. Un escalofrío me recorría, jamás dejaría que me tocará. Ángel me había enseñado bien. No pasaría el tiempo que me quedaba antes de cumplir mi mayoría de edad, siendo su esclava sexual.

Nacida para Pertenecer (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora